Opinión

La genuflexión del PSOE ante Otegi

No hay peor forma de acabar el año que con la moción de censura en Pamplona, pero es definitorio de lo que ha sido el último año: un PSOE sin brújula

Otegi aplaude que Sánchez se comprometiera a abrir un debate sobre modelo territorial: "Este es el camino"
El coordinador de EH Bildu, Arnaldo Otegi, en un mitinEuropa Press

Es cierto que, desde que ETA abandonó la violencia, su brazo político se ha implicado en los procesos de participación política que brinda el Estado de Derecho y ese es un hecho siempre positivo en democracia.

Pero no es menos cierto que, después de cientos de asesinatos, de tantos atentados, de millares de personas amenazadas y de haber sembrado el miedo en Euskadi durante décadas, es necesario un camino de tránsito, en el que dejar de homenajear a presos condenados por delitos de sangre es requisito previo, antes de formar parte del núcleo de gobernabilidad de las instituciones.

La sumisión ante los independentistas catalanes, el desprecio a los valores que representa la Constitución, las interferencias en el Poder Judicial, el control de los medios de comunicación públicos y convertir el CIS en un apéndice de la estrategia electoral de la calle Ferraz, no son buenas prácticas socialistas y duelen a muchos exdirigentes, que censuran el rumbo que ha tomado el PSOE.

Pero lo que ha sobrepasado todos los límites es el pacto con Bildu en el Ayuntamiento de Pamplona. Se fraguó en el momento en que se firmó el acuerdo para el gobierno de Navarra y es, precisamente eso, lo que lo hace más recriminable porque se trata de un acuerdo de gobernabilidad que convierte a Otegi en socio preferente del PSOE.

Este año habrá elecciones en el País Vasco y, si se cumplen los pronósticos que vaticinan el sorpasso de Bildu al PNV, necesitarán del apoyo del Partido Socialista para poder gobernar. Otegi ya ha asegurado que es parte de los acuerdos que han alcanzado.

Será de interés ver como argumenta Sánchez el voto del PSE a favor de los abertzales y si apela a su integración en los procesos democráticos. Aunque tratándose de Sánchez, todo es posible, incluso un viraje en el último momento, con cambio de planes incluido, inclinando la balanza a favor de Ortuzar. Es obvio que el PNV querrá cobrar la factura del apoyo que dio a Sánchez en la investidura, otra cuestión es que, finalmente, logre cobrarla.

No hay peor forma de acabar el año que con la moción de censura en Pamplona. Sin embargo, es definitorio de lo que ha sido el último año. En síntesis, un PSOE sin brújula, que ha renegado de los dirigentes que lo hicieron un gran partido para hacer, a cambio, la genuflexión ante Otegi y Puigdemont.