Gente
Enrique Ponce cambia la “jet” por la “crew”
Lejos quedan los eventos sociales a los que acudía con su esposa Paloma cuevas. Ahora el diestro de chiva se codea con los amigos veinteañeros de su novia ana soria y disfruta de fiestas en la piscina con cerveza y a ritmo de reguetón
Se abre un horizonte nuevo para Enrique Ponce, al que algunos ya gastan bromas y le dicen; «¿Es usted Enrique Ponce? Llámame Kike». Y quién sabe si el diestro ya le ha pedido el teléfono al ex político, José Bono, de la doctora que hace injertos capilares. Pronto Paloma Cuevas superará el disgusto inicial por ver a su marido como un veinteañero con las hormonas disparadas, y serán muchos los recuerdos que vendrán a su memoria porque fue la edad a la que ellos se conocieron y le encontrará la parte positiva. Ponce está allanando el terreno para que no haya diferencia generacional con sus dos hijas. Almería ha sido para el torero la máquina del tiempo, 30 años atrás, y ahora tiene un conocimiento más exacto de lo que en breve ellas vivirán. La imagen encima de la colchoneta verde de cocodrilo abrazado al cuerpo de su novia Ana Soria será difícil de superar como también la instantánea en la que se le pilló gateando en el barco hasta encontrar los labios de ella, poniéndose a los espectadores por montera.
Ponce ha salido del confinamiento con sus suegros y su mujer «liberado» y no parece tener intención de tomar el té con los que hasta ahora han sido amigos comunes del matrimonio. El reparto de agenda social está por resolver. De momento, el torero está volcado en la amistad con su cuadrilla, especialmente con su hombre de confianza, Julio Maza, al que los amigos de su novia y ella misma, llaman Capitán, porque les sacó a navegar por la costa almeriense. Este hombre, también entrado en años, está feliz con la nueva pareja e incluso dice de ellos que son «el amor más puro que puede existir». Ponce aporta su cuadrilla torera y Ana Soria a sus amigos almerienses con los que el diestro ha congeniado a la perfección. Ya se siguen todos en Instagram y se hacen comentarios en sus fotos o se regalan «me gusta». Es probable que salgan más parejas de esta fusión íntergeneracional. Pero, ¿quiénes son ahora los nuevos mejores amigos del torero? Como diría Froilán, «the crew» (la tripulación, en español) la componen la pandilla de su novia.
La más integrada es Pilar López-Cuadra, también de 21 años, que se hace las fotos de instagram en los mismos marcos incomparables que Ana Soria y le gusta tanto su nuevo mundo que es inseparable de la pareja. Antes era morena pero decidió adoptar la misma imagen rubia que la novia de Ponce, tanto es así que hasta les gusta vestirse igual y hacerse fotos pegadas como siamesas.
Letizia Pérez, 20 años, también estudia en Granada, pero en vez de compartir piso con Pilar y Ana Soria, ella vive en un colegio mayor de Granada.
En «the crew» también ocupa su puesto Alejandro Flujas, fotógrafo, y que hace unos días compartíó las fotos de una fiesta en la piscina de todo el grupo junto. Imágenes en los que destaca el buen ambiente, las risas, los abrazos, las cervezas y el reggaeton. Por cierto, que el grupo está libre de la Covid-19 a juzgar por la ausencia de mascarillas y distancia social.
El grupo de Ana Soria es fiestero y como a la gente de su edad le gusta acudir a festivales de música como el Arenal Sound, al que todos ellos acudieron en septiembre pasado. Nada que ver con los eventos sociales a los que hasta ahora acudía Ponce, lo cual le ha llevado a tener que actualizar su lista de «Spotify». Junto a Julio Iglesias, Raphael, las coplas o Luis Miguel, tendrá que incorporar a Manuel Carrasco para las noches de amor y a Taburete, Cromática y Arrebato para fiestas en la piscina.
Los nuevos mejores amigos de Ponce tienen también otros gustos distintos. Son más de cerveza bien fría que de destilados, aunque a la ginebra con tónica, no le hagan tampoco ascos. También tendrá Ponce que actualizar su vocabulario y renovarlo con palabras más coloquiales como «bro». Deberá cambiar expresiones como «estás bombón», por «que te como»; y si algo le gusta más de lo normal es que tiene «buena vibra». Cuando lleven cinco minutos sin whatsapearse se mandarán un «te misseo» (que vendría a significar, «te echo de menos», del inglés «I miss you»). Y aunque sea el único que tenga tarjeta de crédito con saldo suficiente, deberá acostumbrarse a pagar a escote por «bizum».
Juan San Buenaventura dijo aquello de «el sexo obnubila la razón», pero no comentó nada sobre cómo te cambia la vida una cuenta de Instagram.
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