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Los sábados de Lomana: “Chascarrillos” reales

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El verano se está convirtiendo en una serie de embrollos, problemas y noticias que nos dejan sin habla. ¿Quién dijo que en verano desaparecía el coronavirus? Sería el «Doctor Virus», alias Fernando Simón, que cada vez que algo nos indica, sucede todo lo contrario. Miedo me cuando lo escucho. Además del Covid-19, ahora se mezcla el folletín del Rey Emérito y la señora Larsen, que utiliza el título de su anterior marido sin tener derecho a ello, Princesa zu Sayn-Wittgenstein con tratamiento de S.A.S. (Su Alteza Serenísima), así por la cara, teniendo indignadísima a la familia de su marido.

Quiere justificar la enorme cantidad de 68 millones de dólares que le donó nuestro Rey (ahora novio a la fuga) por los servicios prestados con tanto cariño que ella le ofreció durante bastantes años. El lío es de los gordos y se la va a juzgar para que justifique, entre otras cosas, por qué no pagó los impuestos correspondientes a esa donación. Así que este personaje ha decidido poner el ventilador echando porquería sobre el que fuera su benefactor y familia, quejándose con toda la razón que ahora Don Juan Carlos pide que se lo devuelva, ella dice que ni hablar. Así que se va a la BBC a seguir largando del que fuera su amante, amigo y benefactor. Como si los ingleses no tuviesen suficiente con los escándalos interminables de su familia Real. El último, el príncipe Andrés acusado de pedofilia.

Por si esto fuese poco y ya metidos en temas reales, se acerca el aniversario de la muerte de la Princesa de Gales en un accidente de coche en París, ese inolvidable 31 de Agosto. Las televisiones ya están programando espacios con la vida y milagros de Diana Spencer y su muerte. El miércoles de esta semana, participé en uno de ellos. Qué difícil es emitir una opinión negativa, por muy ligera que sea, sobre un icono convertido en leyenda por el pueblo que está ansioso de mitos a los que poder admirar y llorar. Mi opinión sobre ella es bastante imparcial, pero por lo visto no lo suficiente a los ojos de sus millones de seguidores.

Diana fue un ser complicado, especialmente para su marido el Príncipe Carlos, que en su viaje de novios se encontró con una mujer víctima de muchos desarreglos alimenticios que pasaban de la bulimia a la anorexia. Carlos escribió a su amiga Dale Harper de Melbourne, conocida como Kanga, con la cual había mantenido una relación muy fogosa. En esa carta le contaba que estaba horrorizado del comportamiento de su mujer. Que era un desperdicio ver los maravillosos manjares que preparaba el cocinero real y que ella vomitaba sin parar.

Estos episodios ocurrían muy a menudo. Así pasaron algunos años, cada vez más difíciles, hasta que decidieron separarse. Lo que sí puedo asegurarles es que Carlos, cuando se casó con Diana, no era amante de Camila, había decidido apostar por su matrimonio. Se echo en los brazos de la duquesa después del nacimiento de su hijo Harry. Sí es cierto que se refugió en sus amigas, entre ellas Camila y Kanga, con las que se desahogaba de sus problemas conyugales.

Y me preguntarán: ¿tú por qué lo sabes? Porque fui amiga de la maravillosa Kanga, una rubia gordita, acogedora, simpatiquísima que tenía una boutique en Beauchamp Place con ropa ideal en la que me pasaba el día porque estaba al lado de casa.Kanga me contaba muchos chascarrillos de su «desgraciado» amigo. Murió hace tiempo de un cáncer, pero siempre la recordare.