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Aniversario

Cuando el amor se volvió pólvora: Madonna y Sean Penn, 40 años después

La pareja más incendiaria de los ochenta sigue siendo la metáfora perfecta del romance convertido en guerra

Madonna y Sean Penn se conocieron en 1985 GtresLa Razón

Por un instante, en aquel descanso del rodaje de "Material Girl", la cultura pop creyó estar presenciando la reencarnación de Marilyn Monroe y James Dean. Ella, en un strapless fucsia que evocaba a la diva rubia; él, un joven actor rebelde, con gesto torcido y aura de chico malo. Sean Penn saludó a Madonna con un insulto y, contra toda lógica, funcionó: la reina del pop confesó después que fue “amor a primera vista”. El resto es una leyenda negra escrita a balazos, excesos y celos enfermizos.

La boda, el 16 de agosto de 1985, ya anticipaba el caos. Trece helicópteros sobrevolando Malibú, paparazzi en estampida y un novio que terminó disparando al aire con una pistola .45. Andy Warhol la describió como "el fin de semana más emocionante de mi vida". Los tabloides, con puntería certera, los bautizaron "los Poison Penns".

Infidelidade y violencia

Lo que vino después fue aún más corrosivo. Durante el rodaje de Shanghai Surprise, Penn acumuló peleas con fotógrafos, productores y hasta con Madonna. A la presión mediática se sumaba un ego herido: a él lo llamaban "Mr. Madonna". Ella respondía dedicándole un disco entero (True Blue), pero nada calmaba su furia. Entre rumores de infidelidades, arrebatos violentos y un polígono de tiro en el sótano de su mansión –donde usaba como blancos fotos de los ex de su esposa–, la convivencia era un campo minado.

El final llegó como un estallido. En diciembre de 1988, tras una serie de episodios cada vez más oscuros, Madonna denunció que había pasado ocho horas atada a una silla mientras su marido la insultaba y golpeaba. Retiró los cargos días después, pero pidió el divorcio. "Ya no había vuelta atrás", escribiría uno de sus biógrafos.

Y, sin embargo, la historia no terminó allí. Con los años, Madonna y Penn se mostraron juntos en conciertos, eventos benéficos y hasta en tribunales, donde ella lo defendió públicamente de acusaciones de violencia de género. "Nunca me ha golpeado ni atado", declaró en 2015. Ambos insistieron, contra toda evidencia, en que fueron "el amor de sus vidas".

Hoy, a cuatro décadas de aquel matrimonio breve pero demoledor, la pregunta persiste: ¿fueron víctimas de un mito mediático o protagonistas de la relación más tóxica de Hollywood? Tal vez la verdad esté en el medio: un vínculo incandescente, hecho de deseo y autodestrucción, que convirtió su historia en una advertencia. Porque lo suyo no fue solo romance: fue una guerra con anillos de boda.