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Tensión

Moncloa deja sola a Díaz en la negociación con Puigdemont

El PSOE no asumirá desgaste por la reducción de la jornada y la vicepresidenta se quedará en el Gobierno aunque no se apruebe la ley

MADRID.-El Gobierno de España da luz verde a la rebaja de jornada, el proyecto 'estrella' de Yolanda Díaz para esta legislatura EUROPAPRESS

La reducción de la jornada laboral ha sido un quebradero de cabeza en el Consejo de Ministros, pero, finalmente, Pedro Sánchez ha permitido que Yolanda Díaz gane otra batalla interna. Con Sumar languideciendo electoralmente, la vicepresidenta segunda reclama oxígeno político y las 37,5 horas semanales son una bocanada de aire. Su medida estrella de la legislatura más cerca de materializarse. De momento, no está claro si lo que se concretará será un éxito o un fracaso, pero en Moncloa han decidido dejar que corra el balón y que avance hasta la siguiente pantalla: la del Congreso de los Diputados. Allí ya no serán las reticencias de los socialistas las que habrá que superar, sino que tocará lidiar con un socio mucho más rocoso: Junts.

En los contactos en Suiza que el PSOE mantiene con Carles Puigdemont, este ya ha dejado claras sus resistencias a avalar una medida para la que los votos de sus diputados son imprescindibles. En este contexto, los socialistas no quieren acusar un desgaste añadido y menos por una iniciativa cuya paternidad es de Sumar, aunque si fructifica se acabará reivindicando también como propia. Por ello, se ha dejado que sea Díaz quien lleve la iniciativa de la negociación en solitario. No hay previsión de salir en su auxilio. Incluso el presidente del Gobierno le llegó a desear suerte en el Consejo de Ministros que el martes aprobó la medida, consciente de que harán falta los mejores esfuerzos de convicción para que Junts desista de la enmienda a la totalidad que ya ha anunciado para tumbar la reducción de la jornada laboral.

Negociación con Puigdemont

En Moncloa no son optimistas y, aunque la vicepresidenta sostenga que «hay margen» para el acuerdo, en el Gobierno ya preparan el argumentario para retratar a quienes acaben por sentenciar la iniciativa. «Tendrán que explicarlo a los españoles», señalan desde la parte socialista, anticipando un mal final. «Sale caro votar en contra de la gente», tercian desde Sumar, pertrechándose ya de razones para presentarse ante la opinión pública con un relato de víctimas y culpables. La vicepresidenta sostiene que el debate ya está ganado en la calle, aunque no tenga los votos en el Congreso.

Es por eso que, en primera instancia, Sumar ha tratado de atraer a la ciudadanía. Primero con una gira por todo el país y ahora con una recogida de firmas. Esa es la cara amable y que más ánimos aporta al partido. La parte que ya ha empezado a dar dolores de cabeza es la relativa a la negociación parlamentaria. Y es que el fracaso de la ley sería imputable directamente a la vicepresidenta Yolanda Díaz. Con el fin de evitar que descarrile, la ministra pilota las negociaciones directamente con Carles Puigdemont, de quien ya se ha llevado el primer «no» por teléfono. Un rechazo que en el entorno de la vicepresidenta rebajan y aseguran que se trata de una «posición de máximos» por parte de los independentistas. Son optimistas respecto a que Junts acabe retirando la enmienda a la totalidad que ha presentado en el Congreso. De momento, Puigdemont mantiene el muro y denuncia que «Díaz no se ha sentado a negociar». En el entorno independentista creen que el Gobierno acabará sacando la ley con el PP.

Lo cierto es que, ante la previsión de que la tramitación parlamentaria se trunque, la vicepresidenta ha ordenado multiplicar los contactos. A la comunicación que ella misma mantiene con Puigdemont se suma la cooperación de los equipos técnicos del Ministerio de Trabajo con los de Junts. Con el fin de desatascar las negociaciones, Díaz se ha abierto a dialogar con las pequeñas y medianas empresas para aplicar la reducción de jornada. «No hay líneas rojas», aseguran. Salga o no la ley, Díaz continuará en el Gobierno. El contexto no es el mismo que cuando estuvo a punto de naufragar la reforma laboral. Ahora, Díaz, con un proyecto sin fuerza, no tendría voz fuera de Moncloa.