Competencia
Ribera: el PPE votando con la ultraderecha es “el germen de la destrucción del proyecto europeo”
La que fuera ministra para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico cree que "vivimos en un oligopolio digital"
La vicepresidenta de la Comisión Europea Teresa Ribera cree que la decisión del Partido Popular Europeo (PPE) de votar junto a la ultraderecha en la Eurocámara contra elementos clave de la agenda verde y regulatoria supone «el germen de la destrucción del proyecto europeo», construido desde la «centralidad».
«Creo que eso es muy peligroso. Es el germen de la destrucción del proyecto europeo», declaró Ribera a EFE durante una entrevista con motivo del primer año de legislatura en el Ejecutivo comunitario como comisaria de Competencia y vicepresidenta para la Transición Limpia, Justa y Competitiva.
En las últimas semanas, el voto conjunto del PPE y de los grupos de ultraderecha en el Parlamento Europeo ha debilitado las normas de sostenibilidad empresarial y contra la deforestación, reabiertas en teoría para simplificarlas.
Esa alineación en las votaciones está sirviendo para «abrir en canal» y por procedimientos de urgencia normativas que, en principio, se revisaban de forma acelerada porque sólo se pretendía depurar algunos aspectos burocráticos, algo que va más allá que una simple conjunción de intereses en las enmiendas que se introducen en un texto legal, según Ribera.
La vicepresidenta comunitaria advierte de que esta dinámica es «muy preocupante» porque toca los cimientos del proyecto de la UE, que desde la Segunda Guerra Mundial se ha construido «sobre la base de una centralidad, de una gran coalición con vocación europeísta».
«Lo que vemos ahora es que hay una parte de esa centralidad (…) que prefiere alinearse con quienes defienden la ruptura del proyecto europeo, con quienes defienden volver al Estado nacional, la reducción de derechos, no mirar de frente los problemas que enfrentamos en un mundo diferente y con cambio climático», razona.
Mercado único
Para Ribera, este giro político que conlleva un apetito por desregular tiene también consecuencias económicas muy concretas porque implica «un riesgo real de volver a una fragmentación, a veintisiete espacios que ahora cuentan con una regla única».
«Es verdad que muchas veces es desesperante la cantidad de niveles diferentes de acumulación de trámites (…). Todo eso hay que resolverlo de la forma más sencilla posible. Pero hay que tener cuidado para que, más allá de ese umbral, de simplificar, pasemos a derogar de forma poco reflexiva normas que nos han permitido avanzar y construir un proyecto europeo sobre la base de un referente común», advierte.
La Unión Europea tiene «un mercado sumamente interesante, atractivo, con capacidad de pago de 450 millones de consumidores (…) que se vería enormemente beneficiado si rompemos las fronteras nacionales y les permitimos operar en el conjunto del mercado europeo», añade.
Subordinación a EE UU
Esa dinámica política trasciende a las fronteras de la UE y se explica en parte porque el regreso de Donald Trump a la Casa Blanca ha «generado una situación tremendamente caótica en el contexto internacional».
Ribera señala que el republicano ha promovido políticas de negacionismo climático contra el desarrollo de las tecnologías verdes, que junto al universo digital son los «grandes vectores» del futuro económico global.
Además, Estados Unidos amenaza a la UE con represalias comerciales para que modifique su normativa interna en función de los intereses estadounidenses, especialmente en lo que afecta a sus grandes compañías digitales.
«Lo que no podemos hacer es condicionar nuestra capacidad de regulación soberana a los intereses de un tercero. No podemos asumir una posición subordinada en lo económico ni una posición subordinada en lo político», afirma Ribera.
China ya lo sabe
La vicepresidenta comunitaria está convencida de que para la reputación internacional de la UE es imprescindible mantener el rumbo: defender con «firmeza» la autonomía de la UE para regular el ecosistema digital y mantener su compromiso con la transición energética y la agenda verde.
Pero además es una cuestión estratégica con vistas al futuro frente a un trumpismo que «apuesta por el pasado».
«No podemos jugar a ser trumpistas nosotros mismos (…). No estamos hablando de elementos que resulten decorativos o accesorios. Son los grandes vectores de transformación del sistema económico en cada uno de nuestros países y a nivel global», comenta.
«China esto lo entendió hace mucho tiempo. Hace más de veinte años que dijo: queremos ser los primeros colocadores de bienes de equipo verde en los mercados mundiales», recuerda.