
Opinión
Odio y coherencia
¿Os imagináis que una ministra portavoz del PP hubiese pernoctado en el Parador de Teruel, la misma noche que el ministro del PP hubiese celebrado una fiesta con prostitutas en dicho hotel?

Los insultos, amenazas, acoso y diversas ofensas que está recibiendo la ministra Pilar Alegría en las redes sociales constituyen un delito de odio que debiera investigarse, perseguirse y castigarse, porque van contra la dignidad y los derechos de la persona. Nunca son justificables y siempre deben condenarse. Lo que no es de recibo es que dependiendo de la persona que los reciba (no es lo mismo si la víctima es de derechas o de izquierdas) no se condenen y muchas veces se justifiquen. ¿Vergonzoso, verdad?
Es impropio de una democracia plena que, cuando el delito de odio se dirige a la presidenta de la Comunidad de Madrid, el de la Comunidad Valenciana o cualquier dirigente del Partido Popular, la izquierda se ponga de perfil, nunca lo condene y se explaye en explicaciones pidiendo explicaciones, que no hacen otra cosa que justificar el odio.
¿Os imagináis que una ministra portavoz del PP, en su etapa de delegada del Gobierno, hubiese pernoctado en el Parador de Teruel, la misma noche que el ministro del PP hubiese celebrado una fiesta con prostitutas en dicho hotel? ¿Lo hubiera negado, atacado al medio que lo difunde para más tarde admitirlo? Ya les adelanto que Óscar Puente no daría abasto en subir contenido insultante a las redes sociales y, como mínimo, sufriría de una tendinitis por uso excesivo del móvil.
Igual que hay que perseguir el delito de odio, debiera de perseguirse el delito a la incitación del odio y no hay persona más experta en incitar al odio en las redes sociales como el ministro Óscar Puente.
Los expertos dicen que el odio es el resultado de las frustraciones de quien lo provoca despertando una profunda antipatía hacia el agredido. «El odio es la cólera de los débiles», decía Daudet. ¿Es mucho pedir coherencia a la izquierda de este país?
✕
Accede a tu cuenta para comentar