Análisis
Al filo de lo imposible
En Cataluña o habrá investidura de Illa con unos pactos que exigen encaje de bolillos o un bloqueo que conduzca a la repetición electoral
Tal como pronosticaban las encuestas, las elecciones catalanas tienen un claro ganador en votos y escaños: el candidato del PSC, Salvador Illa. Pero como en una película de suspense, la noche electoral deja un escenario abierto, unos pactos en el aire, la sombra de una posible repetición electoral y una legislatura en el Congreso endiablada para Pedro Sánchez. Illa consigue ser la primera fuerza y, si la aritmética negociadora se lo permite, podría articular un nuevo tripartito de izquierdas que situaría de nuevo a un socialista en la Generalitat. Algo que se presume complejo y que no sucede en Cataluña desde hace 17 años con el entonces líder del PSC, José Montilla. El fugitivo Carles Puigdemont logra una remontada en segunda posición, no tanta como la prevista, pero al no tener ninguna prisa –expectante por la amnistía–, podría intentar bloquear la investidura de Illa y forzar unos nuevos comicios. Un día Pedro Sánchez afirmó que le traería detenido para ser juzgado en España. Ahora, precisamente por esa ley de amnistía, Puigdemont, cuyas reacciones son imprevisibles, pretendería pasar la prueba de detenido a investido en otras elecciones.
Su liderazgo en el bando separatista es ya incuestionable frente a su tradicional adversario, Oriol Junqueras. Los dos bloques posibles en Cataluña, el llamado progresista de izquierdas liderado por Salvador Illa y el independentista encabezado por JuntsxCat, se avecinan muy complicados por el enorme batacazo de Esquerra Republicana. Este último obtiene una bajada importante que revela el hartazgo provocado por el «procés». La victoria del PSC es indudable, mejorada incluso por el trasvase de votos de la propia ERC, que ha pagado muy caro el pato de sus apoyos a Pedro Sánchez, mientras la bajada de los Comunes es también evidente y ubica de nuevo a Yolanda Díaz en un rotundo fracaso. Salvador Illa ha tendido la mano del diálogo a todos los partidos, con excepción de Vox, y la independentista de extrema derecha, Silvia Orriols, alcaldesa de Ripoll, quien entra por primera vez en el Parlament con su formación Alianza Catalana. Su objetivo será intentar una investidura con el apoyo de ERC, aunque su catástrofe electoral por el respaldo a Pedro Sánchez en el Congreso, que sus electores no han perdonado, vaticina una gran crisis interna entre los republicanos de graves consecuencias. En la sede de ERC la tensión se palpaba a borbotones y las cabezas van a rodar en cascada.
Buena noticia es también la bajada de los radicales antisistema de la CUP. En el sector del centro-derecha, el PP y Alejandro Fernández obtienen una rotunda victoria respecto a las últimas elecciones, recogiendo voto de Ciudadanos, logrando superar a Vox y salvar ese temido sorpaso. Otra combinación algo surrealista, pero que suma la mayoría absoluta, sería la unión del PSC con JuntsxCat, algo que se antoja imposible con la presencia de Carles Puigdemont, pero que tal vez podría darse con dirigentes como Josep Rull o Jordi Turull. Cabe recordar que el fugitivo anunció que dejaría la política si no era presidente de la Generalitat, por lo que todos los escenarios siguen abiertos. La política catalana sigue dividida en dos bloques enfrentados, si bien estas elecciones evidencian un cansancio de los ciudadanos por el «procés». En clave nacional, Sánchez se apropia de la victoria del PSC y venderá el éxito de su política de puertas abiertas y diálogo. Por su parte Alberto Núñez Feijóo sale reforzado y presumirá del estupendo resultado de Alejandro Fernández, que cuatriplica los de los últimos comicios, logra superar a Vox y es el partido que más ha subido.
Con este escenario, solo cabe un horizonte en Cataluña: o la investidura de Salvador Illa con unos pactos que exigen encaje de bolillos, mucho tacticismo y comprobar la evolución de ERC que se puede partir en dos, o un bloqueo que conduzca a la repetición electoral.
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