Opinión

Los sábados de Lomana: Las bodas clandestinas

Carmen Lomana en la fiesta homenaje a Andalucía.
Carmen Lomana en la fiesta homenaje a Andalucía.USGGTRES

Hoy viernes de Dolores empieza, al menos para mí, la Semana de Pasión, una fecha importante para todos los cristianos. Reconozco que yo soy muy devota de las procesiones y todos los rituales que ellas conllevan. Son el espectáculo más grandioso que una persona puede vivir en su vida. Tantas energías, emociones, fe, música, incienso, hombres llevando pesadísimos Pasos o Tronos como decimos en Málaga, Vírgenes de todas las Cofradías vestidas con primor como novias, o mejor dicho como madres dolientes, la belleza y el olor a flores en cada paso, el Nazareno ensangrentado, Jesús, el hijo de Dios, azotado y coronado con espinas, arrastrando una cruz por las calles de Jerusalén, en medio del mercado hasta llegar al Gólgota donde será crucificado entre dos ladrones. Siempre pienso en cómo en España hemos sabido convertir toda esta crueldad y barbarie en belleza, devoción y fe. Soy de las que siempre lloro, especialmente, cuando veo salir el Jueves Santo a mi cofradía en Málaga, a mi Virgen de Zamarrilla, con el Rosario y el pañuelo que yo le regalé en la mano. Hace 4 años la acompañé vestida de negro y con mantilla durante 10 horas procesionando durante todo el recorrido, no puedo explicar el cúmulo de emociones y felicidad que sentí. Nunca agradeceré suficiente a mi Málaga querida el cariño, desde el respeto y el silencio, que me demostraron. Ayer en una preciosa ceremonia en Marbella, me dieron el premio de «Cofrade de Honor» y Mantilla del Año. Como pueden comprobar vivo estos días intensamente.

Hoy hace una semana que se celebró en el Palacio de Mirabel, en Plasencia, la boda de Isabelle Junot y Álvaro Falcó actual marqués de Cubas. Él es hijo de Marta Chávarri Figueroa, una mujer de leyenda; Isabelle, hija de Philip Junot, primer marido de Carolina de Mónaco, y una gran persona, cariñoso y entrañable. La boda por muchos motivos creó una gran expectación, pero se puede decir que fue una boda clandestina, ya que la mayoría de los invitados llegaron al Palacio por un túnel que unía el lugar de la ceremonia con el Parador donde se alojaba todo el mundo. Marta Chávarri tenía una estupenda habitación, digna de una reina, donde recibía a los invitados y apenas salió de ella, excepto para lo imprescindible: ceremonia y banquete. El motivo de todo esta ocultación es porque habían vendido la boda a «¡Hola!» –costumbres nuevas que respeto, pero no comprendo, especialmente en personas de tanta categoría social y familiar–. La gente de Plasencia, que había llenado las calles para ver a novios e invitados, se quedaron plantados, con lo cual estaban muy enfadados y reprochaban a los contrayentes que no salieran a saludar. Una boda es un momento de alegría y felicidad para compartir. Lo demás es una fiesta privada. La ceremonia se celebró en una pequeña capilla del Palacio, donde solo entraban novios , padrinos y poco más, el resto lo veían en pantallas colocadas en el patio principal. Estaba todo preciosamente decorado con pequeñas flores blancas. Marta Chavarri estaba elegantísima con un vestido en crepe de seda azul marino con plumas en las mangas, cofeccionado por Marta Rota de la firma Tot-Hom. Yo sé que todo este despliegue mediático la tenía poco preocupada. Hace tiempo, después de haber sido la mujer del momento, la más mediática, la más bella y habiendo protagonizado un escándalo social muy comentado, quiso retirarse de todo. Vive una vida tranquila alejada del foco mediático, pintando «collages» y frecuentando algún restaurante próximo a su casa con sus amigas. Pero en la boda disfrutó de la felicidad de su hijo. ¡La vida es bella! ¡Felicidades a esta pareja!