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Isabel II: el estilo único de la reina que ha marcado una época
La mujer que más tiempo ha permanecido en el trono británico también ha creado una manera real de entender la moda
El momento protocolario más complicado al que se tuvo que enfrentarIsabel II nada más enterarse del fallecimiento de su padre, Jorge VI, fue el de no tener un vestido apropiado. El deceso del rey sucedió mientras ella realizaba un viaje por África y a su llegada a Londres tuvo que esperar en el avión a que le subieran un traje negro para poder bajar las escaleras vestida de luto. Desde entonces, la Familia Real británica siempre lleva en su equipaje un conjunto negro.
Con el fallecimiento de Isabel II, la monarca que más tiempo ha permanecido en el trono británico, por encima de la reina Victoria, decimos adiós a uno de los personajes clave del siglo XX, una mujer que fue testigo y protagonista de la historia contemporánea y que también demostró un gran interés por la moda. Quizás no tanto, eso sí, como su hermana, la princesa Margarita, apasionada de Christian Dior y la mujer que provocó que el creador Jacques Fath no dejara a la modelo Bettina engordar ni un gramo por tener las mismas medidas que la hermanísima.
Isabel II poseyó durante todo su reinado un estilo propio que en las últimas décadas destacó por conjuntos monocolores que provocaron que incluso se hablara del Pantone de la reina. Angela Kelly fue la responsable de muchos de aquellos looks, y tan importante fue su relación con ella que hasta acabó compartiendo residencia: en su retirada oficial a Windsor tras la pandemia, Kelly acompañó a la jefa de la casa real británica, no sólo como modista, sino también como amiga. Kelly, además, contó con el beneplácito de la reina para sus libros sobre su estilo.
Pero otros nombres también han destacado en el armario de Isabel II. Su Majestad fue además una fiel defensora de la moda británica. Prueba de ello es también la confianza que demostró en otros creadores como Norman Hartnell, autor de su vestido de novia y también de el traje de gala que la princesa Beatriz de York reutilizó como vestido de novia para su matrimonio con Edoardo Mapelli. El prestigioso Ardy Haimes, icono de Savile Row, fue también uno de sus más fieles colaboradores durante los años que estuvo a su servicio: se conocieron en 1951.
No se puede hablar, por otra parte, de Isabel II sin mencionar sus famosos sombreros. Siempre a juego con los abrigos, fueron una de las mayores fantasías que la reina se atrevió a lucir, coronados con lazos, nudos, plumas o joyas, Philip Somerville es el autor de muchos de ellos. Según cuentan los expertos, en el armario real se acumulan más de 5.000. Junto con ellos, los bolsos de la firma Launer formaban parte del icono de moda que fue. También se habló de que aquellos bolsos ocultaban un lenguaje secreto que indicaba la incomodidad o cansancio de la monarca.
En la visita de Estado que hicieron los reyes Felipe VI y Letizia, la reina española pisó el suelo británico vestida de amarillo. Se explicó en aquel momento que la elección era un guiño a Isabel II, que al parecer sentía pasión por ese color. Si bien es cierto que la reina siempre lució colores vistosos para poder ser detectada por la multitud que se acercaba a contemplarla, al parecer el amarillo tenía un significado más. Es el color de Inglaterra, el de los leones que aparecen representando a este territorio en el escudo del Reino Unido, de ahí que fuera tan especial para Isabel II.
Fuera de su perfil más protocolario, Lilibet (como la apodaban sus más cercanos) disfrutaba vestida al más puro estilo de la campiña británica, con jerséis y chaquetas de punto, el mítico Barbour, sus botas Hunter y los pañuelos de Hermès para cubrirse la cabeza. Al volante de su Land Rover, parecía así rememorar los tiempos en los que ejerció de mecánica para el ejército británico en la II Guerra Mundial.
Sus joyas
En el análisis de estilo de Isabel II tampoco hay que olvidar el apartado de las joyas. La reina del Reino Unido poseía una de las colecciones más espectaculares del mundo, sino la más. La tiara fringe de la Reina María, la de la Gran Duquesa Vladimir, la de las niñas de Gran Bretaña e Irlanda o la diadema de Rundell, Bridge & Rundell, con la que acudió las últimas veces al Parlamento Británico, forman parte de un conjunto que, sumado al de las joyas de la corona, tienen un valor incalculable.
Los collares y, sobre todos los broches, completan este tesoro. De hecho, estos últimos eran usados a menudo por Isabel II para mandar mensajes. Sucedió, por ejemplo, en su última intervención en Navidad, cuando lució el broche del crisantemo de zafiro, que usó para su primer posado junto al Duque de Edimburgo ya convertidos en marido y mujer. Una vez fallecido Felipe, Isabel se presentó delante de todos sus súbditos recordándole de esta manera, como también ha hecho cada vez que se le ha visto apoyada en uno de los bastones del duque.
Con Isabel II el mundo se queda huérfano de un referente, pero la moda también echará de menos a una mujer que supo crear un estilo único que ha marcado una época.
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