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Esencia leonesa

Lo Imposible encuentra en Jamuz (León) el viñedo perfecto para su nuevo vino

Recuperación de viejas garnachas en Gredos

Lo Imposible del Jamuz 2022
Lo Imposible del Jamuz 2022Mahala

A Lo Imposible le gustan los retos, contar historias, mantener viva la memoria, apostando por esos viñedos “resilientes” que han conseguido sobrevivir en zonas quizá menos vistosas que otras más conocidas de nuestra geografía vinícola, pero donde la tradición y la viticultura han formado parte indiscutible de su pasado.

Por eso, cuando descubrió las preciosas viejas viñas rastreras del Jamuz, creciendo en esas mismas tierras en las que los romanos buscaran oro tantos siglos atrás, lo tuvo claro. Había que hacer perdurar su tradición, ayudando a sus sabias cepas plantadas en vaso, a mantener viva esa herencia de vides surgidas del esfuerzo y la perseverancia, entre cuarcitas, cuarzos y arcillas rojas.

Así, tras Lo Imposible de Gredos 2021, el primer vino de este proyecto tan especial, ve la luz Lo Imposible del Jamuz 2022, un vino que, en esta ocasión, habla a través del lenguaje de las viejas cepas de Mencía y Garnacha que ha descubierto en los márgenes del río Jamuz, a los pies del monte Teleno. Una mirada limpia a la esencia leonesa que recoge la filosofía de entender la viticultura como una forma de preservar la riqueza de nuestro país, conservando viñedos que otros consideran imposibles de mantener.

Estas tierras, cuyas entrañas se hicieron famosas por convertirse en preciadas minas de oro romanas, eran también ancestrales tierras de vino, una cultura que se mantuvo presente a lo largo de los siglos, fomentada por ese Camino de Santiago que iba sembrando monasterios (y viñas) a su paso y que merece seguir viva a través de proyectos como éste.

Lo Imposible del Jamuz 2022, viñas rastreras a los pies del Teleno

Lo Imposible del Jamuz 2022 procede de la Finca Dorotea, un viñedo situado en Congosto, en el Valle del Jamuz, a más de 850 metros de altitud. Su suelo, muy pobre, está compuesto por una mezcla de cuarzo, cuarcita y pizarra entre arenas, y sus viñas, plantadas en vaso rastrero, son mayoritariamente de Mencía y Garnacha. Siguiendo las tradiciones elaboradoras de la zona, fermenta en tina de roble francés espontáneamente, con parte del racimo entero, y descansa en barricas de 500 litros de roble francés y austríaco durante 12 meses, terminando de redondearse 3 meses en hormigón.

El resultado es un vino con un atractivo toque agreste, que nos traslada a la tierra que le ve nacer: florales y hierbas de monte, notas terrosas y frutillos rojos entre sus aromas, que dan paso a una boca musculosa y delicada al tiempo, con una elegancia innata que nos hace pensar en una estupenda evolución futura.

PVP: 45 €