
Psicología
La habilidad que todo padre debe enseñar a su hijo lo más pronto posible
Esta actividad requiere la implicación simultánea y compleja de múltiples áreas del cerebro, como la coordinación motora o la creatividad y resistencia mental

A lo largo de sus tres décadas de carrera como experto en psicología laboral, Stefan Falk ha observado un patrón que se repite con inusitada claridad: la práctica artística (especialmente la musical) puede moldear una mente orientada al alto rendimiento. Según Falk, aprender a tocar un instrumento puede ser uno de los caminos más potentes hacia el desarrollo personal y profesional.
Desde el punto de vista neurológico, la práctica musical implica una activación compleja y simultánea de múltiples áreas del cerebro: coordinación motora, reconocimiento de patrones, regulación emocional, creatividad y resistencia mental. Este entrenamiento integral convierte al instrumento en una herramienta insólitamente eficaz para potenciar capacidades cognitivas aplicables a cualquier ámbito, desde el liderazgo empresarial hasta la gestión emocional.
Falk identifica una serie de aprendizajes transformadores que se derivan de la práctica musical:
- Visualización eficaz: Los músicos no solo repiten movimientos; imaginan escenarios, anticipan resultados y ensayan mentalmente. Este tipo de visualización, común entre intérpretes, es una habilidad de enorme valor en el mundo laboral, donde prever y planificar son claves para el éxito.
- Relación consciente con el tiempo: Practicar un instrumento enseña a respetar el tiempo. Cada distracción se siente en la ejecución. Este sentido afinado de atención plena redefine la manera en que uno se enfrenta a reuniones, proyectos o relaciones personales.
- Tolerancia al malestar: En la música, como en la vida, no se puede esquivar la dificultad. Este hábito de no huir del error, sino de convertirlo en fluidez entrena la resiliencia como pocas disciplinas.
- Diseño emocional: Tocar no solo expresa emociones, también las regula. Aprender a modificar el estado interno a través del ritmo, el sonido o la respiración se convierte en una destreza de aplicación inmediata en situaciones de estrés, toma de decisiones o conflictos.
- Búsqueda del propósito: Cuando la práctica se vuelve aburrida, no es por falta de estímulo externo, sino por falta de objetivo. Esta intuición permite reinterpretar tareas monótonas en cualquier contexto profesional, generando un enfoque mucho más productivo.
- Innovación ante el bloqueo: En música, como en los negocios, no todo sale a la primera. Cuando la técnica falla, se prueba otra vía. Este instinto para inventar soluciones, improvisar o redibujar el mapa es el mismo que impulsa la innovación en el mundo laboral.
- Estándares de excelencia: Escuchar la diferencia entre algo aceptable y algo sublime deja una huella. Esa sensibilidad se traduce en exigencia constructiva, no desde el perfeccionismo, sino desde el respeto por lo que es posible lograr.
Empezar no tiene edad
Contrario a la creencia popular, no es necesario aprender música de niño para aprovechar sus beneficios. Falk insiste en que la neuroplasticidad permite a cualquier adulto experimentar mejoras cognitivas si se involucra en el aprendizaje de un instrumento.
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