Nadie entendería que el Estado no se haga cargo de los miles de cadáveres que yacen todavía hoy en las tapias de los cementerios, las cunetas u otras fosas. Es una cuestión de humanidad que los familiares puedan enterrar a sus muertos y que en esa tarea la financiación sea pública. Bueno, habrá quien no lo entienda y considere que abrir una fosa es abrir una herida, cuando es limpiar esa herida para que pueda cicatrizar eso que va del odio hasta la resignación.

Desafortunadamente el Proyecto de Ley de Memoria Democrática que hoy se debate en el Congreso no va de eso. El texto tiene como objetivo más claro ser argamasa entre las fuerzas de izquierda que intentar un consenso básico al que se ha renunciado. El PP habla de oportunidad perdida y de carecer de vigor intelectual y técnico. Denuncia, además, pulsiones totalitarias. Tanto populares como Vox han pedido su devolución, lo esperado. La cuestión es si con lo que hay va a ser suficiente para conseguir el apoyo de todas las izquierdas. Después de lo vivido ayer entre Rufián y la ministra de Defensa es de suponer que hoy va a ser el día de ERC. El grupo republicano ha presentado una enmienda a la totalidad con texto alternativo en el que plantea ir más allá de todo ese compendio de buenas intenciones y poco gasto que planteó Carmen Calvo. Son los 13 de ERC y serían los de EH Bildu y los del BNG. ¿Está el Gobierno en plena negociación de los presupuestos en condiciones de dar un portazo a los de Rufián? ¿Puede Sánchez apoyar las demandas que plantean desde el punto de vista histórico y económico? Porque en la alternativa está «restituir moral y materialmente a todas las personas, instituciones públicas, organizaciones y entidades perseguidas y represaliadas». No hay partida presupuestaria en las cuentas, así que mucha intención tampoco. Hoy el Gobierno tiene un debate de los de aguantar y dar la victoria moral a los que son necesarios para las cuentas.