Historia
Este pueblo de Galicia mezcla castros y piratas mientras busca nuevo dueño para su millonario castillo frente al mar
La fortificación del siglo XVIII, fiel a su estructura original, está a la venta por cuatro millones de euros
Hay lugares que parecen respirar siglos al ritmo lento del mar, como si cada ola se llevase un recuerdo y trajera otro distinto. En la ría más alta de las Rías Baixas, justo donde el sosiego empieza a transformarse en ruido atlántico, un pequeño pueblo de apenas 1.600 habitantes mantiene viva una historia que comenzó mucho antes de que existieran sus calles empedradas.
Allí, en un rincón en el que los amaneceres iluminan castros de otro tiempo y los vientos recuerdan viejas incursiones, se levanta también una fortaleza costera que hoy busca nuevo propietario: el imponente Castillo del Cardenal.
Estamos en Corcubión, un enclave donde la vida se enraíza en la prehistoria y se expande hasta el presente con la serenidad de los pueblos que han sobrevivido a todo. Fue hogar del hombre cuaternario, escenario de la Cultura Castreña y territorio estratégico durante la Edad del Hierro.
En los altos de Quenxe sobreviven restos de un castro que vigilaba la bahía y el camino hacia el Monte Pindo, el llamado Olimpo céltico. Desde allí se defendían rutas sagradas, se recolectaban frutos silvestres y se comerciaba por el Atlántico cuando Europa aún no sabía que existía un continente al otro lado del océano.
Piratería y templos románicos
Los orígenes del Corcubión actual se remontan a la parte alta del Monte de San Andrés, donde se levantó en los siglos XII y XIII la primitiva iglesia románica de San Andrés de Canle, una elección obligada por la necesidad de protegerse de los piratas normandos y sarracenos.
Pero con la llegada del comercio exterior, el pueblo bajó hacia el mar. A partir del siglo XIII se asentaron pescadores vascos y asturianos, atraídos por las posibilidades de exportación de pescado, y más tarde empresarios catalanes convertirían la ría en un hervidero de fábricas de salazón y conserveras, una actividad que marcaría para siempre la economía local.
El siglo XV dejó una huella decisiva: los Condes de Altamira instalaron su residencia aquí, haciendo de Corcubión el núcleo social y económico de la comarca. De esa época sobreviven edificios como el Pazo de los Condes de Altamira o la Iglesia de San Marcos, un ejemplo singular de gótico marinero con raíces del siglo XIV.
El paso del tiempo también trajo heridas profundas: en 1809, durante la Guerra de la Independencia, el puerto seguro de Corcubión fue destruido por las tropas napoleónicas y, después, por los bombardeos británicos destinados a expulsar a los franceses.
Sin embargo, la villa volvió a levantarse. A finales del XIX y principios del XX floreció un modernismo discreto pero elegante, visible en la Casa Miñones, el Antiguo Juzgado o las casas burguesas del paseo marítimo, que reciben al visitante con fachadas que parecen contar historias de marineros, conserveras y familias acomodadas.
El Castillo del Cardenal a la venta
Y es en este escenario donde surge una noticia que sorprende: el Castillo del Cardenal, construido entre 1755 y 1757 para defender la ría de Corcubión, está en venta por cuatro millones de euros.
La fortificación, dedicada al Infante don Luis de Borbón, hermano de Carlos III, forma una península de piedra con forma de estrella, diseñada para mimetizarse con el entorno y sorprender al enemigo.
Su misión era proteger las expediciones comerciales que partían hacia el norte de Europa o el Mediterráneo y evitar saqueos en las villas del interior. Contaba con 17 cañoneras, un cuartel para 96 hombres, almacenes, polvorín, techos en bóveda de cañón y hasta un pozo de agua dulce para resistir asedios prolongados.
Hoy, este castillo del siglo XVIII se conserva de forma excepcional y mantiene fielmente su estructura. Transformado en residencia, permanece rodeado por el mismo mar que un día defendió, en una ubicación privilegiada desde la que se domina toda la ría.