Política

La salud del Rey

Al servicio de España pese a los problemas de salud

La Razón
La RazónLa Razón

Los últimos dos años y medio han sido años complicados y difíciles para la salud del Rey. Don Juan Carlos ha sufrido una serie de quebrantos, ninguno de ellos de gravedad seria o extrema, que han mermado su fortaleza física pero no han logrado quebrar su ánimo y entereza de carácter. Ante los tropiezos sufridos, el Jefe del Estado ha hecho gala de afán de superación y deseos de pronta recuperación para poder reasumir con rapidez sus obligaciones y tareas oficiales. Puede haber sufrido momentos puntuales de flaqueza pero su coraje ha hecho que su regreso no se haya demorado demasiado.

El primer susto serio que la salud le dio al Rey fue en el mes de Mayo de 2010, cuando Don Juan Carlos fue al quirófano en el Hospital Clinic de Barcelona para ser operado de un nódulo en el pulmón detectado en una revisión médica rutinaria que un equipo de doctores le hacía cada año. Hasta que los cirujanos no abrieran el tórax del Jefe del Estado no podían saber si el nódulo era benigno o era de carácter canceroso. Don Juan Carlos afrontó la noticia con serenidad y entereza pero no pudo evitar el sentimiento de incertidumbre que cualquier persona sufre ante la posibilidad de sufrir una enfermedad tan grave como es un tumor maligno en el pulmón. No dejó de cumplir con su agenda hasta horas antes de desplazarse a Barcelona y casi nadie notó la preocupación lógica del monarca ante su entrada inminente en el quirófano.

El momento político era crítico, como se supo después, ya que fue precisamente entonces cuando el equipo de gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero no tuvo más remedio que reconocer la crisis económica y financiera de España ante las autoridades de Bruselas y afrontar la posibilidad de un rescate inmediato por parte de la Unión Europea. En el Palacio de la Moncloa se vivieron horas críticas al tener que encarar la realidad de la pésima situación económica española y saber que la salud del Jefe del Estado estaba en riesgo de sufrir un serio contratiempo.

Al terminar la intervención, el equipo médico compareció para dar la mejor de las noticias: Don Juan Carlos no tenía cáncer y el nódulo que se le había extirpado era de carácter benigno. Los comentarios de los propios médicos destacaron la fortuna de Don Juan Carlos al ver que no tenía que enfrentarse a un proceso largo de recuperación, con tratamientos más agresivos de quimioterapia y radioterapia, y que tan solo tenía que afrontar una convalecencia mucho más llevadera. En la mayoría de los casos que se detecta un nódulo en el pulmón, su carácter es maligno, por tanto los comentarios apuntaron que el monarca había tenido mucha suerte al sufrir una dolencia más benigna.

Los ciudadanos españoles también dieron un suspiro de alivio al saber que el Rey no padecía una enfermedad grave. El afecto popular hacia el monarca se manifestó en los días posteriores a la intervención en las puertas mismas del hospital barcelonés, en donde se congregaron numerosas personas para interesarse por la salud de Don Juan Carlos. Y también en los cientos de miles de telegramas dirigidos al Palacio de la Zarzuela deseándole una pronta recuperación.

«Paso por talleres»

Durante el año 2011, el Rey tuvo que hacer gala de nuevo de su entereza al afrontar de nuevo dos intervenciones quirúrgicas aunque de carácter menor. En Junio, bajo anestesia epidural, se le implantó una prótesis en la rodilla derecha. Después de dos días de ingreso hospitalario, inició una fase de recuperación que duró varias semanas. Tres meses más tarde, en Septiembre de ese mismo año, Don Juan Carlos fue intervenido para repararle la rotura del tendón de Aquiles, una lesión bastante dolorosa que requirió de nuevo seguir con rehabilitación para solventar sus problemas.

La mala suerte, sin embargo, perseguía al monarca. Se trataba de una auténtica mala racha que Don Juan Carlos ha ido encarando con resignación y paciencia aunque a veces ha surgido la rebeldía en una persona que ha sido siempre muy activa y deportista. El verse, de alguna manera, limitado en sus movimientos y obligado a realizar una rehabilitación dura y dolorosa ha sido una prueba difícil de superar para alguien acostumbrado a viajar y moverse de forma constante.

Pero lo peor estaba por llegar. El ambiente en el Palacio de la Zarzuela cambió totalmente cuando se destapó el caso Noos y la participación de Iñaki Urdangarín en los turbios negocios desarrollados por el marido de la Infanta Cristina. En Diciembre, el Jefe del Casa del Rey compareció ante los medios de comunicación acreditados ante el Palacio de la Zarzuela para anunciar que el Duque de Palma quedaba apartado de cualquier actividad oficial de la Familia Real y de apariciones públicas de la misma. El ánimo en la residencia de los Reyes estaba por los suelos.

Y, para más inri, la situación interna de la Casa Real se agravó extraordinariamente con la noticia de que el Rey había sufrido un accidente cuando se encontraba en una cacería de elefantes en Botswana. Esa semana, de nuevo, España estaba en la cuerda floja ante las autoridades europeas y la amenaza de un rescate parecía inminente. El saber que justo entonces, don Juan Carlos se encontraba en el continente africano en una actividad que disgusta a muchas personas, irritó profundamente a los ciudadanos españoles, afectados por la profunda crisis económica. Además de afrontar un nuevo paso por el quirófano, esta vez por rotura de la cadera derecha, el monarca tuvo que plantearse como podía reparar el daño hecho a sus conciudadanos. Ese fue el momento de un gesto duro y difícil que da una idea de cómo es Don Juan Carlos. Una persona capaz de reconocer públicamente sus errores, disculparse ante las cámaras por algo que no debía haber ocurrido y prometer que nunca más iba a suceder.

El camino de espinas ha seguido para el Rey en los últimos meses. Llevado por su afán de reparar el daño hecho con la cacería de Botswana, Don Juan Carlos puso sus fuerzas al límite al realizar una serie de viajes en apoyo del deseo del gobierno de abrir posibilidades de negocio en el extranjero para las empresas extranjeras. Llegó agotado a la Cumbre Iberoamericana de Cádiz, donde anunció con gran sentido del humor que necesitaba «pasar por talleres» para que le pusieran una prótesis en la cadera izquierda. Y cuando ya parecía que los problemas habían quedado solucionados, nos enteramos que debía ser operado de una doble hernia discal en la espalda. Otra vez, paso por el quirófano y de nuevo un intensa rehabilitación que apenas le dejó pasar unos días de vacaciones en Mallorca.

Ahora es la cadera izquierda es la que da problemas de movilidad al monarca. Habrá que confiar, como hasta ahora, en la fortaleza, coraje y fuerza de voluntad de Don Juan Carlos para que supere este nuevo problema que deberá afrontar en los próximos días y semanas.