Entrevista

García-Margallo: «Se ha buscado el enfrentamiento como forma de permanecer en el poder»

El eurodiputado del PP publica «España en su laberinto», donde alerta de los errores de nuestro país. Cree que estamos ante «una resurrección del bipartidismo»

José Manuel García-Margallo
José Manuel García-MargalloAlberto R. RoldánLa Razón

En «España en su laberinto» (Almuzara), García-Margallo, junto a Fernando Aguidazu, instan a reflexionar sobre los errores del pasado y lo que está por venir.

Escribe «España en su laberinto». ¿Hay o no hay salida?

Siempre hay salida y sobre todo en el caso de España. El libro empieza con la pregunta de: «¿Cuándo se jodió el Perú?» Bueno, pues se jodió cuando, como consecuencia de la crisis financiera de 2008 surge un movimiento de indignados que descalifica al sistema en su totalidad y cristaliza con la aparición de Podemos, que disputa la hegemonía de la izquierda al PSOE y en la derecha que, como consecuencia de los recortes que hay que hacer en la crisis y la debilidad de Cataluña, se fragmenta en tres: Ciudadanos (antes UPyD), el Partido Popular y Vox, y a partir de ahí, ya todo va de mal en peor.

¿A quién beneficia?

Cuando hay fragmentación siempre tiene las de ganar el mensaje más radical, más corto, más simple, más emocional, menos necesitado de explicaciones. Así llegamos a la ingobernabilidad actual, porque este Gobierno tiene dos almas: una, que es el actual PSOE, que nada tiene que ver ya con el socialismo histórico y es un partido que ha virado a la izquierda porque aspira a construir un Frente Popular con Unidas Podemos y con los nacionalismos radicales, y otra, esos mismos radicales que tiran todavía más de la cuerda y le exigen concesiones extremas para diferenciarse.

Y con ese escenario, ¿se pueden solucionar los problemas?

Estamos ante una política de bloques enfrentados, sin entendimiento, sin puentes entre ellos y sin capacidad de diálogo que, si acaso, podrán resolver algunos problemas menores, pero no los grandísimos problemas que tiene este país: una crisis existencial, en cuanto a que los nacionalismos niegan la existencia misma de España; un problema institucional que se ha traducido en el silenciamiento del Parlamento y los intentos de colonización del Poder Judicial, y problemas estructurales y económicos apremiantes: paro, productividad muy pobre y desequilibrios en nuestras cuentas públicas. España es el único país de la UE que no ha recuperado los niveles del PIB anteriores a la crisis.

¿Cree que se ha dilapidado el legado de la Transición? ¿Es posible una Tercera?

No con Pedro Sánchez. José Luis Rodríguez Zapatero, y ahora Sánchez, han buscado el enfrentamiento. A partir de ahí seguirán sacando todos los temas que puedan dividir, porque entienden que es la única fórmula para que ellos se mantengan en el poder. En los próximos meses, eso se va a acentuar. Para mí no tiene sentido recrear el clima de la Guerra Civil para hacer de España dos bandos enfrentados y tratar de identificar al PP con los herederos del franquismo. No es verdad. Es una farsa y es mezquino, porque es un régimen que todos hemos demonizado. La crisis que manda al exilio a Isabel II se intentó resolver con la instauración de una Monarquía democrática y el establecimiento de una República que fue un desastre. Únicamente se superó con el entendimiento entre conservadores y liberales. La descomposición de la Monarquía alfonsina se intentó frenar con la dictadura de Primo de Rivera y una segunda República que el propio Azaña declaró solo abierta para la izquierda. El resultado fue la Guerra Civil y una dictadura de 40 años. Se superó la crisis abierta al final del franquismo con una reconciliación nacional, unos pactos económicos para repartir equitativamente los costes de la crisis económica y modernizar nuestro aparato productivo, y un pacto constitucional basado en el respeto a la Ley, el consenso y la prudencia de no poner sobre la mesa cuestiones irresolubles. En resumen, lo que quiero decir es que cuando los españoles hemos decidido entendernos y poner nuestros intereses particulares al servicio de la Nación, las cosas han salido bien. Cuando nos hemos empeñado en enfangarnos en las cuestiones que nos dividen, han salido mal. Sánchez apuesta por el radicalismo. Nosotros por la concertación nacional. En una crisis en la que todos tenemos que apretarnos el cinturón, se lo tienen que apretar las familias, las empresas y la Administración. Lo que no puede ser es que al Gobierno le toque la lotería por la inflación.

