El Personaje

María Guardiola: la capitana que no se doblega

Mujer "coherente y de palabra", la "baronesa" del PP en Extremadura mantiene su rechazo a las exigencias de Vox y no está dispuesta a dar marcha atrás

Ilustración
María Guardiola, presidenta del PP en ExtremaduraPlatónLa Razón

El pasado viernes acudió a la Real Casa de Correos para la toma de posesión de Isabel Díaz Ayuso. El protocolo la sentó en la segunda fila del gran salón del edificio de Puerta del Sol junto a su compañero el valenciano Carlos Mazón, quien no paraba de recibir felicitaciones por ser el próximo presidente de la Generalitat Valenciana, justamente detrás del líder del PP, Alberto Núñez Feijóo, el presidente de Castilla y León, Alfonso Fernández Mañueco, y el alcalde de Madrid, José Luis Martínez Almeida. Con su melena rubia y traje claro veraniego, la «baronesa» extremeña María Guardiola, sabedora de estar en el ojo del huracán, no se achantó. Al término del solemne y emotivo juramento de Ayuso como presidenta de la Comunidad de Madrid, subió al estrado, la felicitó efusivamente y se fotografió con ella. «Mi enhorabuena a una mujer valiente y libre, a la que respeto y admiro. Estoy orgullosa de compartir militancia en un partido plural y abierto», aseguró la extremeña. Minutos después, ya en conversación informal con invitados y periodistas, no se amilanó y lanzó un nuevo dardo a Vox: «Buxadé vino a Mérida a dar instrucciones a los suyos para que no me dejen gobernar; ellos han frenado un cambio desde Madrid contra una ecuación inequívoca, 28 diputados frente a cinco. Aún están a tiempo de rectificar».

Mantuvo su rechazo a las exigencias de Vox con tono firme y no está dispuesta a dar marcha atrás. «Soy una mujer coherente y de palabra», aseguró la dirigente popular, que ha levantado ampollas por sus advertencias de negarse a conformar gobierno regional con quienes niegan la violencia machista, deshumanizan a los emigrantes o tiran a la papelera los derechos del colectivo LGTBI. Para María Guardiola el camino fácil hubiera sido ceder, ser presidenta a cualquier precio y traicionar a su tierra. «No, esa no soy yo ni es mi forma de ser», insistía la extremeña mientras unos le pedían rectificar para acceder al Gobierno de Extremadura y otros elogiaban su firmeza. Lo cierto es que en el abarrotado salón central de la Real Casa de Correos la «baronesa roja» del PP, como muchos la llaman, díscola y rebelde, se mantuvo en sus trece observada por la mirada prudente de Alberto Núñez Feijóo y otra bastante agresiva de la dirigente de Vox en Madrid, en horas bajas, Rocío Monasterio. El pulso está en máxima tensión y todo puede pasar. Por lo pronto, María ha convocado para el martes una reunión del Comité Ejecutivo y la Junta Directiva del PP regional abierta a los militantes.

Nacida en tierra de conquistadores, sus leales la definen como una capitana heredera de sus antepasados, tozuda, rocosa, con un carácter difícil de doblegar. Por el contrario, sus adversarios opinan que ha puesto en un duro brete al PP, con gran decepción entre sus votantes, y lanza este órdago para aspirar a una mayoría absoluta que le permita barrer a los críticos.

En su Cáceres natal estudió en el colegio de Santa Cecilia de las Carmelitas y cuentan que entonces deseaba ser misionera. Sus mejores notas las sacaba siempre en matemáticas, por lo que ahora es una firme defensora de la tesis acuñada por Elías Bendodo sobre «la matemática de Estado». O sea, la ecuación numérica de los resultados electorales que permiten «hablar de todo, pero no tragar con todo». María Guardiola insiste en que su pacto estaba hecho con los líderes regionales de Vox, en especial con el excabeza de lista por Badajoz, ya defenestrado, Víctor Sánchez del Real, pero se lo cargaron de un plumazo el «comandante en jefe» Jorge Buxadé y la dirección nacional de Vox, partido al que ella acusa de estar «bunkerizado» y extremado a la derecha radical.

Aventurera y apegada a la calle, dio clases particulares de matemáticas para sacarse el carnet de conducir, repartió guías telefónicas a domicilio y doblaba blusas en unos almacenes en Mérida. Licenciada en Administración de Empresas, logró uno de los mejores expedientes en sus oposiciones como titulada superior Economista en la Junta de Extremadura, lo que le permitió entrar como funcionaria en numerosos puestos en las consejerías de Economía, Empleo, Innovación y Agenda Digital. Bajo el mandato de José Antonio Monago fue secretaria general de Economía y Hacienda, y de Ciencia y Tecnología. Fervorosa de las tradiciones de su tierra, devota de la Virgen de la Montaña, patrona de Cáceres, fue a ponerle flores el día antes de las elecciones del 28-M.

Criada en una familia de cuatro hijos, con la segunda pareja de su madre a la que adora «por su valentía y coraje en la vida», María está casada y es madre de dos hijos adolescentes con quienes comparte la música de Tina Turner y Alejandro Sanz. «Gracias por no cortarme las alas», le dijo a su marido el día en que fue elegida presidenta del PP en Extremadura en 2022, bajo el mandato de Pablo Casado, un puesto en el que le ha mantenido Feijóo.

Con un toque castizo a lo extremeño, miembro de la carnavalera Pedida de la Patatera de Malpartida en Cáceres, su órdago es a todo o nada. «Baronesa» rebelde, para unos es una «rojeras» infiltrada en el PP, con un discurso alejado de sus votantes, y para otros la mujer valiente que planta cara a la extrema derecha de Vox. Dicen que desde Génova le han instado a que suavice su postura y trabaje por el acuerdo, aunque ella de momento ha convocado a los máximos órganos del partido para que hablen los militantes. El dilema es cómo María Guardiola articula el cambio que ampliamente han votado los extremeños, entre la apelación a las mayorías sólidas de Feijóo y los acuerdos alcanzados con el partido de Abascal en otras comunidades autónomas.