Carles Puigdemont
La euforia de Puigdemont: «Presidiré la primera república catalana»
Elecciones en Cataluña: La decisión de la fiscalía belga sobre el conseller Puig allana su camino como candidato
La crisis institucional provocada por la salida de España del Rey don Juan Carlos ha dado enormes alas al independentismo. Según fuentes de su entorno, el fugitivo Carles Puigdemont y su sucesor en La Generalitat, Quim Torra, pactaron en una videoconferencia celebrada el pasado martes, poco después del comunicado de la Casa Real, una ofensiva total contra la Monarquía. La proximidad de las elecciones catalanas será el eje central en un debate crispado entre los dos socios separatistas del Govern, con un total desafío al Tribunal Constitucional y numerosas divergencias entre Junts x Cataluña y Esquerra Republicana. Fuentes del entorno del fugitivo de Waterloo, confirman su intención de encabezar la lista electoral autonómica y así se lo ha trasladado con orgullo a los suyos: «Yo seré el primer presidente de la república catalana».
La euforia de Puigdemont tiene un doble sentido ante la decisión de la fiscalía belga, denegando la tercera euroorden contra el ex-conseller Luis Puig, lo que complica aún más la posible extradición de Toni Comín y el propio Puigdemont. Ante este fallo, fuentes jurídicas cercanas a Puigdemont no ocultan su euforia, puesto que ello, supone un éxito más en la escalada separatista del fugitivo. Los planes de Puigdemont pasan por afianzar su candidatura a la Generalitat, con un número dos potente, aún por decidir. Sin embargo , círculos soberanistas apuntan al actual presidente de la Cámara de Comercio de Barcelona, Joan Canadell como el mejor situado ante el estupor de los más influyentes sectores económicos de Cataluña.
Al tiempo, la defensa de Puigdemont trabaja en esto momentos en rebatir jurídicamente, la concesión del suplicatorio pendiente del parlamento europeo, ahora muy condicionado por el calendario de la pandemia. La decisión del tribunal belga, hace pensar a sus letrados que la inmunidad de la que ahora goza Puigdemont le haría factible prolongar su blindaje como eurodiputado e, incluso, hacer alguna aparición durante la campaña electoral, cuya fecha mantienen todavía en secreto Torra y Puigdemont. No obstante, el mundo soberanista de JuntxCat asume prolongar al máximo el tiempo para desgastar a Esquerra Republicana. Aquí, los nervios están a flor de piel y el discurso se radicaliza cada día más, como se vió en el pleno del Parlament. Todos quieren hacerse con el triunfo de la primera república catalana.
Lejos quedan los años en que Jordi Pujol y su corte de Convergentes nacionalistas, ansiaban una foto en la Zarzuela con el Rey Don Juan Carlos. Todos ellos, auspiciados por empresarios de la burguesía catalana que se pirriaban por hincar la rodilla ante el Monarca. Doy fe de ello, porque trabajé muchos años como periodista acreditada de la Agencia Efe en La Casa Real, y realicé innumerables viajes por todo el mundo con Don Juan Carlos. Por cierto, acompañado por grandes ministros socialistas como fueron Paco Ordoñez y Javier Solana, de una catadura moral y política ahora desconocida. En base a ello, puedo atestiguar que Don Juan Carlos fue el mejor Rey y embajador de España en muchas décadas. Y siempre defendió a destacados sectores empresariales, muchos de ellos catalanes, que hoy guardan un vergonzante silencio. El tiempo y la historia pondrán a cada uno en su sitio.
Volviendo al tema político catalán, la cosa está clara: las elecciones están a la vuelta de la esquina y la radicalidad es imparable. Si alguna mente privilegiada que ha diseñado la operación salida del Rey Juan Carlos, piensa que la polémica ha amainado, están muy equivocados: «Esto es leche derramada», aseguran veteranos políticos de la Transición. «La furia podemita y la fiera separatista, jaleados por Pedro Sánchez, no pararán». Es el análisis de estos círculos políticos y empresariales alarmados con un gobierno que no controla lo que se avecina. Abrir un melón institucional de este calibre, le queda muy grande a este gobierno social-comunista, y favorece los planes de ruptura constitucional de Pablo Iglesias y, sobre todo, da alas al independentismo radical en vísperas de unas inminentes elecciones catalanas.
Así las cosas, las tensiones en el Govern se acrecientan. Puigdemont vuelve a tomar los hilos mientras Oriol Junqueras sigue amortizado en la cárcel, lo que obliga a ERC a un radicalismo mayor y a un distanciamiento total de Pedro Sánchez. En este contexto, la Corona es una excusa perfecta para el debate electoral, que coincidirá con los Presupuestos Generales del Estado. Aquí, Sánchez ya ha cambiado de bando puesto que, según fuentes de ERC, su portavoz en el congreso, Gabriel Rufián ya ha comunicado a la socialista Adriana Lastra, que no cuente con sus votos. La soledad parlamentaria de Sánchez se incrementa con el escándalo de la FEMP, que a través de su presidente, el alcalde socialista de Vigo, Abel Caballero, pretende arrebatar los superávits de los ayuntamientos y dárselos directamente a Hacienda. Un latrocinio en toda regla, para intentar cuadrar las cuentas ante la Unión Europea, que no están dispuestos a aceptar ni siquiera los ayuntamientos comunistas.
En Cataluña, este tema ha caído como una bomba, dado que los ayuntamientos catalanes se niegan en redondo a claudicar ante «las arcas españolas». La alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, diseña ya un plan con regidores municipales catalanes para rebatir este Decretro-Ley, que ya ha sido anunciado y que será tumbado en el Congreso de los Diputados por la mayoría de los grupos parlamentarios, incluidos Unidas Podemos, grandes socios en el gobierno de coalición con Pedro Sánchez.
El mundo independentista prepara una total ofensiva contra la monarquía como eje de su campaña electoral. El entorno de Puigdemont confirma que las encuestas le son cada día más favorables, en detrimento de una ERC, muy debilitada por sus apoyos a Pedro Sánchez, que intentan ahora paliar con declaraciones altisonantes. «Llegan tarde y son cobardes», dicen dirigentes de JuntsxCat que emplazan a los republicanos a retratarse ante las cuentas públicas de Pedro Sánchez. Unos presupuestos que pasan por enormes divergencias dentro de la coalición social-comunista con Pablo Iglesias, cuyos ataques a la Monarquía son una auténtica cortina de humo para tapar las corruptelas de su partido Unidas Podemos.
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