Amilibia
El ministro Ábalos podría mediar en la guerra de los Pantoja
Se convierte en el ministro aliviador y confortador del Reino, aunque ya apuntaba maneras cuando corrió a aliviar el paso y el peso (16 maletas) de Delcy Rodríguez, la vice venezolana
Hablando del posible indulto a los golpistas catalanes, José Luis Ábalos dice con gran sutileza: «Tenemos la obligación moral de aliviar tensiones». Aliviar: atenuar, suavizar, paliar, aligerar. También descargar, tarea que ni pintada para un ministro de Transportes, y confortar. Así se convierte Ábalos en el ministro aliviador y confortador del Reino, aunque ya apuntaba maneras cuando corrió a aliviar el paso y el peso (16 maletas) de Delcy Rodríguez, la vice venezolana, por Barajas, un tránsito que podría haber provocado gran tensión y él dejó en anécdota chistosa con seis versiones distintas, es decir, en vodevil. Gran alivio. Hizo uso, además, de la facultad milagrera a lo Harry Potter de los ministros sanchistas: convertir el equipaje en invisible tal que si fuera un comité de expertos sanitarios del Gobierno.
De los golpistas pasamos a golfistas (de golfos) de los ERE andaluces: diez años después de descubrirse la trama corrupta, más de cien casos quedan sin juzgar y al ritmo actual de la Justicia se tardaría unos 50 años en celebrar todos los juicios pendientes. Si la Justicia lenta no es justicia, cuando es lentísima podríamos decir que equivale a un indulto. En este negociado puede que no haya sido necesario el efecto Ábalos, limitado al abrazo reconfortante a los compañeros de partido. El olvido del caso de los ERE supone otro gran alivio que cumple con la obligación moral de aminorar tensiones en el seno de Asociación Nacional del Trinque, donde continúa debatiéndose con gran inquietud cómo mejorar los métodos de los maestros socialistas andaluces para llevárselo calentito, sin resultados prácticos hasta el momento.
Y a modo de gran cotillón de fin de año, tenemos en la pista central a Él, que presentará un balance de su actuación con el aval de diez expertos elegidos a dedo por la Moncloa. Maradona, la mano de Dios. Sánchez, el dedo de Dios. Como habrá elegido a los más independientes, sabios y justos, nadie duda de que su gestión será magnificada, incluso declarándole Padre de Honor de la vacuna Pfizer. Después de ser vitoreado y sacado a hombros, se reunirá en un almuerzo de fraternidad con los expertos, que a los postres entonarán en «Gaudeamus igitur» en su honor. Y Ábalos quizá podría aliviar tensiones en la guerra de los Pantoja.
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