Gente
Todo sobre Corinna, la mujer detrás de la caída de Don Juan Carlos
La alemana no fue como las otras amigas “entrañables” del padre de Felipe VI
Menos mal que el 10 de agosto de 2009 moría el danés, Finn Bönning Larsen, padre de Erik y Corinna Larsen Sauerland, a los 88 años de edad. Se ahorró ver en titulares de medio mundo cómo su apellido se mancillaba sin la menor de las consideraciones porque su hija Corinna, una niña rubia que nacía en 1965 en Francfort, donde la familia tenía su residencia habitual, se convertía en 2004 en “amiga entrañable” del Rey Juan Carlos.
Que el monarca había tenido anteriormente más amigas cercanas, era un secreto callado a voces. Pero con Corinna se llevó con total normalidad, hasta el punto de que al ser una mujer tan preparada se la permitía participar en el día a día de la familia Borbón. Ella podía desde haber sido la responsable de organizar la luna de miel de los entonces príncipes de Asturias, hasta buscarle en 2005 trabajo al marido de la infanta Cristina, Íñaqui Urdangarín. Lamentablemente esa fue una gestión que no cuajó porque al yerno del Rey Juan Carlos, no le pareció suficiente sueldo el que le ofrecían en el puesto de trabajo que le había conseguido Corinna.
Sin embargo no tuvieron inconveniente en posar con total normalidad, Cristina, Íñaqui y el rey Juan Carlos, en el fotocol de los premios Laurus, junto a Corinna. Tampoco en que recibiera honores militares en 2006 pisando con sus Valentinos la alfombra roja del aeropuerto de Stuttgart, detrás del rey ahora Emérito en viaje oficial. Sin embargo, su presencia como testigo de primera mano en 2012 de la caída en Botsuana, mientras cazaban elefantes prendió la mecha que ahora ya parece del todo imparable.
Hasta llegar a la relación entrañable y a esa exhibición de normalidad, Corinna tuvo sus años de formación. No se llega por las buenas a tan alto estamento. Estudió Relaciones Internacionales en Ginebra y dominaba varios idiomas, gracias al trabajo de su padre en una línea aérea, circunstancia que llevó a la familia a cambiar de residencia en varias ocasiones. El alemán, el inglés, el portugués, el francés y algo de español (aprendido durante sus vacaciones de verano en Marbella, han sido fundamentales para el devenir posterior.
Pero fue su cambio de residencia a París, donde comenzó a trabajar en una empresa de productos de belleza, lo que supuso un gran acierto en su vida. Su apartamento parisino, situado en una de las mejores zonas de la capital francesa, su juventud y su estilizada figura, son junto a su buena educación, don de gentes y cordialidad, los que la llevan a una fiesta en París, en la que conoce al que será su primer marido, Philip Atkins, con el que se casa en 1990 y tienen una hija, Anastasia. Gracias a él se introduce en la alta sociedad en la que ella comienza a moverse con soltura. Posteriormente se trasladan a Londres, donde aumenta su vida social. A los dos años de la boda y con un bebé ya piensa en su libertad y pide el divorcio a Atkins, aunque finalmente aguanta un par de años más hasta que finalmente firman la separación.
Para entonces, Corinna, es consciente de su habilidad como relaciones públicas y conoce a un rico heredero alemán, Gert Rudolf Flick,miembro de la familia Flick que tenía una participación minoritaria en la empresa matriz de Mercedes Benz, pero eran ricos gracias a las minas de carbón y acero. No llegan a casarse pero gracias a él, que estaba casado con la princesa JohannavonSayzn Wittgenstein, llega al que será su siguiente marido, el príncipe Casimir zu Sayn Wittgenstein. Un matrimonio que empezó con mal pie ya que la aparición de la alemana motivó el divorcio del Gert y Johanna.
Cuando Corinna Larsen se casa con 35 años con el príncipe, Casimir zu Sayn Wittgenstein de 24, en 2000, a los nobles familiares no les gusta la novia, que además es once años mayor, y deciden no acudir al enlace. Al año de la boda nace su hijo, Alexander Kyril y se divorcian cruentamente porque ella sabe de la importancia de un título y lucha por mantenerlo. Aunque en Alemania se abolió la monarquía después de la Primera Guerra Mundial y se eliminaron los títulos nobiliarios, algunos nobles incorporaron el topónimo de sus condados o títulos a los apellidos. El divorcio fue duro no solo por motivos económicos, sino también por los títulos nobiliarios que ella deseaba mantener.
Los suegros, los príncipes Gabriella y Alexander, querían recuperar el título y el tratamiento de princesa que usaba Corinna. Finalmente lo consiguieron pero no el uso del apellido que no pudo volver a casa hasta que Casimir volvió a casarse en junio del año pasado con Alana Bunte de 29 años, con la que está esperando al que será su segundo hijo.
Con ese enlace, Corinna tuvo que abandonar el aristocrático Zu Sayn Wittgenstein Sayn y regresar al plebeyo Larsen. Sus ex suegros, los príncipes Alexander y la condesa Gabriella Sayn Wittgenstein Sayn y sus seis hijos vivos,(Filippa murió); Heinrich, Alexandra, Casimir, Ludwig, Sofía y Peter, se puede decir que respiraron aliviados.
Para entonces, Corinna ya había aumentado su red de amistades, contactos y relaciones al más alto nivel. Vive en los mejores barrios de Londres y Mónaco, e incluso en la finca de la Angorilla cerca del palacio de La Zarzuela. Tiene gustos y modales exquisitos, pasa por quirófanos de estética para mantener una belleza que va perdiendo al mismo ritmo que su influencia va aumentando. Y es aquí cuando comienza la letra pequeña de toda la historia que la une a la familia Borbón porque al filo de su separación, es presentada al Rey Juan Carlos, durante una cacería y es con otra cacería, la de los elefantes en Botsuana, cuando se descubre parte de lo que la intrahistoria nos tenía reservado.
✕
Accede a tu cuenta para comentar