Batalla autonómica
Valencia y Baleares, la siguiente meta de Feijóo
El desgaste socialista someterá en mayo a sus gobiernos autonómicos a la presión de resolverse en la «foto finish»
► El PP se dispara y ya está a 36 escaños de la mayoría absoluta
Los partidos abrirán el curso en septiembre con toda su maquinaria trabajando ya en las elecciones autonómicas y municipales del año que viene. A derecha y a izquierda circulan radiografías cualitativas y cuantitativas del estado de opinión de los electores, que son la base sobre la que se adoptarán decisiones de candidaturas y otras cuestiones estratégicas.
El desgaste de la marca socialista se siente más en algunos gobiernos autonómicos que hoy controla la izquierda que en otros, y en los equipos electorales ya anticipan que el siguiente gran pulso entre Pedro Sánchez y Alberto Núñez Feijóo se librará en Valencia y en Baleares.
Las expectativas de los populares coinciden con el ranking de preocupación que existe en el PSOE sobre estos comicios de la próxima primavera y, en concreto, respecto al futuro de estos gobiernos autonómicos en un complejo contexto económico y político.
Valencia y Baleares han sido feudos donde el PP ha acumulado mayorías absolutas hasta que el peso de los casos de corrupción acabaron pasándoles facturas en las urnas.
Ahora empiezan a aparecer signos que indican que las tornas se pueden volver a dar la vuelta ya que las proyecciones territoriales confirman el deterioro de los gobiernos de izquierda. En el caso de la Comunidad Valenciana, al PP le suma que Compromis se está cayendo, y no sólo por el escándalo que afecta a la ex vicepresidenta valenciana Mónica Oltra, que la obligó a dimitir de su cargo y sobre el que tendrá que declarar el próximo 19 de septiembre como imputada por el presunto encubrimiento de los abusos de su ex marido a una menor en un centro tutelado.
Por otra parte, el Gobierno balear, presidido por la socialista Francina Armengol, acaba de ser condenado por «chanchullear» en unas oposiciones para personal sanitario. El PSOE gobierna en las islas con el apoyo de Més y Podemos.
Para el PP, recuperar Valencia, e incluso Baleares, supondría una inyección de fuerza para afrontar el camino hacia las generales, siempre que se cumpla el calendario y no haya adelanto de éstas últimas. Hoy Génova dice que está en condiciones de ganar gobiernos emblemáticos de las mayorías populares, como estos dos, sin dejarse en el camino ninguna de las plazas autonómicas que ahora dirige.
En la siguiente meta electoral el PSOE somete a examen todos los gobiernos regionales que controla. El PP, sin embargo, sólo Madrid y Murcia, y en ninguno de estos dos casos tiene motivos para temer por su continuidad en el poder. En la lista de objetivos a conquistar por parte de Feijóo seguirían Aragón, La Rioja, Cantabria y Castilla-La Mancha.
Las elecciones de Andalucía y las encuestas de la etapa Feijóo son razón para que en el partido los ánimos se vengan muy arriba, con el riesgo de que un exceso de confianza pueda terminar en frustración. Para sumar en algunos territorios necesita que Vox esté fuerte, y los signos de estancamiento de este partido suman en la estrategia nacional de Feijóo, pero también le pueden alejar de poder territorial. Es el caso de Castilla-La Mancha, donde el PP necesita a Vox y, además, el cambio que introdujo María Dolores de Cospedal en la ley electoral, cuando ella estaba en el Gobierno regional y esa reforma la beneficiaba, perjudica ahora los intereses de los populares.
Ya en la batalla municipal el PP está en condiciones de ser el partido con más voto, pero los pactos, sin embargo, juegan a favor del PSOE y le ayudarán a tapar su desgaste en bastantes alcaldías.
En la «cocina» electoral de Moncloa valoran que el PP tiene a favor la tendencia, «sigue una trayectoria ascendente desde que cerró su crisis de liderazgo y eso es indiscutible». Sus datos también les confirman que el PP ya es el partido con más votantes fieles, por delante de Vox, mientras que la izquierda, en su conjunto, tiene más votantes indecisos.
Además, en la definición de su estrategia pesa el problema de que no encuentran vía por la que aumentar su granero: no les llega voto de Podemos, y sí pierden votantes de centro que empiezan a mirar hacia el PP. El flujo que ya se produjo en Andalucía se está detectando a nivel nacional, y este trasvase tiene un coste doble porque se restan de un lado para sumarse al otro. O dicho de otra manera, es como si penalizaran dos veces en los intereses socialistas.
«Es evidente que la balanza está inclinada hoy hacia la derecha. Suma más ese bloque , y así se ha confirmado en Madrid, en Castilla y León o en Andalucía», reflexionan en uno de los equipos electorales autonómicos del partido que preside Sánchez.
Al PSOE le urge encontrar un enganche para movilizar a su electorado, y éste es el objetivo de los impuestos a la banca y a las energéticas anunciados por el presidente. Pero, al mismo tiempo, necesita detener el flujo de votante descontento que no tiene miedo de la opción que representa Feijóo.
Moncloa se encuentra con el problema añadido de que Vox no funciona como elemento movilizador, y que incluso se está quedando como «un fenómeno exótico» del tablero político, en el que lo peor que te puede pasar es que empieces a ser ignorado.
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