Cargando...

Gastronomía

Dónde hace check-in Ricardo Sotres: Llanes, entre sidra, rollo de bonito y calamares de potera

El cocinero de El Retiro (Llanes) inaugura El Bistró, una zona informal perfecta para compartir raciones y conocer su trabajo

Ricardo Sotres en la capilla de San Patricio Cedida

S u cocina nos sorprende esta temporada por fresca y colorida. El bonito, las sardinas, los calamares y el tomate destacan en la despensa de El Retiro (elretirollanes.es. Pancar. Llanes. Asturias). Se estructura en dos zonas: la de El Bistró, con una propuesta tradicional y desenfadada con platos para compartir y un precio medio de 50 euros, y el espacio en el que degustar un único menú degustación, cuyo precio es de 139 euros, con una base de producto asturiano. De hecho, nos encontramos en unos días en los que probar su ensalada de diversos tomates, preparada con el agua de vegetación de la misma fruta, un sorbete y albahaca, además del rollo de bonito.

Pero vayamos por partes, porque para comer unas sardinas riquísimas en todo su esplendor fuera de su casa, Ricardo Sotres reserva en la sidrería El Planeta. Fundado en 1846, es toda una institución en el arte de cocinar este pescado tan sublime, que siempre debe compartir mesa con el pulpo y el obligado pixín. Un glorioso tomate también lo saborea en el bar El Casino, en Llanes, incluso antes de echar un ojo a la carta para comerlo junto a los imprescindibles calamares de potera fritos y al torto con verduras asadas. Las Redes, en San Vicente de la Barquera, es otro de esos restaurantes que encabeza su lista de restaurantes favoritos cada vez que viaja a la localidad cántabra. Coloca este local en el mapa gastronómico en el que Susana dirige los fogones preparando platos con una fina intuición culinaria. Borda los arroces y famoso es el sorropotún, un guiso de bonito del Cantábrico, además de los callos de bacalao, las verduras de Tudela y los chipirones de guadañeta.

A nuestra pregunta sobre cuál sería su viaje gastronómico idóneo, casi sin pensarlo responde que a París, para comer, pasear y reflexionar. Según comprara los vuelos, dice, ya habría reservado en L’Arpège, del maestro Alain Passard, y en el Restaurant David Toutain. Tampoco abandonaría la ciudad del Sena sin conocer la cocina de Pierre Gagnaire, ni de Pascal Bardot, además de sentarse en distintas brasseries y bistrots: «Es un destino muy atractivo tanto a nivel cultural como gastronómico», afirma.

Ya en su tierra, espacio en el que hace «check-in» por estar alejado del bullicio es El Bálamu, una taberna marinera y una ventana maravillosa al mar Cantábrico en Llanes a tener el radar si tiene pensado escaparse a este lado de Asturias. Más que nada, porque la frescura del pescado y del marisco es sublime. El cocinero otorga a las piezas el punto exacto gracias a la experiencia que le han dado los años manejando con precisión la temperatura y las herramientas idóneas para ello. A este templo, situado en el mismo puerto, se va a comer maravillosos lenguados, rodaballos, besugos, San Pedro y cogotes de merluza, entre otras joyas, además de los guisos.

Regueiro, El Chaflán y Auga

Para una ocasión especial, escoge la casa de Diego Fernández, el restaurante Regueiro, en Tox. Sugiere tres menús: el corto, por 65 euros; Diego, por 75, y el Hedonista, con un precio de 115. Éste último con platos tan viajeros como el mole de pipas de calabaza y tortillas de maíz fresco, servido con quesadilla de pollo y chipotle, tortillas de maíz fresco, nata agría y verduras a la brasa. La sidrería El Chaflán, en Gijón, la recomienda siempre que le preguntan por ese lugar en el que se come fenomenal por un precio justo. Le gusta, porque sirven muy buena sidra para acompañar unos platos tan míticos como la merluza a la cazuela y los espárragos rellenos. Muy cerca se encuentra Auga, en Gijón, de Gonzalo Pañeda y Toni Pérez, al que ir a comer la ventresca de bonito.