Política

ETA

Cataluña importa el modelo de ETA

El independentismo que se desarrolla en tierras catalanas está "calcado"del que se siguió en su día en el País Vasco

Un hombre pasa junto a una pintada de apoyo a la banda terrorista ETA / Efe
Un hombre pasa junto a una pintada de apoyo a la banda terrorista ETA / Efelarazon

El independentismo que se desarrolla en tierras catalanas está "calcado"del que se siguió en su día en el País Vasco.

El proceso separatista que se desarrolla en Cataluña y en el que sus organizadores tratan de involucrar al Gobierno socialista, está «calcado», incluida una «mesa de partidos políticos», del que se siguió en su día en el País Vasco, con un Ejecutivo central también socialista, con la diferencia de que los catalanes parecen estar mejor situados para lograr sus objetivos que en su momento los del País Vasco, según expertos consultados por LA RAZÓN. Si se repasa lo que ocurrió en octubre de 2011, antes y después, en un proceso que «culminó» con la «Conferencia Internacional para promover la resolución del conflicto en el País Vasco» y la «Declaración de Ayete», en San Sebastián, se observan varias similitudes con lo que pasa ahora en Cataluña y que cuenta de nuevo con el apoyo (más o menos explícito, según las circunstancias) del Gobierno de Pedro Sánchez y los socialistas catalanes.

Los ejes sobre los que pivotó todo aquel proceso, en el que ETA-Batasuna llevaban la voz cantante, eran, como fin estratégico, la independencia del País Vasco, para lo que contaban con el indisimulado apoyo de los partidos nacionalistas, en especial del PNV; la amnistía para los presos etarras; y la salida de las Fuerzas de Seguridad del Estado de las tres provincias vascas y de Navarra.

Todo ello se articulaba en torno a esa «mesa de partidos» y sobre todos ellos existía la supervisión de unos «verificadores», a los que perfectamente se les podría haber llamado «relatores». De hecho, aquella «declaración» fue avalada por «personalidades internacionales» como Kofi Annan, Premio Nobel de la Paz y ex-secretario general de la ONU; Bertie Ahern, ex primer ministro de la República de Irlanda y participante del Acuerdo de Viernes Santo y el Proceso de paz de Irlanda del Norte; y Gerry Adams, presidente del Sinn Féin y gran mentor del citado acuerdo . Además del inevitable abogado sudafricano Brian Currin, que estuvo en el manejo del «proceso» desde el primer momento.

En la Conferencia Internacional de Paz, como colofón de la «mesa de partidos políticos», como se pretende en Cataluña. participaron, además del Partido Nacionalista Vasco; Eusko Altartasuna; el partido Socialista de Euskadi-Euskadiko Ezkerra, además de, por supuesto, la llamada «Izquierda abertzale» del entorno proetarra. En la declaración final, se hablaba de «facilitadores» para el diálogo, que podrían ser internacionales. En definitiva, se planteaba, como en Cataluña, un «conflicto» inexistente (los problemas derivaban de los que conculcaban las leyes y estaban dispuestos a romper la unidad constitucional de España) y se ofrecía la participación de los que ahora se ha venido en llamar «relatores».

Las exigencias de los secesionistas catalanes son prácticamente las mismas que las de los vascos: –Que no se celebre el juicio por la intentona serparatista de octubre de 2017 (y si tiene lugar, que se haga de una manera «controlada»), que los políticos presos sean puestos en libertad, además de anular los otros procesos que están en marcha o que se puedan abrir en el futuro: un «indulto general».

–Los movimientos a cargo de grupos extremistas, como los CDR, GAAR, Arran, etcétera contra el Cuerpo Nacional de Policía y la Guardia Civil, aunque no han cobrado aún la fuerza de la campaña «Alde Hemendik» («Iros de Aquí») que se desarrolla en el País Vasco y Navarra, lejos de decrecer, aumentan cada día.

–Que no se pongan trabas (al contrario, que se facilite) la «limpieza étnica», con imposiciones lingüísticas y exclusión de cualquier «españolismo»

–En el plano político, Gobierno y Generalitat están de acuerdo en la formación de la citada «mesa» (de hecho, en la misma estarían los socialistas del PSC) con la inclusión, según se ha dicho, de un «relator», cuyas funciones, dado el gran escándalo e indignación que ha causado en la opinión pública, el Ejecutivo de Sánchez trata de acotar. Se le llame como se le quiera llamar, verificador, notario, secretario de actas..., lo cierto es que el escenario se parece, aunque sea en embrión, al proceso que culminó en la conferencia de Ayete. Cuatro coincidencias a tener en cuenta.

Los expertos consultados sostienen que a los secesionistas catalanes les gustaría «internacionalizar el conflicto» (llevan años trabajando en este plan con sus «embajadas»), como se hizo en el País Vasco, y que el Gobierno puede, voluntaria o involuntariamente, meterse en un auténtico «berenjenal».

A ETA no la convenció ninguna conferencia política, sino que tuvo que optar por esta vía al ser derrotada operativamente por las Fuerzas de Seguridad del Estado y, en su fase final, en especial por la Guardia Civil. El objetivo estratégico, el de la independencia, se mantenía pero los medios tácticos (atentados) no eran posibles. En Cataluña, afortunadamente, no existe el problema del terrorismo, gracias a la desarticulación en su día de Terra Lliure, pero sí un clima de violencia callejera, como la «kale borroka» vasca, y de acoso a los políticos no separatistas. Se trata, como hacía ETA, de implantar el miedo entre estas personas y mandarles el mensaje de que lo mejor que pueden hacer es abandonar Cataluña.

En el País Vasco, los electores, una vez desaparecidos los atentados, aunque persista la presencia de la «ETA política», han optado por el nacionalismo del PNV con apoyo de los socialistas. Por la vía de la negociación y dada la debilidad y vulnerabilidad del Gobierno de Sánchez, llevan meses logrando avances.

En Cataluña, con unos planteamientos similares pero de una manera más sórdida, han optado, pese a las generosas concesiones económicas, por la imposición dada esa debilidad del Ejecutivo de Sánchez. Hasta llegar a la figura del «relator».