Ya no rugen los leones
¿De qué se ríen?
La del presidente del Gobierno y su primera vicepresidenta es ¿genuina o franca; simulada o falsa; social; nerviosa; patológica; denigrante o despectiva; malvada o risa irónica?
A los leones, testigos fieles de tantas sesiones parlamentarias, les gusta que sus señorías, dentro de la seriedad que debe presidir sus trabajos, tengan momentos de relajo y alegría. E incluso que se rían a mandíbula batiente.
Lamentan no haber sido testigos de aquella inolvidable sesión del Parlamento andaluz en 1994 que hubo de suspenderse porque a sus señorías les dio un ataque de risa incontenible, una imagen que se veo en todo el mundeo mundo y que define el carácter de ese gran pueblo porque el que han pasado tantas culturas. Sabe dar a cada momento el toque que la hace inconfundible, desde un ataque de risa que todos compartieron y comprendieron hasta el impresionante dolor y pasión de Semana Santa.
Pero los felinos están intrigados de por qué se suelen reír de manera tan notoria el presidente del Gobierno y su primera vicepresidenta, en lo que parece una falta de respeto al orador que está en el uso de la palabra. No saben dónde enmarcar sus gestos dadas las distintas clases de risas. Recuerdan:
Risa genuina o franca; risa simulada o falsa; risa social; risa nerviosa; risa patológica; risa denigrante o despectiva; risa malvada; o risa irónica.
¿En qué clase o subclase se pueden encuadrar las citadas risas tan evidentes que concitan la atención de la prensa gráfica?
Risa franca, simulada o social, no parece. Patológica, tampoco. Quedan la denigrante, malvada o irónica. Y ahí se hallan los leones reflexionando sobre el asunto. En cualquier caso, no está España para tomarse a chanza lo que ocurre y lo que se imponen son soluciones y no encastillamientos en el poder de imprevisibles consecuencias.
Seguro que, si se preguntase a los ciudadanos desde alguna entidad demoscópica independiente, se abonarían a un Gobierno que los grandes datos de nuestra macroeconomía se tradujesen en medidas concretas que aliviasen sus afligidos bolsillos. La vicepresidenta que comparte risas, como jefa de Hacienda, algo podría hacer al respecto.
De esta manera, todos podrían unirse en unas risas, en este caso claras y sinceras.