
Historia medieval
Así son las ruinas de este castillo olvidado que se encuentra un paso de Santiago de Compostela
Estas históricas fortificaciones datan del siglo IX y han sido testigos de batallas, reconstrucciones y hasta de su propia reconversión en cantera

Las Torres de Altamira, ubicadas en la parroquia de San Fiz, en Brión, A Coruña, son uno de los testimonios más fascinantes de la historia medieval gallega. Estas construcciones se asientan en una localización privilegiada, en lo alto de una colina desde la que se domina el Valle de A Mahía.
El castillo original, levantado sobre un antiguo castro celta, fue construido en el siglo IX y sufrió diversas destrucciones a lo largo de los años. Uno de los momentos más significativos de su historia ocurrió en 1073, cuando Gonzalo de Moscoso, hijo del Conde de Altamira, ordenó su demolición. Sin embargo, la familia Moscoso jugó un papel clave en la posterior reconstrucción de la fortaleza, la cual fue reforzada en 1462 bajo la autorización del arzobispo Fonseca I.

El linaje de los Moscoso, surgido en el siglo VII, estaba en el centro de las tensiones medievales en Galicia. Durante la Guerra Irmandiña (1467-1469), las Torres fueron asaltadas por los campesinos sublevados, y aunque el castillo sufrió grandes daños, la familia Moscoso se vio reforzada en su poder después de la Batalla de Altamira en 1471.
A lo largo de la historia, el castillo de Altamira pasó por diferentes etapas. En el siglo XVI, la residencia principal de los condes se trasladó a Santiago, y la fortaleza comenzó a decaer. En el siglo XVII, las Torres dejaron de ser habitadas, y su estructura se deterioró a tal punto que, a finales del siglo XVIII, el castillo fue abandonado. En 1872, las piedras de la fortaleza fueron vendidas y utilizadas en la construcción de viviendas y otros edificios, convirtiendo a las Torres en una "cantera" de materiales. Sin embargo, este proceso de desmantelamiento no logró borrar por completo su historia.

En 1973, la Diputación de A Coruña adquirió el sitio y comenzó un proceso de consolidación para evitar su desaparición. Hoy en día, las ruinas de las Torres de Altamira son un importante atractivo turístico y cultural. Los visitantes pueden explorar los restos de la torre del homenaje, que conserva una estructura impresionante con muros de hasta 2,80 metros de espesor, y una bóveda de cañón en la torre mejor conservada, que se alza a ocho metros de altura. Además, la visita incluye elementos residenciales como la fachada de un palacio de tres plantas, así como una cisterna circular, vestigios de la antigua fortaleza.
La fortaleza fue declarada Bien de Interés Cultural (BIC) en 1994. Las Torres de Altamira ofrecen unas vistas espectaculares del entorno natural de Brión, que incluye otros lugares de gran interés, como la carballeira de Santa Minia y las aguas medicinales de Tremo.
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