
Escándalo
El caso del «principito» Marius Borg, un año después: 23 delitos y un juicio pendiente
«Los delitos van desde violación hasta daños materiales y amenazas, entre otros»

Ha pasado un año desde que Marius Borg, hijo mayor de soltera de la princesa Mette-Marit de Noruega fuese detenido por primera vez. Doce meses de titulares, declaraciones cruzadas, imputaciones reformuladas y, sobre todo, una pregunta flotando en el ambiente: ¿hasta qué punto puede una familia real mantenerse al margen de algo que la toca, sin embargo, tan de cerca? A finales de junio, la Policía noruega anunció la conclusión de la investigación sobre Marius Borg y remitió el caso a la fiscalía del Estado. En el proceso, algunos cargos fueron modificados y otros, directamente, desestimados. Lo que queda hoy sobre la mesa judicial son 23 delitos que van desde violación hasta daños materiales, pasando por amenazas, lesiones y múltiples infracciones de tráfico. Entre las imputaciones más graves figuran tres presuntos casos de violación (uno con penetración y dos sin ella), cuatro de conducta sexual ofensiva, y un caso de abuso en una relación cercana. También se le acusa de cinco violaciones de órdenes de alejamiento –cuatro de ellas con la misma expareja–, dos casos de lesiones corporales, un cargo por dañar una propiedad privada, amenazas contra un joven, acoso a un policía y cinco infracciones de tráfico.
Nuevo escándalo para la Corona
Las víctimas, mujeres jóvenes en su mayoría, han tomado decisiones muy dispares en las últimas semanas. Una de ellas ha decidido apelar. Otras cinco, representadas por la abogada Lill Vassbotn, han optado por no recurrir. «Es una carga enorme formar parte de un caso así, con tanta presión mediática», explica su letrada. Nora Haukland, una de las exparejas de Marius, tampoco impugnará la modificación de los cargos que afectan a su caso. Lo mismo ha hecho Juliane Snekkestad, quien, tras semanas de reflexión, ha comunicado vía Instagram su deseo de no continuar.

La reacción de la Casa noruega ha sido discreta y calculada. Marius no ostenta ningún título y, oficialmente, no forma parte de la familia real. Sin embargo, creció en el Palacio, compartió actos públicos con los herederos y estuvo presente en los grandes hitos institucionales. Su presencia, aunque no oficial, fue constante. Y eso ha complicado el relato. Desde el estallido del escándalo, los príncipes Haakon y Mette-Marit han optado por una postura inquebrantable: el silencio. Solo se permitió una imagen pública en la que Haakon acompañaba a Marius durante el ingreso en un centro de desintoxicación en el Reino Unido, gesto que se leyó como un intento de atenuar el impacto de las acusaciones y subrayar que algunos de los comportamientos del joven estaban vinculados al consumo de sustancias.
Silencio por parte de la Casa Real
Mientras otras monarquías viven un verano de normalidad, la noruega mantiene una estrategia de silencio ante el caso Marius Borg. Ingrid Alexandra, futura reina del país nórdico, y su hermano Sverre Magnus refuerzan la imagen institucional con actos públicos cuidadosamente seleccionados, mientras en Oslo, el mutismo se ha convertido, por el momento, en la única defensa posible.
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