Conflicto
Saharauis piden al Polisario que cese la guerra con Marruecos y busque vías de diálogo
Denuncian el creciente aislamiento del grupo, incluso por parte de Argelia que se niega a suministrarle armas
“En el ámbito diplomático, el aislamiento es cada vez más evidente. Numerosos países han congelado sus relaciones con la “republica saharaui”, mientras que crece la lista de naciones influyentes que respaldan la propuesta marroquí de autonomía como la solución "más seria y creíble", tal como lo expresó recientemente el ministro de Asuntos Exteriores del Reino Unido (como en su momento hizo España) , según una carta abierta del Movimiento Saharaui por la Paz, en la que hace un llamamiento a la disolución del Frente Polisario como arma de guerra.
Subraya que “la reanudación unilateral de la guerra por parte de la dirección del Polisario en noviembre de 2020 ha producido consecuencias previsibles pero devastadoras. Esta decisión, adoptada sin el necesario cálculo político y estratégico, ha conducido al movimiento a una posición de facto insostenible. En el terreno militar, los drones marroquíes han impuesto su supremacía, erosionando las posiciones del Polisario sobre el terreno y eliminando el “statu quo” de 1991. Argelia, principal sostén del Polisario, se muestra renuente a proporcionar armamento y municiones, mientras que Mauritania da señales claras de fatiga y contempla restringir el tránsito de material militar saharaui en su territorio”.
Paralelamente, --recuerda-- el Enviado Personal del secretario general de la ONU, Staffan de Mistura, ve acercarse el final de su mandato sin haber logrado reactivar el proceso político, lo que agrava aún más la parálisis diplomática. A esta situación se suma la alarmante precariedad en los campamentos de refugiados en Tinduf. Las condiciones de vida se deterioran aceleradamente: escasez, inseguridad, frustración. La desesperanza se ha instalado en el ánimo colectivo.
“Hacemos un llamado a la élite saharaui —política, tribal, intelectual, civil y de la diáspora— a abrir un debate honesto, sin diplomacia estéril ni enfoques excluyentes. Es necesario evaluar riesgos, definir prioridades y construir una estrategia común que nos permita encarar con realismo y dignidad los desafíos actuales. No hay espacio para la resignación ni para la autocomplacencia. Estamos ante un punto de inflexión en el que debemos decidir si persistimos en un rumbo sin salida o si, por el contrario, buscamos soluciones realistas, viables y justas que eviten que los sacrificios de nuestro pueblo terminen en el fracaso, la rendición y la ignominia”, agrega.
“La historia está llena de lecciones amargas: movimientos como el PKK en Turquía o las FARC en Colombia acabaron por rendirse incondicionalmente sin alcanzar sus objetivos. Otros, como los secesionistas de Biafra o los Muyahidines Jalq en Irán, vieron sus causas desaparecer entre el olvido, el dolor y el caos”. “Ha llegado la hora del coraje moral y de la humildad política para reconocer que la vía armada y la estrategia actual han fracasado. Pero aún es posible, con voluntad y lucidez, construir una salida política honorable, sin vencidos ni vencedores, avalada por garantías internacionales y a la altura de la dignidad y las aspiraciones de nuestro pueblo”, concluye.