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Los sábados de Lomana: “Los políticos deberían unirse para crear sinergias positivas”
Madrid está que se sale. Parece que jamás hubiese sido la ciudad desierta y aterrada por la pandemia. Increíble la capacidad de los seres humanos para olvidar lo malo. Tenemos memoria selectiva de la misma forma que este virus Covid-19 también es selectivo. Ataca sin saber por qué a determinadas personas, teniendo predilección por los mayores, débiles, gruesos y en su mayoría hombres. Conozco varios matrimonios que durmiendo en la misma habitación, uno de ellos ha estado muy mal y el otro ni se ha contagiado, hay otros tipos a los que llaman portadores silenciosos contagiando sin ellos tener síntomas. Es todo muy extraño y siniestro. Mejor ni pensar en todas esas teorías de la red de antenas 5 G que alteran el PH y afecta al sistema respiratorio pudiendo causar la muerte. Este no saber en qué situación estamos, y siendo conscientes de la manipulación que sufrimos, es lo que nos hace intentar vivir la vida como si nada ocurriese.
Las terrazas y restaurantes de Madrid están llenos, hay un tráfico intenso en parte supongo porque existe cierta reticencia a viajar en transporte público. Lo único que denota que no hay una plena normalidad son las mascarillas. Personalmente, lo que me tiene asustada e indignada es el tema viajes. Apertura de aeropuertos sin control ninguno. Pateras que llegan por el Sur infectadas y con cero condiciones de higiene produciendo rebrotes. Barajas se esta convirtiendo en “Territorio Comanche” al que todos tenemos pánico de pisar. Para qué les cuento lo que son los viajes en tren (AVE) con los vagones a reventar.
Una parte de la izquierda en el Gobierno ha tenido turismofobia, llegando a decir un ministro de Izquierda Unida con su cerrada y retrógrada cabeza que el turismo no es ningún valor para el país. Sin embargo, ahora admiten una apertura sin control. Quizá esto genere beneficios para algunos pero también peligro para la mayoría. Puede que lo más lúcido sea pensar que no podemos renunciar ni a un solo turista. Esto me parece una frivolidad, una forma de no querer afrontar la realidad. ¿Hemos olvidado el dolor? A los miles de muertos, y nos echamos en brazos del verano con la más absoluta irreflexión. Yo me niego a esto.
Estoy, estamos cansados de tanta mentira, de tanta negación de la evidencia. De no unir fuerzas para recobrar el equilibrio en nuestro país. No deberían tener los políticos ni una duda en unirse en crear sinergias positivas para ayudar a tantas familias que están pasándolo mal, que otra vez he visto colas como en 2009 en los comedores sociales, que la ética y el orden moral parecen estar desapareciendo. Nadie piensa en los cientos de pequeños negocios que han cerrado sus puertas para no volver a florecer el emprendimiento de la clase media que da vida y pujanza a las ciudades. Que muchas familias se han quedado sin futuro teniendo que cerrar ese negocio que sacaban adelante con mucho esfuerzo.
No puedo tener confianza en este Gobierno dogmático que ahoga a impuestos y desprecia el valor social de los empresarios. Solo pido que no volvamos a tener una quiebra colectiva como la que vivimos en 2010. Como en este momento estamos todos un poco desorientados, lo mejor es que cada uno sea responsable de cuidarse y que viva sin pensar demasiado en lo que pueda pasar. Cuando llegue entonces veremos qué hacer. Ahora pienso en la apertura de puertas del Teatro Real con una “Traviata” que nos va a sonar a gloria, en los días de verano que nos esperan felices, sin fiestas ni aglomeraciones, en unas vacaciones boho chic sin tacones y fundiéndonos con la naturaleza para fortalecer nuestra mente y nuestro cuerpo en espera de lo que pueda llegar.
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