«Solo sí es sí»

El PSOE advierte: «Montero está destrozando su ley»

Los socialistas llaman, sin éxito, a Podemos a gestionar la discrepancia desde la «discreción» para no opacar la agenda gubernamental y desmovilizar al electorado

Irene Montero
Irene MonteroJesús G. FeriaLa Razón

Las fricciones en la coalición siguen el relato de «Pedro y el lobo». Tantas veces se ha advertido sobre el impacto de las crisis en el Gobierno y el riesgo de ruptura que podría ya resultar imposible calibrar la gravedad real de cada una de ellas. Sin embargo, la fractura abierta por la ley del «solo sí es sí» ha supuesto un punto de no retorno en el Consejo de Ministros. La decisión del PSOE de intervenir la norma estrella de Igualdad sin contar con el concurso de Unidas Podemos marca un hito en la convivencia interna.

En Moncloa existe un profundo malestar por la forma en que se desenvuelven sus socios y la ofensiva pública que iniciaron desde que comenzaron las revisiones de penas a agresores sexuales. «Montero está destrozando su propia ley», señalan, ante la insistencia de los morados de alimentar una polémica ficticia en torno al consentimiento, que ha acabado por eclipsar la estrategia de pedagogía que se había emprendido para defender los avances que supone la normativa para la prevención de las violencias sexuales. «Nunca quisieron tocar la ley», reconocen.

Sánchez se conjuró para cerrar cualquier polémica en 2022, con la reforma del Código Penal –sedición y malversación–. Quería un –electoral– 2023 expedito de cualquier controversia que permitiera desviar la atención de la agenda legislativa desplegada por el Gobierno y de los efectos positivos de su gestión económica. Sin embargo, el Ejecutivo tiene a la «oposición dentro del propio Gobierno», como se refieren fuentes socialistas a Podemos, que acaba por boicotear con ruido interno cualquier normativa con trasfondo positivo. «Ya pasó con los Presupuestos más expansivos y el gasto en Defensa», recuerdan, algo similar a lo ocurrido con el «solo sí es sí» o la Ley de Bienestar Animal, en el que la enmienda sobre los perros de caza ha capitalizado el debate, opacando las principales innovaciones de la norma.

En la parte socialista llaman, sin éxito, a los morados a gestionar la discrepancia desde la «discreción» para evitar trasladar una imagen, de cara a la opinión pública, de bronca constante. Asumen que, tras la primera experiencia de un gobierno de coalición, el mensaje que se proyecta puede acabar desincentivando el voto progresista. El principal problema al que se enfrentan las fuerzas de la izquierda es la desmovilización de su electorado y en el PSOE creen que la actitud de Podemos no solo puede acabar frustrando las opciones de revalidar gobiernos, sino que puede conducir a los morados a la «irrelevancia» política, si no llegan al porcentaje de representación mínimo y acaban como fuerzas extraparlamentarias.

Por su parte, el ala morada en el Gobierno, enfrenta, una vez más, dividida a la gestión de la crisis con sus socios. Algo con lo que cuenta el PSOE, que ya ironiza cuando se le pregunta sobre la relación con su socio de Gabinete. «¿Con qué parte de Unidas Podemos?», contesta con sorna un ministro socialista. Desde la cuota netamente morada se admite que la situación a la que asisten –por la reforma de la Ley del «solo sí es sí»– es «muy delicada» y se calcula que todavía queda «un mes malo», en referencia al plazo que se prevé para tramitar la proposición de ley del PSOE por el trámite de urgencia en el Congreso.

Los morados creen, aun así, que su posición -ante el electorado- no está en entredicho y que la ministra de Igualdad, Irene Montero, no acusa un desgaste desmesurado, a pesar de situarse en el centro de la polémica y de seguir defendiendo que no hay fallos en la norma, ni tampoco ofrecer disculpas. Ayudará a Podemos y a la ministra, dicen fuentes de Podemos, la manifestación del Día de la Mujer, del 8-M, donde creen que contarán con el apoyo del feminismo en su defensa de preservar el consentimiento en el centro de la ley.

Descartan, además, salir del Gobierno de manera anticipada, aunque no lleguen a un acuerdo con el PSOE en la tramitación de la reforma. Todo ello a pesar de que sí existan análisis entre algunos exdirigentes morados sobre los beneficios de una ruptura de la coalición. Sobre todo, en un momento clave, donde quién peor saldría parado, dicen quienes están alejados de las decisiones de la cúpula morada, sería el futuro proyecto de la vicepresidenta Díaz. Creen que esto obligaría a la vicepresidenta a acelerar Sumar y pactar con los morados. En el caso de que el presidente Sánchez decidiese expulsarles de Moncloa, una fuente muy cercana a la dirección del partido, cree que ello no les pasaría «demasiada factura». Creen los estrategas que el mayor coste lo asumiría el PSOE, porque ellos dominan «el relato».

Por su parte, los socialistas hacen el análisis contrario, entienden que ni les comprometería ante su electorado ni frustraría un futuro pacto tras las generales. «En la oposición hace mucho frío», sostienen, para avanzar que Podemos pujaría por volver al Gobierno. Mientras, en el partido morado se rechaza este análisis, –el de la ruptura– más aún tras explicitar Sánchez su confianza en Irene Montero. Reconocen en la formación que el PSOE «sabe» que no quieren irse del Gobierno, por lo que «todas las negociaciones son ahora más difíciles».