Susto

Una española asalta la casa del príncipe Andrés fingiendo que es su prometida

Uno de los agentes de seguridad asegura que no se atrevieron a preguntarle si de verdad conocía a esa mujer porque tiene muy mal carácter

El príncipe Andrés
El príncipe AndrésHannah MckayAgencia AP

Hace medio año, se dio a conocer la noticia de que una extraña había logrado esquivar el control de seguridad y acceder a los terrenos de la propiedad del príncipe Andrés, en un momento en que su popularidad se encontraba bajo mínimos a consecuencia de las graves acusaciones de abuso sexual que cayeron sobre él. Ahora, se ha dado a conocer la burda estrategia que utilizó la mujer, de nacionalidad española, para asaltar su casa de Windsor, y no fue otra que fingir que era la prometida del hijo de la Reina Isabel II. Así lo ha desvelado Phillip Grindell, fundador de la empresa de seguridad Defuse.

Aunque el argumento que la mujer esgrimió para acceder a la propiedad resultaba del todo inverosímil, Grindell asegura que la culpa de este error garrafal fue del príncipe Andrés, a quien define como un cliente con el que se hace muy difícil trabajar y que infunde “terror” al personal de seguridad que vela por él. “El príncipe Andrés es un grano en el culo. Si habéis trabajado alguna vez con él, sabréis que es una persona desagradable. El personal de seguridad estaba aterrado, nadie quiso preguntarle directamente si esperaba visita de verdad”, ha explicado el fundador de la empresa.

El príncipe Andrés
El príncipe AndrésJEAN-CHRISTOPHE BOTT JEAN-CHRISTOPHE BOTTAgencia EFE

De este modo, la mujer logró acceder a los terrenos de Windsor y permanecer allí hasta cuarenta minutos, hasta que un agente se percató del engaño y la detuvo. En su bolso, la asaltante guardaba mapas de la zona e incluso un rosetón que pretendía utilizar en caso de necesitar defenderse.

Por lo visto, el príncipe Andrés no era muy partidario de dar explicaciones a sus guardaespaldas sobre su ajetreada vida sentimental, pero también se molestaba profundamente si uno de los agentes detenía en la entrada a una de sus acompañantes. “Cuando me enteré de esto, enseguida fui consciente de que la gente de seguridad se encontraba en la misma posición que yo hace 20 años. Todos teníamos miedo de preguntarle por sus acompañantes porque nos solía echar la bronca si las parábamos en la puerta”, explicó otro miembro del equipo que también trabajó con él.