Toni Bolaño

Mucho ruido y pocas nueces

La celebración de la Diada y el aniversario del 1-0 que agitará a los más intransigentes de los suyos

La guerra civil en el mundo independentista no se libra entre bambalinas sino con toda suerte de luz y taquígrafos. El último episodio tuvo lugar en el Parlament con el «asesinato» político de Laura Borràs. Fue sin sangre pero mucho se pareció al asesinato de César por Bruto.

La expresidenta Borràs se vistió de zarina ofendida y a lomos de su partido se presentó como adalid del independentismo atacado por las fuerzas jurídicas de la Pérfida España. No coló.Ni Esquerra Republicana ni la CUP comulgaron con ruedas de molino y cayó víctima de sus veleidades y mentiras. Se convocó una gran manifestación de apoyo que junto a un grupo, más bien escaso de fieles, que insultaron hasta la extenuación a todos aquellos que osaban decir que Borràs era una reina desnuda, con gritos muy satisfactorios y reparadores como «mora de mierda» a una diputada republicana.

En el grupito de amiguetes se notaron las ausencias de sus compañeros de fatigas en ese partido en permanente construcción como es Junts per Catalunya, que se asemeja más a un remake de esta casa es una ruina.

La refriega fue una más y amenaza en perpetuarse. Eso sí, sin tocar «las mongetes», las cosas de comer. Una cosa es que Junts no proponga un candidato/a para sustituir a Borràs y otra que Junts salga del Govern.

De hecho, ni un solo miembro del Govern ha dicho esta boca es mía sobre la continuidad de la coalición. Pero, de perfomance viven los neoconvergentes y en septiembre presentarán a la militancia una auditoría sobre el cumplimiento del pacto de Gobierno con ERC. Y en su caso, la votarán. No está claro que harán a solo unos meses de las elecciones municipales. Si rompen el ejecutivo pueden pagarlo en las urnas en un campo de juego que no es propicio. Junts está desaparecida del área metropolitana de Barcelona y corre el riesgo de perder el podio de tener más alcaldías que nadie, aunque el de gobernar en los municipios para la mayoría de catalanes es un trono de hierro perdido hace años.

Sin embargo, Junts quiere mantener vivo su pulso con ERC, sin olvidarnos de la CUP que también juega su propia partida con escisiones incluidas que pueden debilitar su alternativa municipal.

Con la CUP rota en dos, las almas independentista y anticapitalista conviven muy mal, Junts no quiere perder ripio en las próximas municipales y el sector de derechas, conservador y neoconvergente quiere además controlar la elección de candidatos, cosa que tendría difícil se en Junts se recrudece su propia guerra civil.

En Lleida, Borràs recibió un fuerte revolcón en las primarias y su candidato se fue al garete. La presencia de Xavier Trías en Barcelona aleja al abogado Jaume Alonso Cuevillas de la pole position, aunque se esmera en hacer la pelota al exalcalde Trías para tener algún premio de consolación en la lista.

No parece que esté en la agenda del mandamás de Junts, Jordi Turull, romper el gobierno para agitar a sus tropas más intransigentes y perder el bastón de mando en el único lugar que Junts todavía pinta algo: el mundo municipal.

Turull en septiembre abrirá una nueva carpeta izando la bandera contra la Mesa de Diálogo, el leitmotiv que une a los suyos. Lo hará en un momento álgido de tripas y corazón, y menos de cabeza: la celebración de la Diada y el aniversario del 1-0 que agitará a los más intransigentes de los suyos. Tendrá que gestionar la frustración de éstos que se creyeron que la independencia estaba al alcance de la mano, porque con las mentiras se puede llegar muy lejos pero lo que no se puede es volver. Y el nuevo líder de los neoconvergentes sabe que no puede volver a la casilla de salida para recuperar el liderazgo independentista sin estar en el Govern y perdiendo posiciones en el mundo municipal. O sea, algaradas y asonadas por doquier, pero sin pasarse. En román paladino, mucho ruido y pocas nueces.