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Los sábados de Lomana: “Angela, necesitamos que nos rescates"

Carmen Lomana
Carmen Lomana@carmen_lomana

Esta semana ha sido estupenda. He salido de casa y visto mucha vida en Madrid, ganas de vivir, de comprar, de sentarnos en terrazas y de querer olvidar, sí, al menos, por unos días o por unos momentos. Ha sido demasiada la carga de dolor, de miedo y desolación que hemos tenido que vivir. No queremos seguir hablando de este virus de extraño y selectivo comportamiento. Lo único que sabemos de él es que no sabemos nada. Pero tengo la certeza de que aprovechando el verano y el calor nos dará una tregua marchándose también de vacaciones y dejándonos disfrutar de un poco de libertad.

Me tiene impresionada el ejército de guardianes por el cumplimiento del uso de mascarillas, guantes, distancia social, etcétera. Son pequeños comisarios que se han venido arriba encontrando un hueco para paliar su aburrimiento y lo cumplen a rajatabla.

Ayer, después de tres meses sin vernos, quedé con mi hermana para comer en el jardín de mi restaurante favorito. Las dos hemos dado negativo después del confinamiento, pero, por supuesto, nos ponemos la mascarilla según las normas. Nos sentaron en una mesa con bastante distanciamiento del resto. Estábamos felices disfrutando de una deliciosa comida, temperatura y jardín, así que decidimos hacernos una foto en recuerdo de un día feliz en el que teníamos la sensación de que la vida había vuelto a normalizarse. Colgué la imagen en Instagram e inmediatamente empezaron a medir y calcular distancias, a criticar que no llevábamos mascarilla... No conozco de momento mascarillas con las cuales podamos comer. Todo lo decían con una inquina y una intolerancia que me impresionaron. Y pensé: ¿qué derecho tienen estas inquisidoras a tratarnos así sin tener ninguna información? Las guardianas eran mujeres, supongo que asustadas y aburridas, que encontraron su momento de gloria dando instrucciones que quizá ellas ni cumplen.

En un momento dado salió mi rebeldía y contesté: pues también nos hemos abrazado, con mascarilla, pero un abrazo lleno de cariño. Ningún virus va a romper ese abrazo con mi hermana después de tres meses y sabiendo que estamos sanas. Este momento es una responsabilidad de cada ciudadano, saber lo que tiene que hacer y cómo cuidarse.

Algún imbécil dijo que de esta reclusión y pandemia saldríamos más fuertes. Más fuertes ¿de qué? Más bien salimos más tensos, más preocupados, con la economía hecha unos zorros y haciendo un gran esfuerzo por recobrar la ilusión. Lo que sí siento es una liberación al saber que necesito mucho menos de lo que creía. Pero el tejido social español está más amargado, agresivo y descorazonado que nunca en parte por vivir con la incertidumbre y desconfianza de un Gobierno instalado en la mentira que pueden pactar con el diablo para seguir acumulando poder. Pero ahí están Merkel y Macron poniendo orden si quieren beneficiarse de los millones de euros a fondo perdido. No podrán dedicar ni uno solo al despilfarro y ojalá nos rescaten y rechacen cualquier gasto improductivo reduciendo el derroche público de Ministerios, asesorías, utopías económicas y sociales comunistas, así como empresas públicas improductivas e innecesarias.

Por favor, Angela, necesitamos que nos rescates obligando a Sánchez a destituir a Iglesias, a su pareja y a la vicepresidenta Calvo, que con su imprudencia desencadenaron la tragedia del 8-M, a librarse de ministros que han llegado a un nivel de incompetencia insuperable y contar con los que realmente han demostrado ser aprovechables, como Nadia Calviño, Robles y algunos más.