Negociar con Arrimadas

«La pelea en Cs es solo por ver quién cierra la caja y se queda con la mejor parte»

Génova esperará a que termine el proceso interno de los naranjas para negociar con Arrimadas y Villacís. Hay en juego medio millón de votos

El presidente del PP nacional, Alberto Núñez Feijóo, interviene durante el acto de presentación de candidatos autonómicos del Partido Popular a las elecciones autonómicas del 28M, a 14 de enero de 2023, en Zaragoza.
El presidente del PP nacional, Alberto Núñez Feijóo, interviene durante el acto de presentación de candidatos autonómicos del Partido Popular a las elecciones autonómicas del 28M, a 14 de enero de 2023, en Zaragoza.Fabián SimónEuropa Press

La fractura en Ciudadanos (Cs) no es una buena señal para el futuro de la formación naranja y hasta puede ser una amenaza para las expectativas del bloque del centro derecha. En Génova creen que detrás de esta batalla interna no hay más que un pulso para ver quién es el que firma el proceso de defunción de la formación naranja y, como notario, se recoloca mejor en el nuevo escenario. Edmundo Bal, hasta ahora la «mano derecha» de Inés Arrimadas, ha buscado «posicionarse para estar en la lista del capital humano con el que se tiene que contar para echar el cierre en el partido», a juicio de los populares. «Esto es solo una pelea por ver quién cierra la caja y se queda con la mejor parte».

Una pelea que puede tener graves consecuencias para el futuro del bloque del centro derecha si en las generales los votos que vayan a Cs no consiguen escaño y se pierden en el camino. Estamos hablando, según los cálculos que se manejan a día de hoy, de medio millón de votos, aproximadamente, que en una lista unitaria pueden decidir si hay un cambio de color en el Gobierno.

Por eso Génova está a la espera de ver cómo termina el proceso de reordenación interna antes de decidir la mejor manera de afrontar el proceso de integración. Hablarán con Inés Arrimadas. De la misma manera que ya han contactado con Begoña Villacís, informalmente. Ahora toca esperar a ver qué mensajes salen del congreso, y dan por hecho que es posible que Cs no se disuelva de manera natural antes de las próximas elecciones autonómicas y municipales. Aunque estos comicios son una difícil prueba para el partido que fundó Albert Rivera porque se ha ido desintegrando territorialmente y en donde tenía más implantación, por ejemplo en Andalucía, ya ha sido víctima de una OPA por parte del PP.

De momento, la candidatura continuista, la lista de Arrimadas, se impuso el jueves en un proceso interno con mucho barro y que no ha movilizado ni a la mitad de las bases. La diferencia más sustancial entre lo que representa Arrimadas y lo que ahora ofrece Edmundo Bal es que este último avala la tesis de que la salvación del partido pasa por abrirse a negociar con el PSOE de Pedro Sánchez, Podemos, ERC y Bildu. Una excusa para justificar presentarse como alternativa en un escenario en el que internamente se asume que la formación no tiene más recorrido y sólo tiene pendiente buscar una manera digna de disolverse.

Aunque el PP ha ido absorbiendo voto de Ciudadanos, en Génova son conscientes de que la operación de anular por completo a Cs en las urnas no la pueden ejecutar sin que pase por la disolución de estas siglas, y de ahí la importancia que conceden a la negociación que pondrán en macha cuando Cs estabilice su revisión interna. De momento, la nueva líder del partido, Patricia Guasp, reivindica su poder, a pesar de que sea un nombre desconocido entre la opinión pública y sin ningún currículum de apoyo electoral. Una desconocida fuera de Baleares, donde ejerce como portavoz en el Parlamento autonómico, y que salió de las primarias convertida en la líder de un partido que camina hacia su desaparición.

Tanto ella como Adrián Vázquez, jefe del grupo parlamentario en Bruselas y nuevo secretario general –los dos se impusieron con Arrimadas en su lista a Bal–, tienen un déficit de liderazgo y de crédito político.

En este proceso de absorción, de capital humano, no de siglas, en el PP no reconocen a estos dos nombres ninguna relevancia política. «No son nombres que haya que tener en cuenta para nada porque no han ganado nada ni tiene tirón en las urnas».

Sin Arrimadas, «la marca ya no representa nada», porque ni siquiera «la lidera un nombre con un pasado y un significado político».

Esta nueva dirección de Ciudadanos tiene el problema añadido de que tampoco ofrece un proyecto ideológico que se diferencie del PP. En la etapa anterior fue la regeneración lo que facilitó a Cs ascender como la espuma desde la nada frente a unas siglas populares manchadas por la Gürtel y otros escándalos. Ahora la corrupción ya no es una señal de diferencia con el PP de Feijóo.

Tampoco en Cataluña son referente porque Vox ha ocupado el espacio, suyo y también del PP. De hecho, los datos que maneja el PP señalan que podría conseguir unos seis escaños en las próximas elecciones generales. Una cifra muy modesta, pero que se nutre de voto de Ciudadanos.

Arrimadas deja de estar en el núcleo de la toma de decisiones después de la asamblea general que se celebra este fin de semana. La dirección entrante le reconoce el derecho a opinar y debatir, pero también exige que sea consciente del paso al lado que ha dado.

En este contexto, si Arrimadas tomara ahora la decisión de dar el salto al PP, «esta nueva dirección nace muerta y sin capacidad de articular ni siquiera un proyecto político».

Cs se ha ido descapitalizando territorialmente y tendrá serios problemas para presentar candidaturas en las elecciones de mayo.

Además, se enfrenta a la amenaza de los futuros pasos, desestabilizadores, que pueda dar Edmundo Bal. Bal tiene de su lado el apoyo de la mayoría de los diputados de Cs, e incluso podría forzar el cese de Arrimadas como portavoz parlamentaria.

El partido también tiene todavía por decidir quién va a ser el candidato a las próximas elecciones generales. Las encuestas serán la base sobre la que el PP tomará sus futuras decisiones en la relación con este partido.