Declaración
Un policía herido en una protesta de Tsunami: "Sentí peligro por mi vida. Fue la intervención más dura de todas"
"Nunca habíamos visto algo de tal magnitud como lo que se vivió esos días en Barcelona", asegura el policía, que ha tenido que retirarse del servicio
Un policía herido en las protestas de Tsunami Democràtic ha asegurado que durante la jornada de "huelga general" convocada en Barcelona por la plataforma independentista el 18 de octubre de 2019 en protesta por la sentencia del "procés" llegó a temer por su vida. "Sentí peligro por mi vida", ha afirmado a los periodistas Ángel H. tras comparecer en la Audiencia Nacional ante el juez Manuel García Castellón, que investiga a la secretaria general de ERC, Marta Rovira, y a otros ocho imputados como supuestos responsables de Tsunami (por los mismos hechos están imputados en el Tribunal Supremo Carles Puigdemont y el diputado de ERC Ruben Wagensberg). "No he podido volver a trabajar. Ese fue mi ultimo servicio", ha recordado.
Tanto este agente como un segundo policía que también ha comparecido ante el juez están personados en el "caso Tsunami" como perjudicados por las lesiones sufridas en la jornada de "huelga general" convocada en Cataluña por la plataforma independentista el 18 de octubre de 2019 en protesta por la sentencia del "procés".
Tras prestar su testimonio en sede judicial, el referido agente ha explicado que aunque a lo largo de su carrera profesional se enfrentó como integrante de la UIP (Unidad de Intervención Policial) a manifestaciones violentas lo que vivió ese día no lo había vivido nunca antes. "Ha sido la intervención más dura de todas", ha reconocido. "La octava unidad de Intervención Policial está acostumbrada a trabajar con sectores como el del metal en Vigo o en Ferrol, con los mineros en Asturias y con los pescadores en Galicia, y alguna vez hemos trabajado en el País Vasco y Pamplona, pero nunca habíamos visto algo de tal magnitud como lo que vivimos en Barcelona".
"Nos consideramos víctimas del terrorismo"
Ángel H., visiblemente afectado, se ha mordido la lengua cuando se le ha preguntado por la amnistía -que dejará en papel mojado este procedimiento por terrorismo. "Sobre la amnistía no voy a responder -ha dicho-. Sólo quiero que se haga justicia y que no se repitan esos hechos, que fueron una salvajada".
El agente, que estaba encuadrado en el operativo policial en Plaza Urquinaona, ha recordado que en un momento de la protesta alguien lanzó desde una azotea un adoquín que impactó en su antebrazo. Dos operaciones quirúrgicas después, tuvo que retirarse del servicio activo con 45 años.
Según ha relatado, esa agresión no solo afectó a su integridad física, sino que también le acarreó daños psicológicos, pues a día de hoy aún sufre estrés postraumático. El testigo ha expresado su confianza en la Justicia. "Nos consideramos víctimas del terrorismo", ha dicho. Otra cosa es pasar página. "Yo todos los días cuando me levanto y me ducho veo una cicatriz de 18 centímetros en mi antebrazo. ¿Usted cree que así se puede pasar página?", ha afirmado.
Sus abogados, José María e Ignacio Fuster-Fabra han explicado tras esa comparecencia que el nivel de organización de los manifestantes convocados por Tsunami que se enfrentaron a la Policía "era absoluto", hasta el punto de que, según han explicado, desde las calles adyacentes salía gente para sustituir a quienes se encontraban en primera línea. El objetivo, ha asegurado Ignacio Fuster-Fabra, no era solo que hubiera lesionados. "Se quería un muerto", ha apuntado.
Lanzamiento de objetos
En diversos escritos, la defensa de los dos agentes, que ejerce el despacho Fuster-Fabra, incluye el relato de lo sucedido en esa jornada de huelga general a través del testimonio de los dos policías. Ambos estaban de servicio ese día como parte del operativo encargado de proteger la sede de la Jefatura Superior de Policía en Barcelona.
Es relato de hechos señala que a partir de mediodía la actitud de los manifestantes "comenzó a tornarse muy violenta", estando "completamente organizada contra los agentes del orden público". Se produjo entonces el lanzamiento de objetos contundentes como botellas de cristal, piedras, tornillería, rodamientos metálicos y latas de cerveza, entre otros.
Ese contexto de "creciente hostilidad" se mantuvo, según su versión, durante dos horas hasta que a las dos de la tarde llegó al lugar "un grupo de personas encapuchadas y embozadas que, ganando posiciones hasta alcanzar la primera línea de la manifestación" y usando "técnicas de combate similares al terrorismo callejero practicado en comunidades autónomas como el País Vasco, comenzaron a lanzar de nuevo todo tipo de objetos contundentes con una indudable capacidad lesiva, incluyendo botellas y latas en cuyo interior había líquido corrosivo".
Los abogados de los dos agentes sostienen en esos escritos que uno de los policías recibió en su mano derecha el impacto de una botella rota, "cayendo al suelo y notando un fuerte dolor" y tuvo que ser atendido por sanitarios.
Sobre las ocho de la tarde, la situación ya era equiparable, reseñó su defensa, al "terrorismo urbano o kale borroka", con lanzamiento de "adoquines, piedras, bolas metálicas de petanca, bengalas, cócteles molotov, ácido y material metálico de bricolaje". Es entonces cuando este agente recibe un segundo impacto, ahora en el casco, "cayendo al suelo desplomado y perdiendo el conocimiento por completo".
El otro policía también sufre "un fuerte impacto en su mano", que le produce una fractura abierta en el radio de su brazo derecho". Tras varias intervenciones quirúrgicas, esas lesiones le obligaron a jubilarse a los 45 años.
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