Historia

El castillo que hizo inexpugnable la Ría de Ferrol

Unida a la enfrentada fortaleza de la Palma y a la ya desaparecida de San Martiño, configuraba un “triángulo de fuego” que volvía infranqueable el acceso

El castillo que hizo inexpugnable la Ría de Ferrol
El castillo que hizo inexpugnable la Ría de FerrolWikipedia

Frente al azul oscuro de la Ría de Ferrol se alza uno de los baluartes más imponentes de la arquitectura militar española: el Castillo de San Felipe. Su silueta pétrea, recortada contra el mar, recuerda siglos de historia y de defensa, cuando esta ría era uno de los enclaves estratégicos del Atlántico. Enfrente, el Castillo de la Palma, en Mugardos, y el ya desaparecido San Martiño, completaban un “triángulo de fuego” que hizo de Ferrol una muralla natural que ningún enemigo se atrevió a franquear.

Por las noches, una cadena unía las fortalezas de San Felipe y La Palma, cerrando el paso a cualquier embarcación que intentara adentrarse en la ría. De hecho, se atribuye al almirante Pitt la célebre frase de que, si Gran Bretaña poseyera una ría como la de Ferrol, “la protegería con una muralla de plata”.

La historia del castillo comienza en 1557, cuando Felipe II ordena su construcción para proteger la ría, que ya entonces servía como puerto de abastecimiento de la Armada Real. Su ubicación, en el punto donde la ría se estrecha, ofrecía una posición de vigilancia perfecta contra piratas, corsarios y flotas invasoras.

Aunque su origen se remonta al siglo XVI, la fortaleza que hoy admiramos es fruto de la gran remodelación emprendida entre 1731 y 1775, en pleno auge del pensamiento ilustrado. Los ingenieros militares Francisco Montaigú, Juan de la Ferriére y Juan Vergel rediseñaron San Felipe bajo el modelo académico de la época: una “batería abaluartada” de estilo neoclásico, donde las matemáticas y la geometría se aplicaban al arte de la guerra.

Castillo de San Felipe
Castillo de San FelipeTurismo de Galicia

Sus muros salientes y baluartes cubrían los flancos laterales, mientras que las baterías de cañones apuntaban directamente al mar. Era un diseño pensado tanto para repeler ataques por tierra como por mar, combinando precisión técnica con monumentalidad.

La batalla de Brión: el día en que Ferrol resistió

El castillo no solo fue un ejemplo de ingeniería militar; también fue escenario de uno de los episodios más heroicos de la historia naval gallega. En el año 1800, una escuadra inglesa compuesta por 109 buques y 15.000 hombres, al mando de los almirantes Warren y Pulteney, trató de tomar Ferrol. Sin embargo, la fortaleza de San Felipe y el valor de los ferrolanos frustraron el intento.

La conocida como Batalla de Brión terminó con la retirada de las fuerzas británicas, incapaces de conquistar el castillo. Aquella jornada consolidó la reputación de la fortaleza como baluarte inexpugnable y símbolo de resistencia.

De prisión a patrimonio protegido

Con el paso de los siglos, el uso del castillo cambió. Durante la Guerra Civil, sus muros fueron empleados como cárcel y paredón, una etapa oscura que contrasta con su papel anterior como escudo de la ciudad.

Ya en tiempos de paz, el Castillo de San Felipe fue declarado Bien de Interés Cultural al amparo del Decreto de 22 de abril de 1949 y de la Ley 16/1985 sobre el Patrimonio Histórico Español. En la actualidad pertenece al Ayuntamiento de Ferrol, que lo ha adquirido con vistas a su rehabilitación y adaptación a usos culturales.

El visitante que se adentra hoy por sus galerías y explanadas descubre un prodigio arquitectónico de la ingeniería militar ilustrada y un mirador excepcional sobre la ría. Desde sus cañoneras se divisa la fortaleza gemela de A Palma, y más allá, el horizonte atlántico que durante siglos fue vigilado por artilleros, marineros y centinelas.

San Felipe, la memoria viva de Ferrol

Convertido hoy en un icono del patrimonio ferrolano, el Castillo de San Felipe conserva en cada piedra la huella de un pasado donde la ciudad era sinónimo de poder naval y conocimiento técnico. Su diseño geométrico, su robusta cantería y su integración con el paisaje marino lo convierten en una joya arquitectónica única.

En palabras de muchos historiadores locales, San Felipe no defendió únicamente la ría: defendió una forma de entender el territorio y su relación con el mar. Por eso, cuando el visitante se asoma a sus murallas y contempla el brillo del agua bajo el sol, es fácil imaginar el eco de los cañones, el rumor de las olas y la certeza de que esta fortaleza continúa siendo el guardián eterno de Ferrol.