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20 años sin la madre de Lady Di: mujer maltratada que «vendió» a su hija
Frances Roche tampoco fue feliz en su matrimonio con John Spencer, por eso abandonó a sus cuatro hijos por otro amor
La princesa Diana de Gales vivía rodeada de lujo y ostentación, pero era profundamente desdichada. La tristeza que transmitían sus ojos desentonaba con su sonrisa perfecta. Su drama personal comenzó mucho antes de sentirse traicionada por el, por aquel entonces, príncipe Carlos, enamorado en secreto de Camilla Parker Bowles. Vivió a la sombra de otra mujer, pero no nos referimos a la amante convertida ahora en reina, sino de su madre, Frances Roche, quien arruinó su infancia. Tenía sus motivos, pues ella misma sufrió su propio infierno y tan solo quiso darse una oportunidad de ser feliz. Un sueño que, años después, persiguió la propia Diana, enfrentándose a los Windsor, con la reina Isabel II como principal obstáculo, pero ganándose el favor de su pueblo.
Mucho se ha hablado sobre la vida de Lady Di, icono por excelencia del siglo XX. Sin embargo, si duros fueron sus años palaciegos, más traumática fue su infancia, marcada por el abandono de su madre a la temprana edad de seis años. Casada con el VII conde de Spencer, John Spencer, en 1954 con tan solo 18 años, comenzaron a traer niños al mundo al año siguiente. La primera fue Elizabeth, meses después de su intercambio de alianzas, luego Cynthia y más tarde John, que no logró superar las diez horas de vida. La tercera fue Diana, en 1961, convertida en niña arcoíris, siendo Charles, actual conde de Spencer, el último en nacer. No fue, ni mucho menos, un matrimonio feliz, de ahí que trece años después de jurarse amor eterno hizo las maletas y abandonó no solo a su marido, sino también a sus cuatro hijos. Lo hizo por amor, pero también para salvar su propia vida.
Víctima de malos tratos
«Johnny podía ser violento y Frances pensó que ella y sus hijos estarían más seguros fuera de la casa», recuerda la escritora Penny Junor. Una versión confirmada por la propia Lady Di, que recuerda cómo «mi padre abofeteaba a mi madre en la cara y yo estaba escondida detrás de la puerta y ella lloraba». Confesiones realizadas a su buen amigo, Andrew Morton, además de confesor y biógrafo personal. El mismo al que le reconoció cómo lo más duro de su infancia no fue convivir con los malos tratos, sino cómo «mi madre me decepcionó terriblemente con la boda. No paraba de llorar y decía que no podía con la presión». Se refiere a su segundo matrimonio, cuando se enamoró del rico heredero australiano Peter Shand Kydd, protagonizando un auténtico escándalo en la alta sociedad británica.
Diana y sus hermanos quedaron bajo la tutela de su padre por decisión judicial, gracias a la declaración ante el juez de su suegra, que le ayudó a hacerse con la custodia. Ahora bien, de los niños se hicieron cargo las institutrices y niñeras, creciendo con escaso amor y mucha mano dura. Frances no desapareció del todo de la vida de sus vástagos, pero tampoco pudo estar presente. Su relación fue distante y marcada por el rencor y los reproches mutuos. Los pequeños, al crecer, culpaban a su madre de haberles abandonado, mientras que Roche señalaba a la ya casada con el príncipe Carlos como responsable del fracaso de su segundo matrimonio con el empresario, en 1990. Eso sí, en realidad Shand la dejó por una mujer más joven. Quizá por eso se vengó dejándose seducir por la prensa amarillista, dándoles jugosos titulares que dejaban en mal lugar a su hija, destapando sus secretos más íntimos. Pese a todo, trataron de reconducir, sin demasiado éxito, su relación en la edad adulta, especialmente cuando sus nietos, Guillermo y Harry, eran la mejor excusa para un reencuentro. Lady Di murió el 31 de agosto de 1997 en un trágico accidente de coche en París, sin hacer las paces con su madre.
Tras su divorcio y la muerte de su hija, Frances Roche dedicó sus últimos años de vida a la caridad en proyectos católicos, religión a la que se convirtió. Su muerte, a los 68 años, tuvo lugar en su residencia de Escocia, dos décadas atrás, el 3 de junio de 2004, tras una larga batalla contra el Parkinson y tras ser diagnosticada de cáncer cerebral. Fue el mismo día que se celebraba el 139 aniversario del nacimiento del rey Jorge V, algo curioso, pues nació el 20 de enero de 1936, el mismo día que falleció el abuelo de Isabel II.
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