Carrera exprés

El errático currículum de Pablo Iglesias: de divo televisivo a vicepresidente

El ex líder morado huyó de la quema tras los malos resultados en las elecciones madrileñas y ahora vuelve a sus orígenes, a la docencia

El exvipcepresidente segundo del Gobierno, Pablo Iglesias, durante su intervención en un curso de verano de la Universidad Complutense de Madrid.
El exvipcepresidente segundo del Gobierno, Pablo Iglesias, durante su intervención en un curso de verano de la Universidad Complutense de Madrid.IMAGEN CEDIDAIMAGEN CEDIDA

El pasado 20 de julio salía a la luz el nuevo destino del desaparecido Pablo Iglesias. El ex vicepresidente y ex líder de Podemos se incorporará en septiembre a un grupo de investigación del centro Internet Interdisciplinary Institute (IN3), adscrito a la Universidad Oberta de Catalunya (UOC).

Una noticia que poco o nada llamaría la atención de no ser porque desde que dejó la política el mítico líder morado apenas se ha dejado ver. Así, volverá a lo que más le gusta, la docencia. Aunque la duda ahora es por cuánto tiempo, ya que la “temporalidad” en el currículum de Iglesias es una constante. En apenas seis años, ha logrado pasar deser un joven candidato que aparecía en los platós de televisión a ex vicepresidente del Gobierno. Y lo que para muchos supone una carrera meteórica, para otros implica falta de compromiso con sus responsabilidades.

Tras no conseguir los resultados deseados en las elecciones de Madrid como candidato estrella de su formación, Iglesias decidió huir ante su fracaso personal. El ex vicepresidente no quiso enfrentarse a su sector crítico y huyó antes de la quema. Así, dimitió detodos sus cargos políticos, aunque el único que ostentaba ya era el de ex secretario general de su partido.

Presentador y tertuliano en diferentes programas televisivos, en 2014 dio el salto a la política y consiguió los primeros cinco diputados en las elecciones europeas. Un año después, su formación irrumpía en el Congreso de los Diputados con más de cinco millones de votos y 69 escaños. Era la época dorada de Pablo Iglesias y los suyos, la época de la absorción de Izquierda Unida, la época del órdago a Pedro Sánchez. Pero de esa era dorada no obtuvo nada a nivel personal. No sería hasta cinco años después, cuando Iglesias consiguió su objetivo: entrar en el Gobierno y ser nombrado vicepresidente de Derechos Sociales y Agenda 2030.

Huida hacia delante

Para muchos la candidatura de Iglesias a la Presidencia de Madrid fue una huida hacia adelante ante su inacción como vicepresidente del Gobierno y sus cada vez peores resultados en las elecciones. El candidato morado dejaba el Congreso y el Gobierno de coalición buscando un resurgir de sus cenizas que nunca llegó.

El porqué de la carrera exprés de Iglesias radica en su personalidad, según confirman los expertos. Según pudo saber este periódico tras hablar con algunos de ellos, hay un punto fuerte que ni siquiera sus detractores le niegan: la comunicación. «Desde sus orígenes políticos se ha reconocido que Pablo Iglesias es un comunicador efectivo», afirmaba a LA RAZÓN Eduardo G. Vega, profesor en la Facultad de Comunicación de la Universidad Camilo José Cela (UCJC) y consultor en el Centro Internacional de Gobierno y Marketing Político (Cigmap). Vega explicaba que «ha conseguido situarse en primera línea de la política prácticamente desde la nada, y para eso hay que ser capaz de persuadir a parte de la sociedad.

«Tiene un carisma indiscutible, mantiene un discurso inteligente, lo argumenta y sabe sustentar sus afirmaciones», señalaba Ana Sofía Cardenal, profesora de Ciencia Política en la Universitat Oberta de Catalunya (UOC). Esto provoca no solo que «infunda moral en la izquierda», sino que la «movilice».

Los “pecados” de Iglesias

Sin embargo, no todo son virtudes. Uno de sus «pecados» sería el de la soberbia. «Peca al considerarse la voz de ’'la gente’', obviando que las opiniones son diversas y que no se halla en conocimiento de la verdad absoluta», explicaba Pedro Marfil, profesor de la UCJC, politólogo y miembro de la Asociación de Comunicación Política (ACOP). A este punto habría que sumar el del egocentrismo –«determinadas acciones son vistas como acciones egoístas que menosprecian a su equipo»– y el de la demagogia. Una práctica en la que no solo incurre él. «Como otros candidatos, simplifica en extremo la realidad y la confronta en exceso con sus oponentes». No hay que olvidar tampoco, recuerda Ana Sofía Cardenal, que «es un candidato que polariza muchísimo, dentro y fuera de la izquierda, con muchos enemigos en ambos lados».