¿Asistimos a la vuelta del bipartidismo?

Confío en que la situación esperpéntica que estamos viviendo cristalice en una resurrección del bipartidismo. La fragmentación, la mayoría de las veces, lleva a la radicalización y a la ingobernabilidad. Lo estamos viendo en Cataluña con la incapacidad de entendimiento entre las dos fuerzas separatistas. El sanchismo se ha convertido en un partido que intenta amalgamar, coordinar y acaudillar identidades diluyendo el «yo» en un «nosotros». Eso explica el feminismo radical, el ecologismo radical, la apelación a las religiones minoritarias –Alianza para Civilizaciones– y muchas otras de sus políticas, como la permisividad con algunas de actuaciones contrarias al derecho en algunas comunidades. Ese es el secreto de lo que está pasando. Llegan a la conclusión de que, para perpetuarse en el poder, tienen que llegar a un acuerdo con nacionalismos periféricos. Lo intenta Zapatero con el pacto del Tinell y Sánchez lo ha vuelto a hacer.

Se cumplen 40 años de la llegada al poder de Felipe González. ¿Ve al PSOE retornando a los orígenes?

Felipe González convirtió un partido que era marxista en socialdemócrata. Y un partido neutralista, desde el punto de vista internacional, lo integra en la OTAN. Con ese partido sí que nos podíamos entender, pero con todas las transformaciones que han hecho Zapatero y Sánchez, ese entendimiento nacional es imposible. Si la Transición era la reconciliación, ahora está en la apertura de las viejas heridas. Si lo que intentábamos todos era acertar por el bien de España, ahora vale todo y parece que la única posibilidad que tiene uno de ganar unas elecciones es que el otro se equivoque.

¿Ve posible unos nuevos «Pactos de la Moncloa» con Feijóo?

Feijóo lleva muy poco tiempo presidiendo el PP y ya ha propuesto hasta cinco pactos, y ninguno ha sido contestado. La voluntad de pacto del PP es enorme. Pero Sánchez no aspira al pacto con el PP salvo en casos de extremaunción. De hecho, no aspira a la independencia de los tres poderes, sino a la sumisión del legislativo y el judicial al ejecutivo. No aspira a la independencia del Poder Judicial, sino a controlar los jueces. De hecho, en cuanto al CGPJ se refiere, el único país que hace eso es Polonia, que está bajo sospecha de la UE. Es el tic totalitario de Sánchez: controlar el Parlamento, al Ejecutivo y al Judicial. No aspira a una mayor coordinación de las distintas administraciones para hacer más con menos, lo que aspira es a una mera coexistencia de distintos poderes territoriales poco dispuestos a entenderse entre sí.

¿Estas reflexiones se las cuenta a Feijóo?

Yo tengo el defecto no solo de defender lo que pienso, sino también de defender mis reflexiones en voz alta y por escrito. La prueba está en «España en su Laberinto». Espero que Feijóo de alguna manera lo valore, pero en ningún caso quiero marcar el rumbo a nadie. Esto no es un programa político. Es un proyecto de país, una llamada a quienes lo puedan compartir para hacer un frente común. Si me permite una comparación histórica, yo diría que a lo que aspiramos es a regenerar España como lo hizo la Generación del 98 o a apelar a los constitucionalistas a hacer un frente común: una llamada como la que hizo la Agrupación de Intelectuales al Servicio de la República en los años 30. Solo que esta vez sería al servicio de la Constitución y de la reafirmación de España como Nación.