Cerco judicial al PSOE
El escudo de Sánchez: la Gürtel de Rajoy y Aznar
Moncloa intensifica su precampaña. Y extiende la sensación de que hay partido
Más de 7 años al frente del Gobierno. Más de diez a los mandos del PSOE. Y Pedro Sánchez Pérez-Castejón, de 53 años, sigue siendo el único gran activo de su partido. Por eso, según fuentes gubernamentales, el líder socialista usará todos los ataques del PP como un bumerán el próximo 30 de octubre, cuando comparezca en el Senado para responder si Ferraz se financió irregularmente.
Moncloa intensificará su precampaña electoral para movilizar a los progresistas. En el Ejecutivo se extiende la sensación, a golpe de encuesta, de que hay partido, de que los casos de corrupción que tienen al Gobierno bajo asedio no les pasarán tanta factura cuando llegue el momento de sacar las urnas por el miedo a los ultras. El marco en el que Sánchez quiere meter a los españoles está claro. Si quieren que se vaya, que voten a Vox. Y, si quieren que no llegue Vox, que le voten a él. No hay más. Esa es la ecuación.
Fuentes gubernamentales creen que la fecha elegida por el PP –un día después del funeral de Estado por las víctimas de la DANA– es un gol del equipo de Alberto Núñez Feijóo. Pero en Moncloa también consideran que el juicio por la pieza principal de la trama Gürtel, que arrancó el lunes en la Audiencia Nacional y que ya devuelto a los medios nombres de viejos rockeros de la corrupción –como Francisco Correa o Pablo Crespo– es una oportunidad para ellos, porque les permitirá responder e ir a la ofensiva bajo el convencimiento de que los suyos les perdonarán sus propios casos precisamente por haber actuado en el momento en el que estallaron. El «caso Cerdán» ha sido el gran golpe a la credibilidad del presidente.
Pero en el PSOE dan por amortizada la crisis. Los dirigentes consultados por LA RAZÓN señalan que todo lo que venga de la Guardia Civil o del juzgado será el enésimo capítulo de la misma saga, y que no tendrá ya el impacto que tuvo en su día la entrada en prisión provisional del ex secretario de organización Santos Cerdán.
El Ejecutivo, en cualquier caso, confía en la capacidad comunicativa de Sánchez para salir indemne del Vietnam al que la oposición le querrá someter en la Cámara Alta. El PP no desvelará hasta el final qué senador será el que toree al presidente del Gobierno. Pero los populares comienzan a dar algunas pistas. Encima de la mesa no solo estará la financiación del PSOE, también habrá tiempo para cuestionar al presidente por el caso que afecta a su mujer, Begoña Gómez, e incluso el «caso Delcy». Todas las balas son útiles para los populares.
Lo cierto es que la comparecencia de Sánchez es un arma de doble filo, porque si el líder socialista sale sin rasguño alguno, podrá seguir alimentando la sensación de que puede seguir y puede volver a ganar por mucho que las encuestas sigan detectando en estos momentos una mayoría sociológica de la derecha en España que Vox está rentabilizando.
La idea con la que trabaja el equipo del presidente del Gobierno es recordarle al PP que el partido de los sobres y de las grandes causas corruptas es él. Que Génova fue la organización que destrozó a martillazos sus propios ordenadores para evitar que los agentes pudieran acceder a sus datos en plena investigación. Aunque Sánchez, recuerdan en el partido, no debería prometérselas tan felices. Como ya contó este diario, en el partido temen la salida de Santos Cerdán de prisión. Sus excompañeros huelen su rencor a kilómetros. No solo a buena parte del grupo parlamentario, sino al propio presidente. Como recuerda un diputado socialista, «al final él es quien ha estado entre rejas y eso, quieras o no, marca mucho».
Desde que arrancó el curso, en septiembre, el equipo de persuasión de Moncloa ha dado un vuelco a la comunicación del presidente. Sánchez ha pasado de estar encerrado en un búnker a exponerse de nuevo públicamente en actos de todo tipo. El plan es mostrar que hay un Gobierno que gobierna y no vive al día del último informe de la UCO. Por eso la han emprendido ahora con el cambio de hora. Se trata de permear en los españoles para que se olviden de todo lo que casi les tumba: una trama corrupta, un fiscal general procesado y la familia del jefe del Ejecutivo a punto de sentarse en banquillo. Todo un viacrucis que Sánchez cree poder sortear.