
Salud
La lactancia materna podría proteger del cáncer de mama más agresivo durante 50 años, según un estudio
Un nuevo hallazgo científico revela que amamantar activa una memoria inmunológica que protege el tejido mamario incluso medio siglo después

Un estudio publicado en la prestigiosa revista Nature ha revelado un descubrimiento que podría cambiar la forma en que entendemos la lactancia materna y su relación con la prevención del cáncer de mama. Según los investigadores, el acto de amamantar no solo beneficia al bebé, sino que también activa una respuesta inmunitaria duradera en la madre, capaz de protegerla frente a los cánceres de mama más agresivos incluso 50 años después.
Durante siglos, la ciencia ha observado que las mujeres que amamantan presentan un menor riesgo de cáncer de mama. Sin embargo, hasta ahora no se conocía con precisión la causa. El nuevo estudio, liderado por la oncóloga Sherene Loi, del Peter MacCallum Cancer Centre en Melbourne, aporta una respuesta contundente: la lactancia entrena al sistema inmunitario femenino para vigilar y defender el tejido mamario a largo plazo.
Este hallazgo no solo amplía el conocimiento sobre cómo la maternidad modifica el cuerpo femenino, sino que también abre la puerta a nuevas estrategias preventivas y terapéuticas contra el cáncer, especialmente frente al cáncer de mama triple negativo, uno de los más difíciles de tratar.
Así actúa la protección inmunológica generada por la lactancia
El estudio, titulado “Parity and lactation induce T cell–mediated breast cancer protection”, analizó más de 260 muestras de tejido mamario de mujeres con distintos historiales reproductivos.
Los resultados mostraron que aquellas que habían tenido hijos y amamantado contaban con una mayor presencia de linfocitos T CD8⁺, células clave del sistema inmunitario que se especializan en identificar y destruir células anómalas.
Estas células se comportan como “células de memoria residentes”, permaneciendo en el tejido mamario durante décadas. De hecho, se encontraron en mujeres que habían dado a luz hasta 50 años antes, lo que sugiere que la lactancia deja una huella inmunológica duradera.
Para confirmar sus resultados, el equipo realizó experimentos en modelos animales. Las hembras que completaron un ciclo de embarazo y lactancia desarrollaron una alta concentración de linfocitos T protectores, lo que hizo que los tumores mamarios crecieran más lentamente. Cuando estas células fueron eliminadas, la protección desapareció por completo.
Además, se analizaron los datos clínicos de más de 1.000 mujeres con cáncer de mama triple negativo, observándose que las pacientes que habían amamantado tenían mayor cantidad de linfocitos T CD8⁺ en sus tumores y una tasa de supervivencia más alta.
Nuevas oportunidades para prevenir y tratar el cáncer de mama
Los investigadores afirman que la lactancia materna modifica no solo la estructura del tejido mamario, sino también su inmunidad a largo plazo. Comprender cómo se activa esta respuesta inmunitaria podría ayudar a desarrollar terapias o vacunas preventivas para mujeres que no han tenido hijos o que no pudieron amamantar. También podría servir para personalizar tratamientos de inmunoterapia, ya que las pacientes con un alto número de células T suelen responder mejor a estos tratamientos.
La lactancia no garantiza inmunidad, pero sí deja una huella protectora
Los autores del estudio insisten en que amamantar no garantiza inmunidad frente al cáncer, y no debe interpretarse como una obligación médica. El hallazgo demuestra, eso sí, que el cuerpo materno “no olvida” la experiencia de la lactancia: cada proceso biológico deja una marca, y en este caso, puede traducirse en una vigilancia inmunológica de por vida.
En un contexto donde la maternidad adopta formas cada vez más diversas, este descubrimiento invita a revalorizar la lactancia materna no solo como fuente de nutrición para el bebé, sino también como una poderosa herramienta de salud que puede beneficiar el cuerpo de quien amamanta durante décadas.
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