Política

Javier Zarzalejos: «Este es un Gobierno para tratar de recuperar el terreno electoral»

«No hay ala oeste en La Moncloa» revela los entresijos de ocho años de Gobierno popular con retos como la entrada en el euro, la violencia de ETA o los pactos con PNV, CiU y Jordi Pujol y tilda al Ejecutivo de Sánchez como el de la «política de gestos».

Javier Zarzalejos: «Este es un Gobierno para tratar de recuperar el terreno electoral»
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«No hay ala oeste en La Moncloa» revela los entresijos de ocho años de Gobierno popular con retos como la entrada en el euro, la violencia de ETA o los pactos con PNV, CiU y Jordi Pujol y tilda al Ejecutivo de Sánchez como el de la «política de gestos».

Javier Zarzalejos (Bilbao,1960) fue secretario de presidencia bajo el gobierno de José María Aznar y ahora presenta su libro «No hay ala oeste en La Mon-cloa» (Península). Este «mano derecha» del ex presidente revela algunos de los entresijos que vivió durante una convulsa etapa en la que tuvo que hacer frente a la cara más dura de la banda ETA. Desvela la intrahistoria de un gobierno que estuvo ocho años consecutivos en el poder y cree que el nuevo Ejecutivo socialista no podrá hacer más que «política de gestos».

Años después de vivir el día a día en La Moncloa, cree que el Palacio ha cambiado mucho? –No es solo la sede de la presidencia de un Gobierno, sino la casa de una familia, por tanto, algo habrá cambiado. Sin embargo, las responsabilidades de gobierno son las que son, la estructura de La Moncloa se ha ido consolidando con el tiempo.

¿Cómo arrancar un gobierno desde cero tras años de un Ejecutivo del color contrario?

–Con la capacidad de impulso que en ese momento demostró el PP y contando con una administración como la del Estado, que está profesionalizada.

Si cuando comenzó a gobernar Aznar hubiesen existido las redes sociales, ¿habría dado un giro la política?

–Claro que habría influido, no sé si para bien o para mal. Las redes tienen mucha influencia pero es algo bastante perecedero, se buscan impactos que exigen alimentarlos continuamente. Sin duda, han producido un cambio en la comunicación política que tiene efectos electorales evidentes.

–¿Hay que hacer todo lo que dice Europa?

-Creo que decir que hay que hacer algo porque lo dice Europa, como si fuese un argumento de autoridad inapelable, conduce en muchos países a un alejamiento de la sociedad respecto del proyecto europeo. La Unión Europea no puede ser un factor de despolitización. El continente no debe ser el único argumento porque se le suele endosar todas las decisiones que resultan impopulares.

–¿Era más fácil pactar en política antes que ahora?

–Sí, desde los tiempos de la transición se va consolidando un modelo con dos partidos que son el que gobierna y el que puede gobernar. Por tanto, la crisis de un partido encontraba recambio o alternativa en el otro. En el modelo que hemos vivido hasta ahora había un intento de buena fe de integrar a los nacionalistas en la realidad del país. Cuando llega la crisis y se produce una gran fragmentación de los espacios políticos, ¿significa eso que estemos condenados al fracaso? Creo que no, pero los partidos tendrán que desarrollar actitudes para el acuerdo

–¿Qué fue lo más difícil de la negociación con ETA?

–La tregua generó una nueva situación y era muy importante que el Gobierno acertara al negociar. Es un momento difícil pero teníamos un mandato muy claro de lo que había que hacer en esa reunión, se trataba de acreditar las posibilidades de que ETA consolidara la tregua con el cese definitivo. Aznar hizo un gran esfuerzo de ir al límite en la capacidad de transparencia para que los españoles tuviesen seguro de que ni iba a haber pactos por debajo de la mesa y ni que ETA iba a ser un interlocutor político.

–¿Si su Gobierno se hubiera tenido que enfrentar al desafío independentista tal y como lo vivimos, la gestión habría sido igual? ¿Y el 155?

–La aplicación era inevitable dada la actitud de los nacionalistas. Yo creo que cuando uno da una patada en la mesa y tira el tablero es difícil pensar que puede haber más diálogo. El problema es que siguen en el delirio y dialogar con el delirio es muy complicado.

–¿Era correcto presentar una moción de censura?

–Es legítimo y fue una oportunidad, sin duda, bien vista por Pedro Sánchez. Lo que pueda resultar esa mayoría parlamentaria y en principio coyuntural está por ver aunque no cabe esperar ver un Gobierno con margen de actuación ni con programa.

–¿El nuevo Gobierno es más política o marketing ?

–Hay personalidades que tienen una trayectoria política importante, pero el problema es que el conjunto suene bien y que haya una partitura que todos puedan seguir. Por las condiciones que se encuentra, no parece un Gobierno que pueda llevar a cabo una política de reformas profundas, sino más bien una de gestos y que tienda claramente a la recuperación del terreno electoral perdido.

–Tras las declaraciones de Aznar en las que alertaba de que el centro derecha estaba desarticulado, es el ex presidente el perfil adecuado para esa reconstrucción?

–Él no se ha ofrecido para liderarlo, sino que ha hecho un diagnóstico con el que muchos podemos estar de acuerdo. El espacio electoral de la centrodrercha ha sufrido un profundo desgaste y hace falta recuperarlo. El PP no solo afronta la sustitución de Rajoy, sino que ese espacio electoral que está alejado del PP le va a exigir más.