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Valencia

Iglesias: el líder sin partido medita su futuro

Podemos arrastra sus múltiples crisis territoriales a seis meses de elecciones. Sus bastiones piden descentralización para que la cúpula en Madrid no «coordine todo».

Pablo Iglesias a la salida del Congreso de los Diputados
Pablo Iglesias a la salida del Congreso de los Diputadoslarazon

Podemos arrastra sus múltiples crisis territoriales a seis meses de elecciones. Sus bastiones piden descentralización para que la cúpula en Madrid no «coordine todo».

Podemos irrumpió como un vendaval en el tablero político español hace ya casi cinco años, en el 2014, desde entonces con un mismo líder pilotando el timón y sorteando toda clase de crisis internas tanto a nivel nacional como territorial, cercados también por el escenario idílico de llegar a una Moncloa que, por el momento, se les resiste a pesar de haber logrado convertirse en la mano derecha del presidente del Gobierno, «el vicepresidente en la sombra» según le califican algunos sectores alejados de Pablo Iglesias y críticos con determinados apoyos con los que mantiene la formación morada al partido de Gobierno.

El secretario general de Podemos tras lanzarse a «asaltar los cielos» al llegar a las Instituciones ha tenido que emplearse a fondo a nivel orgánico en municipios y autonomías, donde las intentonas del partido por centralizar la formación –en contra de la reclamación por parte de los territorios hacia modelos más descentralizados– para controlar sus federaciones no han prosperado. No ha logrado Pablo Iglesias situar al frente de las comunidades más decisivas a sus principales aliados. Según reconoce un dirigente de Podemos, la descentralización que se reclamó en el congreso de refundación de la formación –Vistalegre 2– no es asumida por la dirección nacional. «A la cúpula no le debe hacer mucha gracia», reconoce. Se refiere este dirigente a los pasos hacia la descentralización territorial en cada comunidad que los documentos organizativos ofrecen para facilitar el poder de decisión y la autonomía. Existe una impresión en los territorios de que «la dirección quiere coordinarlo todo» pero, añaden estas fuentes que, «no todo puede ir coordinado por Madrid». Ejemplo del conflicto por la descentralización es Andalucía. La presidenta de Podemos en la comunidad, Teresa Rodríguez ha tratado de virar hacia un partido federal, para evitarlo Iglesias trató de imponer a su candidata, Isabel Franco, que fue derrotada en primarias. Tras este pulso, Rodríguez ha trazado su propia hoja de ruta y tejido su alianza con Izquierda Unida. En Cataluña, la alcaldesa de Barcelona Ada Colau ha sacado rédito de Podemos mientras que Iglesias ve menguar su poder territorial. A finales de 2018, Iglesias lo volvió a intentar apartando al crítico Albano Dante Fachin y encumbrando a su mano derecha en Barcelona, el diputado Xavier Domènech, que acabó apartándose este año. Tras su renuncia llegó la elección por parte de las bases de otro candidato no afín a la cúpula nacional. Los inscritos prefirieron a Noelia Bail, cercana a Fachin en detrimento del candidato de Iglesias, Jaume Durall.

Madrid es escenario de la crisis interna más reciente y la que ha hecho volver a situar a Podemos en el ojo del huracán por sus cuitas internas, justo en un momento clave, en plena preparación de listas para las elecciones municipales. La portavoz del Ayuntamiento madrileño, Rita Maestre y otros cinco concejales se desvincularon de la formación morada no concurriendo a primarias para hacerlo en la lista de Manuela Carmena. Ante estos hechos, Iglesias decidió suspenderles de manera cautelar, lo cual será definitivo si no concurren a primarias.

En Galicia, la cofundadora Carolina Bescansa no logró hacerse con el bastión gallego para competir a nivel nacional con Pablo Iglesias, pero la pugna por el poder sí dejó tocada a la dirección nacional que mostraba su espanto y dudas a que Bescansa lograra un puesto en el Consejo Ciudadano Estatal de Podemos. Finalmente, Iglesias logró apaciguar a la dirección con su candidato Antón Gómez-Reino, que venció en primarias a Bescansa. En Aragón, tras el liderazgo irrefutable de Pablo Echenique, cuando abandonó la secretaría de organización aragonesa para saltar a la cúpula nacional, la candidatura defendida por el número dos de Iglesias, la de Erika Sanz, fue derrotada por Nacho Escartín. En País Vasco, más de lo mismo. En las últimas primarias el sector errejonista, liderado por Lander Martínez, se impuso en la secretaría general frente a María Valiente, de corte pablista. Otra comunidad en la que los inscritos rechazaron al candidato de la cúpula nacional en Valencia donde asumió el poder Antonio Estañ, independiente, frente a la senadora Pilar Lima.

Pero Iglesias no solo debe estar vigilante a los problemas de territorialidad de su formación. A nivel nacional, con siempre unas elecciones generales en el horizonte también mantienen en alerta al partido. Las encuestas del CIS, las cuales el partido se cree «con moderación» hacen caer de manera estrepitosa al partido (17,3% en intención de voto) si se compara con el resultado obtenido en las últimas elecciones generales (21,1%). En la valoración de simpatía de los líderes políticos, según el último barómetro del instituto, Pablo Iglesias obtenía un 3,29%, subiendo 0,22 décimas por encima del barómetro de septiembre.

La mediación de Iglesias visitando a Oriol Junqueras en la cárcel para encauzar el sí a los Presupuestos no gustó a todo el mundo en Podemos por sus posibles consecuencias en los votantes. Un dirigente territorial reconoce que esa mediación debería haber sido «más discreta», aunque no cree que haya sido un mal movimiento para encauzar las cuentas. Dentro de Podemos tampoco se entendió bien la manera que salió a la luz el acuerdo presupuestario con el Gobierno, según ha podido saber LA RAZÓN, muchos de ellos se enteraron por los medios de la firma. A pesar de ello, Iglesias se encuentra hoy reforzado por el hecho de haber sido una de las herramientas que articuló la moción de censura. Ahora, ante la imposibilidad del Gobierno de aprobar los Presupuestos presionará para la convocatoria de elecciones. Bajo la sombra de las crisis territoriales y si éste no logra un buen resultado en las generales, Iglesias podría decidir su futuro inmediato. Una posición que no le permita gobernar podría hacerle dar un paso atrás. «Mi futuro político va a estar determinado por las siguientes elecciones», reconoció este mes. Un nuevo escenario que abriría nuevas primarias y batallas de poder en Podemos.