
Terrorismo
Rueda de reconocimiento fotográfico de la hija del juez Querol para identificar a la etarra que vigiló a su padre
Veinticinco años después del asesinato, su hija intentará ratificar el 4 de noviembre si la terrorista era Ana Belén Egües

A las 9:15 del 30 de octubre de 2000, Armando Medina y el policía Jesús Escudero, chófer y escolta del juez del Tribunal Supremo (TS) José Francisco Querol apuraban un café en un bar de la madrileña avenida de Badajoz. Juntos acudieron al número 65 de la calle Torrelaguna a recoger al magistrado en el coche oficial. Ya con él dentro del vehículo, giraron a la derecha en dirección a la avenida de Badajoz. En el paso de cebra de la esquina, un brutal estallido impacta en el turismo, que sale despedido por encima de un autobús. Un coche-bomba, un Renault-19 rojo, acaba de hacer explosión. Querol, su chófer y el escolta mueren en el acto, como también Jesús Sánchez Martínez, conductor del autobús junto al que el vehículo queda tendido boca abajo.
Semanas antes de la acción criminal, a su hija Amelia le sorprendió la presencia en las inmediaciones del domicilio familiar de una chica de unos treinta años que observaba su vehículo «de una manera que le chocó», según puso en conocimiento del juez de la Audiencia Nacional Santiago Pedraz en enero del pasado año. A solo metro y medio de ella, tuvo tiempo de ver cuando se metía en el coche su mirada «desafiante». «Esa mirada y esa cara no las he podido olvidar», dijo al magistrado en mayo de 2023.
Una misteriosa mujer a la que, un año después del asesinato de su padre, creyó reconocer en un periódico en una noticia sobre la detención del «comando Madrid». Tenía «otro pelo» y sus rasgos habían cambiado, pero su mirada era «exactamente la misma».
Ocho etarras investigados
Era la etarra Ana Belén Egües, investigada ahora junto a otros siete etarras –Gorka Palacios, Juan Luis Rubenach, Iván Apaolaza, Oier Goitia, Javier García Gaztelu «Txapote», Juan Antonio Olarra Guridi y Ainhoa Múgica– por su supuesta responsabilidad en estos asesinatos terroristas. Hace ahora casi dos años, Amelia Querol pidió a Pedraz que autorizase un reconocimiento fotográfico con una imagen de Egües de la fecha del atentado entre otras muchas para ver si es capaz de reconocerla.
Una comprobación que finalmente se llevará a cabo días después de que, mañana mismo, se cumplan 25 años del atentado perpetrado por ETA. Según una providencia a la que ha tenido acceso LA RAZÓN, el titular del Juzgado de Instrucción número 5 de la Audiencia Nacional ha fijado el próximo día 4 de noviembre para la práctica del «reconocimiento fotográfico» que ya fue suspendido el pasado septiembre. Accediendo así a la petición efectuada por la abogada de la hija del magistrado asesinado, Vanessa Santiago.
"Una mujer", señalada por testigos
Según Dignidad y Justicia, que al igual que la Asociación Víctimas del Terrorismo (AVT) ejerce la acusación popular en el procedimiento, «un gran número de testigos presenciales» del atentado identificaron en el lugar de los hechos a una mujer (según la asociación que preside Daniel Portero, con los rasgos físicos de Egües).
Entre ellos, una testigo que ya declaró ante la Policía 24 horas después del atentado (declaración que ratificó en 2023 en la Audiencia Nacional) y que dijo que vio a una mujer llegar al lugar de los hechos y huir con los dos supuestos terroristas autores en un Seat Ibiza de color blanco. Según expuso entonces, instantes antes se había cruzado en la calle con «un hombre que iba en sentido contrario al lugar de la explosión, sin prestar atención» a lo que había sucedido con lo que parecía un móvil en la mano. Para la acusación se trataba de Gorka Palacios, quien llevaría aún en la mano el detonador del explosivo y al que esperaba otro terrorista en el vehículo en el que huyeron.
Habló con los etarras en un bar
Según explicó a la Policía el dueño de un bar, Querol habló con sus asesinos en el establecimiento días antes del atentado. Se trataría de los miembros del «comando Buruhauste» encargados de llevar a cabo las vigilancias del magistrado del Tribunal Supremo para trasladar sus rutinas a los autores materiales. Los encargados de ese cometido fueron Ana Belén Egües, Gorka Palacios, Iván Apaolaza y el propio Juan Luis Rubenach, que elaboraron la información necesaria para cometer el atentado».
Algunos de ellos, de hecho, fueron detectados por el vecindario, según puso de relieve Pedraz en una de sus resoluciones, en la que deja constancia que durante esas vigilancias se les vio en ese bar cercano al domicilio de Querol, «con el que incluso entablaron conversación en el interior del local». Fue la propia Amelia Querol quien confirmó en su declaración judicial que el dueño del bar le comentó este hecho, que no obstante no puede ser ratificado por el testigo directo pues el propietario del local ya ha fallecido.
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