Casa Real
Leonor de Borbón (y II de Navarra) ya tiene su "pañuelico" rojo
La Princesa termina en Tudela su primera visita oficial a una comunidad autónoma junto a los Reyes
El Palacio Real de Olite, símbolo del poder de Carlos III el Noble, ha recibido esta mañana a Doña Leonor y los Reyes en la segunda y última jornada de su visita a Navarra. Una puesta de largo de la Heredera como Princesa de Viana que marca una nueva etapa en su proyección institucional.
Fue Carlos III y su esposa, Leonor de Trastámara, quienes mandaron construir a principios del siglo XV este imponente castillo que visitan cada año más de 250.000 personas y que se ha convertido en el monumento más popular de la comunidad foral.
Ante el Palacio esperaban decenas de personas del pueblo de Olite, entre ellas un grupo de escolares de nueve años que no podían creer suerte después de un año de proyecto escolar sobre el Principado de Viana. Fue el propio Carlos III quien creó, para los sucesivos herederos, este tíitulo que acaba de habitar Doña Leonor . Y fue también su nieta, Leonor I de Navarra, la primera soberana reinante (que no consorte) con ese nombre.
El recorrido que iniciaron los Reyes en Pamplona en la mañana del viernes ha ido subiendo en temperatura y en afecto. A medida que se han ido desplazando hacia el sur, más lejos del País Vasco y más cerca de Zaragoza, el frío recibimiento en el Palacio de Iruña (sede del Gobierno foral), ha cristalizado hoy en Tudela, última parada de esta minigira, en un baño de multitudes.
Como ha dicho el alcalde, Alejandro Toquero, "Tudela nunca falla". En esta localidad gobernada por la Unión del Pueblo Navarro (UPN) la gente se ha echado a la calle, un signo de que aquí importa menos que uno sea "señalado" de españolista como sigue sucediendo más al norte.
Doña Leonor ha sido obsequiada, entre otras muchas cosas, con el tradicional pañuelo rojo, el "pañuelico" que todo navarro recibe bordado con su nombre de sus familiares al año de nacer. También ha firmado en el Libro de Honor en el Salón de Plenos de la Corporación y ha saludadoadesde el balcón de la sede del gobierno local. Primero lo ha hecho sola y luego se le han unido el alcalde, los Reyes, la presidenta Chivite y la ministra de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones. A Elma Sáiz primero le ha jugado una mala pasada la bandera navarra robándole el plano y luego se ha llevado una pitada al ser la última en salir.
Junto con la exigua manifestación republicana de la rama navarra de Podemos en el comienzo de la visita en Pamplona, que concitó a menos militanes que a periodistas, los pocos segundos de abucheo a la ministra han sido las únicas notas apenas discordantes de una visita que ha transcurrido en paz.
Claro que los filtros del servicio de Seguridad de la Casa del Rey han hecho su parte, pero no es menos cierto que en Navarra la presencia, por primera vez, de la Princesa de Viana, se ha vivido con una naturalidad absoluta, Y es que ni la Prensa de izquieras ni, en realidad, las fuerzas políticas que habitan los márgenes del tablero se han echado las manos a la cabeza.
Esta primera e inédita primera visita oficial de la Heredera a una comunidad autónoma cobra una doble relevancia por tratarse de una con identidad foral. Supone claramente un paso adelante en la asunción de una agenda propia de perfil más marcado ahora que está a punto de cumplir 20 años.