Las exigencias
El relator, el último gran escollo con Puigdemont
Aunque el acuerdo con los independentistas está muy perfilado, falta concretar esta figura exigida por el expresidente catalán, sus competencias y quién asumirá ese papel
Los partidos que están negociando la investidura de Pedro Sánchez se afanan por acotar los temas. De hecho, fuentes conocedoras de las intimidades de las reuniones entre el PSOE y los diferentes grupos reconocen que «cada vez que un tema es descartado, sale a la luz. Nunca antes». Es decir, el acuerdo está más que hilvanado a falta de flecos no menores. La cortina de humo: el concepto nación para Cataluña y Euskadi reivindicado por Junts y PNV; lo mollar: la concreción de la figura del relator, sus competencias y lo más sustancial, quién será.
Fuentes de Junts per Catalunya aseguran que «la hoja de ruta la marcó Carles Puigdemont el 5 de septiembre en Bruselas». En esta comparecencia, el expresidente catalán marcó sus exigencias y «de ese punto no se moverá». La amnistía, que está en una fase muy avanzada según todas las fuentes consultadas aunque sigue el mutismo más absoluto; el referéndum que pospuso hasta después de la investidura y que parece que se concretará en un texto similar al alcanzado por ERC en 2019; el relator internacional que vise el cumplimiento de los acuerdos y el reconocimiento de Cataluña como nación.
Ayer, Puigdemont cerró una nueva consulta a las bases del Consell de la República. En la primera ganó y constató una desmovilización de los suyos. Solo participó algo menos del 7% de los 103.000 afiliados. Ayer fue el turno de la segunda consulta que pone en cuestión la simple negociación. Los promotores no quieren que el movimiento independentista negocie absolutamente nada con el Estado. Su lema: «O independencia, o elecciones». Nada más, o blanco o negro, obviando cualquier gama de grises. Por tanto, suceda lo que suceda en la votación, la ruptura de Puigdemont con el sector más radical es un hecho consumado. No hay vuelta atrás y sí movimientos de cara a futuro con una más que posible lista alternativa de los radicales en las próximas autonómicas. El objetivo de los díscolos es ganar la consulta, que no es vinculante, para poner a Puigdemont ante el espejo. Aunque no parece que tenga ninguna intención de prestar atención al resultado.
Por eso, Puigdemont ha puesto la directa. De entrada convocó, por primera vez, de forma pública a la cúpula de Junts. Lo hizo para informar al cuadro dirigente de su partido, porque él lleva directamente las negociaciones de Junts aunque no forma parte de la dirección. Como informábamos el sábado, esta semana pueden producirse novedades y, de hecho, durante toda la jornada de ayer la información de LA RAZÓN no era desmentida porque tiene visos de realidad. Sin embargo, fuentes bien informadas apuntan: «El acuerdo está avanzado, el gran bloqueo hoy por hoy es la figura del relator, y puede presentarse entre el 1 y el 5 de noviembre».
El gran escollo en estos momentos no es la concepción de Cataluña como nación, aunque el propio expresidente huido se encargó de recordarlo en un tuit: «Cataluña es una nación, una vieja nación europea, que ha visto atacada su condición nacional por los regímenes políticos españoles desde 1714». Un párrafo que dijo tal cual el pasado 5 de septiembre. El concepto de Cataluña como nación está recogido en el preámbulo del Estatuto actualmente vigente, por lo que no tiene efectos jurídicos. Por eso, el independentismo quiere ir más allá. El problema es el encaje jurídico para este reconocimiento que tiene el visto bueno político de la izquierda, PSC y Comunes, amén de Junts y ERC. Otra cosa es que los socialistas afirmen que Cataluña es una nación pero no tiene por qué tener un estado como defienden los independentistas.
Mientras se busca la fórmula más adecuada para acercar posturas en este punto, el gran escollo es esa figura del relator. Puigdemont quiere insistir ante los suyos que, a diferencia de ERC, «él cobra por adelantado», como se encarga de remarcar una y otra vez la portavoz de Junts en el Congreso, Miriam Nogueras. Es decir, el líder de Junts quiere presentarse como única garantía para que el Estado cumpla sus compromisos, en contraposición a ERC, a la que Junts critica por venderse por un plato de lentejas a cambio de nada.
Puigdemont puso en valor esta figura –el desacuerdo sobre el relator llevó a la ruptura con ERC y forzó elecciones en 2019– en su conferencia de Bruselas y está empecinado en que el PSOE lo acepte, es casi una condición sine qua non. De momento no hay acuerdo, ni en la figura ni en quién debe asumir su papel y en qué materias podrá intervenir, pero a tenor de cómo se desarrollan las conversaciones no se descarta que sea inmediato. «Se ha recuperado la confianza», afirman fuentes independentistas, algo básico y necesario en cualquier negociación.
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