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Putin apoya al independentismo catalán con todo el vodka que haga falta

Novo-ogaryovo (Russian Federation), 22/10/2020.- Russian President Vladimir Putin attends an annual meeting of the Valdai Discussion Club via video link from the Novo-Ogarevo residence, outside Moscow, Russia, 22 October 2020. (Lanzamiento de disco, Rusia, Moscú) EFE/EPA/ALEXEI DRUZHININ / KREMLIN POOL/SPUTNIK / POOL MANDATORY CREDIT
Novo-ogaryovo (Russian Federation), 22/10/2020.- Russian President Vladimir Putin attends an annual meeting of the Valdai Discussion Club via video link from the Novo-Ogarevo residence, outside Moscow, Russia, 22 October 2020. (Lanzamiento de disco, Rusia, Moscú) EFE/EPA/ALEXEI DRUZHININ / KREMLIN POOL/SPUTNIK / POOL MANDATORY CREDITALEXEI DRUZHININ / KREMLIN POOL/EFE

Ahora que un juez de Barcelona apunta al apoyo que Rusia prestó o está prestando al procés, le grito a la tele algo que siempre he tenido en mente: que Putin apoya (ha apoyado y apoyará) a los independentistas catalanes con todo el vodka que haga falta, más para echar una risas con lo que hacen y dicen que para desestabilizar la UE, que de eso ya se encarga el coronavirus. No olvidemos el ácido sentido del humor ruso. Las cosas del procés sólo se pueden explicar si los independentistas viven en permanente cogorza de aguardiente. Ahí está la Nasa catalana, madre, que me recuerda a aquellos inventos del TBO como el dispositivo para hacer vino con zapatos viejos (no con botas, que sería demasiado obvio) o el aparato limpia-narices. Quieren poner en órbita pequeños satélites aprovechando que el veneno, la rabia y el odio de «Madrit» no llega más arriba de la estratosfera, y ahí, en el espacio infinito y más allá, podrán sentirse libres como los tripulantes de la nave «Interprise» de Star Trek o los del «Halcón Milenario» de Star Wars. También podrían ir a la Luna y fundar allí la República Independiente de Cataluña, y más ahora que se ha descubierto en ella gran cantidad de agua. No parece que sea Vichy, pero les puede servir para fabricar vod-ka ante la eventualidad de que los envíos de Putin no lleguen tan lejos. Además, vista desde la Tierra, la Luna parece a veces muy amarilla. Y otra cosa: están hartos de la discriminación estelar que supone que la bandera soberanista sólo tenga una estrella y la bandera madrileña tenga un montón.

Pero la pela es la pela, y de momento sólo cuentan con 18 millones de euros para su aventura espacial. Con esa pasta sólo van a llegar hasta la Luna de Valencia o la de Benidorm, aunque siempre podrán considerar a la comunidad naranjera como Luna Satélite: pertenece a los Países Catalanes. Otegui ha observado con curiosidad todo esto y es posible que en una próxima comunicación institucional aclare que el independentismo vasco no ha recibido ni un chupito del vodka de Putin. «A nosotros –podría decir– nos basta y nos sobra con ponernos hasta arriba de chacolí, pacharán y homilías del párroco de Lemona». Algo así.