Crisis

Marruecos sopesa expulsar al embajador español por el caso Ghali

Exteriores busca gestos de distensión análogos a los realizados por Alemania sin cambiar su posición sobre el Sáhara

En los pasillos del Palacio de Santa Cruz –sede central de Exteriores en Madrid– se es consciente de que las cosas se mueven a un ritmo distinto al otro lado del Estrecho... y más despacio aún si las cosas han de moverse en el palacio del Rey de Marruecos, que mantiene costumbres y usos diplomáticos digamos «exóticos» a ojos europeos. A la espera de que llegue –y nadie sabe cuándo puede llegar– el siguiente movimiento en esta partida de ajedrez internacional que se juega entre Madrid y Rabat, el Gobierno manda discretas comunicaciones a través de los canales habituales asegurando la voluntad de España de que las relaciones entre ambas naciones vuelvan a su cauce habitual lo antes posible.

Fuentes diplomáticas consultadas por este diario aseguran, sin hacerlo con total certeza, que todo parece indicar que Rabat no está por la labor de mantener el pulso y que discretos gestos que está realizando España y otros países de la Unión Europea, señaladamente Alemania, están sirviendo para enfriar la tensión. La ministra González Laya, de hecho, no ha vuelto a hacer declaraciones en las que, necesariamente, hubiera tenido que repetir la postura oficial de nuestro país en referencia al Sáhara, postura que es la causa de fondo del contencioso como han repetido ya ambas partes hasta la saciedad. Esa es la razón de fondo de la suspensión a última hora y sin demasiadas explicaciones de la rueda de prensa que Laya debió celebrar el miércoles, el mismo día que Ghali dejó España, junto a su homóloga belga. La tensa calma en los puntos fronterizos más delicados, el silencio del ministro de Exteriores Bourita y el de la agencia de noticias oficial de Marruecos en las últimas 24 horas hace abrigar esperanzas al Gobierno de que lo peor ya se ha dejado atrás.

De momento, Alemania se ha adelantado a España para tratar de normalizar sus relaciones diplomáticas con Marruecos, muy deterioradas como las de nuestro país con Rabat, y ha invitado a los magrebíes a participar en la Conferencia Internacional sobre Libia, que tendrá lugar el 23 de junio en Berlín, según confirmaron a LA RAZÓN fuentes diplomáticas. De momento, la decisión de acudir o no, aún no ha sido tomada. La iniciativa germánica se valora como un gesto (algo que, se sepa, no ha hecho España) para normalizar unas relaciones que provocaron, como en nuestro caso, que la embajadora en Berlín fuera llamada a consultas a Rabat, una retirada temporal, en definitiva.

El conflicto entre Alemania y Marruecos estalló en mayo, al entender Rabat que desde Berlín les ninguneaba en el asunto del Sáhara y el papel que juega en la zona. Uno de los motivos podría estar en el hecho de que Alemania no les invitó a la conferencia que, también sobre Libia, se celebró en Berlín en enero del año pasado. Asistieron Rusia, Turquía, Estados Unidos, Egipto y la Unión Europea, pero no Marruecos. Después, trataron de arreglarlo con una invitación en octubre para que estuviera presente de forma telemática, pero Rabat se negó.

La invitación de ahora se valora, por lo tanto, de una forma positiva y, como destacan medios del vecino país, supone «un reconocimiento explícito del papel crucial que Marruecos ha desempeñado, y sigue desempeñando, en el espinoso problema libio. Un reconocimiento por parte de estos mismos países que habían optado, por razones aún no explicadas hasta el día de hoy, por excluir indebidamente a Marruecos de la 1ª conferencia».

En el conflicto que mantienen, Marruecos se queja también del trato dado a un súbdito alemán de origen marroquí, que estuvo en su día en prisión por actividades salafistas y que, tras cumplir prisión, volvió a Alemania y ha realizado una serie de actividades que han irritado a Rabat.

La conferencia a la que ha sido invitada Marruecos está organizada por el Ministerio de Exteriores alemán y la Secretaría General de la ONU. Será debatida la situación en el país norteafricano en presencia por primera vez del Gobierno de Unidad nacional, responsable de pivotar la transición.

La capital de Alemania ya acogió en enero de 2020 el referido –y polémico para Marruecos– primer encuentro, del que salieron una serie de compromisos para resolver el caos político en que vivía sumido Libia, donde dos bandos políticos y militares pugnaban por hacerse con el control del país aprovechando el caos generado tras la caída del régimen de Muamar Gadafi en 2011.

En esta ocasión, se quiere aprovechar que se cuenta con una nueva administración de consenso aceptada por todas las partes y dirigida por Abdul Hamid Dbeibé. Entre sus principales cometidos está la organización de nuevas elecciones, en principio previstas para el mes de diciembre.

El Ministerio de Exteriores alemán no aclara la lista de invitados, aunque en principio, no está prevista la presencia de España, lo que implicaría coincidir con Marruecos en un foro internacional tras la crisis de Ceuta. Lo que sí ha trascendido es la invitación al reino alauí, pues su exclusión hace un año fue uno de los argumentos esgrimidos por las autoridades marroquíes en la crisis diplomática entre Rabat y Berlín. Todo parece indicar que la rectificación ha llegado ahora.