Relevo en el PP

Enótita, «retrato robot» del nuevo líder (o lideresa)

Están llamados a dirigir el centro derecha español y devolverle la Presidencia del Gobierno. Para ello no sirve sólo saber de política, sino que el que quiera llegar al poder ha de conjugar la empatía y la resiliencia con una sana ambición. Y gestionar las crisis y ataques internos con la difícil tarea de hacer equipo.

Enótita, «retrato robot» del nuevo líder (o lideresa)
Enótita, «retrato robot» del nuevo líder (o lideresa)larazon

Están llamados a dirigir el centro derecha español y devolverle la Presidencia del Gobierno. Para ello no sirve sólo saber de política, sino que el que quiera llegar al poder ha de conjugar la empatía y la resiliencia con una sana ambición. Y gestionar las crisis y ataques internos con la difícil tarea de hacer equipo.

1 Capacidad –probada– de gestión

Los militantes del Partido Popular no buscan únicamente un presidente, sino la «cara» del próximo cartel electoral para unos comicios generales. Y que pueda, además, avalar a los distintos candidatos que se batan el cobre hasta la próxima primavera, en la que tendrán lugar las municipales y autonómicas, además de las Europeas. La que reunía mayores condiciones en este sentido era, en principio, Sáenz de Santamaría, por su condición de vicepresidenta del Ejecutivo, pero no hay que soslayar la gestión de Pablo Casado.

2 Capacidad de Comunicación. Empatía. Carisma

No es una cualidad menor. El más joven, Casado, ha dado sobradas pruebas de saber cómo manejarse en situaciones complicadas. Ha demostrado comunicar bien y tener una fibra especial para llegar a los militantes, a sus votantes e incluso a la ciudadanía en general. Las cámaras le quieren y viceversa. La comunicación nunca ha sido el fuerte, ni del PP ni de sus líderes. Íntimamente ligada con ésta hay otra cualidad clave: la honradez. Si un político está limpio, las crisis a las que haya de enfrentarse se reducirán a la mitad, como mínimo.

3Resiliencia

No se puede aspirar a ser un buen líder sin ella. Nadie que aspire a las más altas responsabilidades puede tener la piel demasiado fina... porque se la abrasarán. Sáenz de Santamaría y Casado saben de esto. La primera tuvo que sufrir lo indecible recién llegada a Madrid, cuando veteranos diputados la veían como una «jovencita inexperta». Casado también ha pagado el precio de llegar demasiado joven a algunas responsabilidades. Pero los dos saben mucho de aguantar... y hacerlo con una sonrisa en los labios.

4Carencia de «sombras del pasado». Falta de tutelas.

A Casado han tratado de amargarle señalándole como una proyección de Aznar. Es cierto que dio al lado del ex presidente sus primeros pasos, pero en los últimos tiempos, Casado no ha estado marcado por sus directrices ideológicas. Santamaría cuenta en esto con una ventaja: a nadie más que a Mariano Rajoy debe su carrera, pero desaparecido de la escena el gallego, nadie sospechará jamás que si ella llega algún día a ocupar la más alta responsabilidad vaya a pedir consejo o a dejarse influir por el de Pontevedra.

5«Mano izquierda» para lidiar los enemigos internos.

Ambos aspirantes tienen una legión de compañeros a los que les gustaría ver «arder» a los dos, juntos o por separado. A medida que han ido ascendiendo, han coleccionado desafecciones. Los dos son jóvenes y tienen un gran futuro político por delante. La contrapartida de esta cualidad es la necesidad de una extraordinaria «mano izquierda» para salir indemne de cualquier enfrentamiento. Rajoy fue en eso un maestro: jamás buscaba el combate directo y siempre dejaba que otros lo dieran por él.

6 Hacer partido

Quien mejor interiorizó esta cualidad, necesaria para liderar por razones obvias, ya no está en la carrera. De Cospedal se decía que era, no la secretaria general sino la «general secretaria». Soraya parte aquí con un claro hándicap; nunca fue una «mujer de partido», nunca le interesó. Casado, en cambio, se interesa mucho más por las estructuras, desde las más altas hasta las de «base». Sabe bien que al militante de a pie le gusta que le conozcan por su nombre, le pregunten por su familia o se interesen por las cosas de su pueblo.

7 Sana ambición y proyectar éxito

Un político nunca llega a ganar si no tiene ganas de poder, pero necesita llegar a ello con un proyecto sólido, sin complejos y proyectando éxito en los votantes. Si un aspirante a líder no es ambicioso, que se dedique a otra cosa. Pero la exhibición pública de tal característica debe ser administrada con cuidado para que no parezca que sólo quieren «pillar sillón». En Sáenz de Santamaría, esta cualidad se aprecia de lejos. Tal vez Casado sea más taimado. Pero ambos harían bien en insistir más en sus posicionamientos ideológicos y menos en que se note que estas primarias, como las de otros partidos, no son más que una carrera por el poder.

8 Capacidad de trabajo

Es de sobra conocido que la ex vicepresidenta es conocida como la «máquina de trabajar». Que agota a sus colaboradores y que sus días tienen 25 horas. Es imprescindible para cualquier líder tener una capacidad y aguante que le permita estar alerta de forma permanente y exigir con el ejemplo a sus colaboradores que estén a su altura. A ambos aspirantes, como a los militares el valor, esta capacidad, se les supone.

9Carencia de prejuicios. Capacidad de adaptación

Vivimos en el siglo XXI, no en el XX, aunque algunos responsables políticos parezcan desconocerlo y den pruebas diarias de estar anclados en el pasado. La necesidad de tener los ojos y los oídos bien abiertos y ser capaces de «leer» lo que demandan los ciudadanos en cada momento es primordial. No se trata de carecer de principios, claro, pero sí de saber amoldarse a los tiempos y no encastillarse en posiciones periclitadas. No conviene olvidar que, al final, los ciudadanos tienden a votar a quien más se les parece.

10 Suerte

Es la última, pero no la menos importante. De todos los presidentes del Gobierno que en España ha habido desde el inicio de la Transición se ha dicho que la tuvieron a raudales. La famosa «baraka», que dicen los árabes. La demostró Suárez, llevando a buen puerto una situación que parecía imposible; la exhibió González en numerosas ocasiones, incluso José María Aznar, en sus primeros años. Y hasta Zapatero y Rajoy han sentido su caricia. Tanto Sáenz de Santamaría como Casado están aún por estrenarse en la más alta responsabilidad, pero si quieren, no ya llegar sino durar en la cima, deberán sentir el beso de esa dama caprichosa e imprevisible. Eso sí, que cuando la diosa fortuna les sonría, les coja siempre trabajando.