PSOE
PSC y PSOE, familia desestructurada
La defensa de Cataluña causa las peores crisis. Los gritos de Montilla a Zapatero cuando el presidente prometió la Generalitat a Mas se oían desde la calle Ferraz
BARCELONA- Como Liz Taylor y Richard Burton, el PSC y el PSOE protagonizan la relación más turbulenta y delirante de la política española. La historia hollywoodiense fue como la que canta Joaquín Sabina, «y morirme contigo si te matas y matarme contigo si te mueres», la misma que viven el PSOE y el PSC. Sin un PSC fuerte, el PSOE tiene muy difícil su regreso a La Moncloa y sin un PSOE fornido, el PSC tiene difícil remontar sus peores resultados.
- Una fusión de sensibilidades
Su relación empieza en 1978, cuando las tres familias con apellido socialista que había en Cataluña –Partit Socialista de Catalunya-Congrès, Partit Socialista de Catalunya-Reagrupament y la federación catalana del PSOE– firman el protocolo de constitución del PSC. Un texto que, por cierto, recogía «el reconocimiento del derecho a la autodeterminación, a las nacionalidades y pueblos del Estado español».
Ya entonces, al PSOE de Felipe González, que había absorbido a todos los partidos socialistas de España, se le resistió Cataluña. Los afiliados al PSOE en Cataluña eran cuatro gatos y González no tuvo otra que firmar un acuerdo con los socialistas de Joan Reventós.
El PSC integra múltiples sensibilidades y se debate entre la voluntad de reafirmar su carácter catalanista y la supeditación al PSOE, de quien se beneficia como partido federado. ¿A quién si no votaban los trabajadores llegados de otros puntos de España que echaron raíces en el área metropolitana de Barcelona? A Felipe González. Esta dicotomía ha causado disputas históricas entre el PSOE y el PSC. Pero hasta ahora, el PSC no se habían desmarcado de su hermano mayor en una votación en el Congreso, aunque razones no le faltaban.
- La crisis de la Loapa
Los históricos del PSC recuerdan como una de las mayores crisis la votación de la Loapa, una ofensiva a las autonomías que la UCD y el PSOE impulsaron tras el golpe de Estado. El PSC acordó enmendar la ley. Pero Ernest Lluch, que era portavoz del PSC en el Congreso, no llegó a presentar las enmiendas. La jugada abrió una crisis en el PSC que se cerró con la destitución de Lluch como portavoz y dimisiones en la ejecutiva. Joan Reventós, que entonces era el primer secretario del PSC, recordaría años después que Felipe González y Alfonso Guerra le dijeron: «Si no aprobáis la LOAPA, rompemos la unidad socialista por la vía de la Federación Catalana del PSOE». Un año después, en el tercer congreso del PSC, con el cambio de reglamento, los socialistas perdieron el grupo propio.
- González-Pujol
La victoria de CiU en Cataluña, en 1980, y el posterior triunfo del PSOE, en 1982, condenó al PSC a una larga travesía en el desierto que acabó en 2003 cuando de la mano de Maragall conquistó la Generalitat. Durante 20 años, PSC y CiU mantuvieron un equilibrio. El PSC ganaba las elecciones municipales y las generales, CiU, las autonómicas. Pero este reparto de fuerzas condenó al PSC al ostracismo. En 1984, con Raimon Obiols de primer secretario, CiU amplió la distancia sobre el PSC. Entonces, un grupo de dirigentes reclamó suprimir las siglas PSOE y reclamó sin éxito grupo propio en Madrid. El PSC más catalanista poco a poco iba diluyéndose dentro del PSOE gracias a la complicidad entre González y Pujol. La renuncia al grupo propio convirtió a CiU en el portavoz de Cataluña. Pujol sacó partido de los años en que el PP era minoría. Logró centrar el debate en el nacionalismo y aparcar la disputa izquierda-derecha. El PSC tuvo que tragarse el orgullo más de una vez, cuando el PSOE lo ninguneaba. González y también Joaquín Almunia se reunieron con Pujol a escondidas del PSC.
- Zapatero prefiere a Mas
Para asegurarse la estabilidad, al PSOE ya le iba bien que los nacionalistas gobernaran en Cataluña, como demostró Zapatero cuando a cambio de que CiU apoyara el Estatut, prometió a Artur Mas la Generalitat. Cuando Montilla –que no respetó el pacto– se enteró, «la bronca que pegó a Zapatero se oía desde la calle Ferraz», asegura un dirigente.
- La reunión de Carod con ETA
Al margen de broncas por discrepancias en torno al Plan Hidrológico Nacional y el Corredor del Mediterráneo, la crisis más aguda fue por culpa del encuentro de Josep Luís Carod-Rovira con ETA. Maragall se resistía a cesar a su «conseller en cap» y José Blanco llegó a llamar a Carme Chacón, José Corbacho y a otros para crear «un PSOE catalán» .
- El Estatut y la financiación
La negociación del Estatut y de un modelo de financiación, y la tibia reacción del PSOE a la sentencia del TC enfriaron la relación entre Zapatero y Montilla. Ya estaba tocada por gestos feos como cuando Zapatero, tras revalidar La Moncloa en 2008, dijo que habían ganado «gracias a los compañeros de Euskadi», cuando Cataluña había logrado un resultado histórico, 25 escaños con Carme Chacón.
Vázquez también desafía a Ferraz y convoca primarias abiertas en Galicia
El Comité Nacional del PSdeG, su máximo órgano entre congresos, dio ayer un respaldo prácticamente unánime a la propuesta de su secretario general, Pachi Vázquez, de hacer partícipe a la militancia de la elección del próximo líder del partido a través de unas primarias consultivas que se celebrarán el 1 de junio. De hecho, un 96 por ciento de los 300 asistentes ratificaron con su voto favorable la utilización de esta vía para señalar al sucesor del de O Carballiño, mientras que tan sólo dos militantes se opusieron y otra decena –fundamentalmente, el sector crítico, encabezado por el vigués Gonzalo Caballero– optó por la abstención. Por su parte, el ex «número dos» del PSOE José Blanco, quien, en declaraciones a los medios previas a su entrada en el Comité Nacional, defendió una fórmula de elección «reglada» en lugar de «hacer cosas que no responden a las normas», se decantó por no votar una vía que no figura en los estatutos y que Ferraz ya desau-torizó.
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