El análisis

Podemos: de cambiar el tablero a retroceder

Sangría electoral en seis años para Iglesias: de aglutinar el 20,6% de los votos en 2015 al 11,7% que vaticinan las encuestas

El vicepresidente segundo y ministro de Derechos Sociales y Agenda 2030, Pablo Iglesias, preside el Consejo Territorial de Servicios Sociales y del Sistema para la Autonomía y Atención a la Dependencia
El vicepresidente segundo y ministro de Derechos Sociales y Agenda 2030, Pablo Iglesias, preside el Consejo Territorial de Servicios Sociales y del Sistema para la Autonomía y Atención a la DependenciaConsejo Territorial de ServiciosEFE

El bautismo de fuego de Podemos se produjo en las elecciones al Parlamento Europeo de mayo de 2014. El resultado de aquellos comicios supuso una reestructuración del voto en el seno de la izquierda, hasta entonces dominada por PSOE e IU

El cambio con respecto a las anteriores elecciones es significativo; el conjunto de la izquierda siguió sumando prácticamente los mismo; 42,5% en 2009 y 41,0% en 2014. Tan solo un ligero descenso de 1,5 puntos. Pero el resultado de los partidos de la izquierda fue radicalmente distinto en ambas elecciones; el PSOE bajó del 38,8% al 23,0%. Mientras que IU crecía del 3, 7% al 10,0%. Al tiempo el debutante Podemos consiguió el 8,0% de los votos. Por entonces el PSOE acumulaba ya dos serios problemas, las consecuencias de la gestión de la crisis durante el gobierno de Zapatero de 2008 a 2011 y ahora el alumbramiento de un partido a su izquierda, que junto IU, le sustraían 15,8 puntos porcentuales; el 40, 7% de su electorado.

En las cuatro elecciones generales celebradas desde 2015, el voto a Podemos, y desde 2016 a Unidas Podemos y sus confluencias y allegados, ha evitado la concentración del voto en el PSOE. Lo que ha tenido nefastas consecuencias en el Partido Socialista, que se ha visto obligado a replantearse estrategias para mantener un pie en el centro izquierda y otro en la izquierda. Como se comprobó antes de las elecciones generales de diciembre de 2015, cuando en la primavera de ese año, tras las elecciones municipales y autonómicas la consigna de Ferraz fue pactar con IU, Podemos, la familia de partidos afines a Podemos.

Podemos consciente de su peso real no dudó en coaligarse con IU para presentarse en las generales de 2016, y desde entonces en todos los comicios habidos. En las elecciones de junio de 2016, la coalición de IU y Podemos con sus confluencias sumó el 21, 2% de los votos, y el PSOE el 22,6% del voto válido. Empate técnico. En las anteriores elecciones generales, las de 2015, IU había logrado el 3, 7% y los morados el 20,7%. La suma de ambos superó a la del PSOE. Pero se habían presentado por separado. En las elecciones de seis meses después ya se presentaron con la actual coalición.

Desde hace un año comparten gobierno con el PSOE, los socialistas los tienen donde quieren, atados en corto, y así compartir con ellos la erosión que supondrá la gestión de la crisis sanitaria y la económica, y los ajustes que llegarán entre 2021 y 2022. En las encuestas ya lo estamos bien como retroceden los dos bloques. UP solo puede recuperarse atribuyéndose la paternidad de las conquistas sociales gubernamentales o bien desde la oposición cuando el Gobierno se vea obligado a abandonar la agenda social, será esa la escusa de los morados para abandonar a Sánchez y desde el Congreso atacar al PSOE y a su Gobierno.