Crisis del PSOE

El PSOE entra en fase de resignación

Con Chacón de «año sabático», Madina en silencio y López desaparecido, se desdibuja el relevo

La Razón
La RazónLa Razón

Un tímido soplo de aire fresco ha entrado esta semana por las ventanas de la calle Ferraz. Y todo por una encuesta, la primera que desde que Alfredo Pérez Rubalcaba es secretario general otorga a los socialistas posibilidades de victoria.

Un tímido soplo de aire fresco ha entrado esta semana por las ventanas de la calle Ferraz. Y todo por una encuesta, la primera que desde que Alfredo Pérez Rubalcaba es secretario general otorga a los socialistas posibilidades de victoria. Pírrica, cierto, pero victoria al fin y al cabo. Cuatro décimas por delante del PP son suficientes para una dirección federal que ha tenido más hieles que mieles demoscópicas desde que asumió las riendas del PSOE.

No importa que el trabajo se publicara en un medio «amigo», que no incluyera valoración de líderes o que el mismo día se conocieran los resultados de otro en el que los populares mantienen la victoria sobre los socialistas pese a perder 33 escaños. Rubalcaba no oculta su satisfacción por la tibia mejoría de los socialistas, está convencido de que el próximo Gobierno será socialista. Es más, de no haber sido por el controvertido auto de la jueza Mercedes Alaya, la semana que acaba podría haber sido la primera en la que el secretario general no hubiera tenido sobresaltos. Su pronóstico es que el PSOE irá recuperando el poder perdido en las próximas elecciones autonómicas y locales y que en esa misma cita el PP seguirá en descenso. Está tan seguro de las posibilidades electorales del PSOE, que la pregunta es obligada: ¿estamos más cerca del candidato Rubalcaba? Él sigue dando largas cambiadas: «Si creo que puedo ser útil, igual me presento y que decidan los ciudadanos», pero «también podría dar un paso atrás». En su entorno aseguran que la decisión no está tomada.

Y aunque entre los socialistas ha habido apuestas fijas a lo uno y a lo otro, nadie se atreve a aventurar cuál será el final, ni siquiera los que siempre defendieron que Rubalcaba era un secretario general de transición para pilotar el cambio político y generacional que precisa el partido antes de volver a ser alternativa del gobierno. Precisamente entre éstos es donde más se ha instalado en las últimas semanas la resignación. Con Carmen Chacón de «año sabático» en EEUU, Eduardo Madina en silencio y Patxi López desaparecido, hay barones que describen en estos términos la situación que atraviesa el PSOE: «Estamos bajo los efectos de la morfina. No arreglamos el problema, pero no tenemos dolor».

Muchos son los que creen que cada día que pasa se desdibuja el ansiado relevo y esta frase, de un influyente barón, da idea de cómo poco a poco, entre los socialistas, se va apagando la idea de un cambio de liderazgo antes de las elecciones europeas de mayo de 2014, como algunos pretendieron en contra del calendario desplegado por la dirección federal. Hay incluso quien barrunta que el «aparato federal» tiene intención de apurar plazos hasta encontrar una coartada para no celebrar siquiera primarias. Y es por eso por lo que en los diferentes territorios, el PSOE ha entrado en «posición atóna», dice otro secretario general, que advierte que en el suelo «hay tanto barro que nadie encuentra un punto de apoyo».

La semana pasada, en los mentideros socialistas se hablaba mucho del cambio de posición de algunos «veteranos», como Felipe González o Juan Carlos Rodríguez Ibarra, que hace unos meses estaban por la labor de impulsar un nuevo liderazgo y hoy, sin embargo, ante la ausencia de alternativa clara y el evidente desgaste del PP, defienen que lo mejor es «no moverse» ante esta situación de atonía total, como la describe uno de los barones más influyentes del partido.

La disyuntiva que muchos se plantean es clara: o aguantamos con Rubalcaba hasta el final o quienes tengan interés en pujar por el nuevo liderazgo deben dar ya un paso al frente y «asumir riesgos». Con esta opinión coincide un veterano diputado, que dice estar convencido de que si el PSOE hace bien las cosas en los próximos meses y es capaz de «ofrecer un cambio», hay «bases para la recuperación». Pero, claro, este escenario, apunta, requiere de grandes dosis de generosidad por parte del actual secretario general, ya que si nos desprendemos del pasado –y el pasado es también Rubalcaba– los socialistas «veríamos empezar una paulatina fase de recuperación».

De momento, eso sí, nadie ve un aspirante con suficiente tensión para promover el cambio necesario antes de la cacareada conferencia política de noviembre, y eso que en este foro se da por hecho que la dirección tendrá que «torear» una o varias enmiendas de los delegados para poner una fecha concreta a las primarias. Por tanto, o el equipo de Rubalcaba empieza ya a sondear con los barones y los posibles aspirantes cuál sería el momento más adecuado y lo lleva cerrado al cónclave o, por el contrario, le forzarán a hacerlo allí mismo.

Discrepancias en la fecha de las primarias

Con un PSOE en plena crisis de identidad y de liderazgo, la Conferencia Política que tendrá lugar entre los días 8 y 10 de noviembre se perfila como un nuevo foco de polémica. Algunos miembros del partido, como el ex ministro de Asuntos Exteriores Miguel Ángel Moratinos, el diputado vasco Odón Elorza y la dirigente juvenil Beatriz Talegón, pretenden convocar elecciones primarias entre diciembre y marzo del año que viene para elegir al candidato a ocupar la Moncloa en 2014, y piensan aprovechar dicha conferencia para, mediante una serie de enmiendas, forzar una votación que, según se decidió en el 38º Congreso Federal del PSOE, debería estar abierta a todos los ciudadanos.

Las movilizaciones de Moratinos, Elorza y Talegón harán que no quede más remedio que abrir un debate acerca de si conviene o no adelantar la cita electoral de los socialistas. No obstante, desde Ferraz el plan es aprovechar la falta de candidatos claros al relevo de Rubalcaba y no convocar las primarias hasta después de las elecciones al Parlamento Europeo del 25 de mayo, una fecha clave para valorar si la imagen del actual secreatario general (y del propio PSOE) ha conseguido lograr una mejoría a ojos de la ciudadanía.